Capítulo 11.

13.7K 1.5K 313
                                    

Mi hijo es lo más importante de mi vida, desde el momento en que me enteré de su existencia cambió todo mi mundo y por él soy capaz de matar a todos los que se atrevan a lastimarlo, pero cuándo Ignati es solo el que se expone al peligro hay veces que no se cómo reaccionar, debería estar acostumbrado a sus experimentos, que haga volar todo a su alrededor, nunca salió lastimado hasta ahora porque sus guardaespaldas lo estaban llevando al hospital donde justo Dmitri estaba de guardia para que lo revisen.
La única vez que fue hospitalizado fue cuando descubrimos que nos estaban envenenando, su cuerpo tenía tanta cantidad de mercurio que fue suerte que no haya muerto, recordar ese momento aumenta mi rabia, se que ahora mi hijo se lastimó solo está vez, no puedo obviar la preocupación que tengo que me importaba un carajo haberla dejado pseudo complacida a la testaruda.

Mi prioridad es Ignati y siempre está encima de todos.

— Señor — dice Sergey al verme.

— ¿Cómo está mi hijo? — pregunto tratando de calmarme.

— El señor Dmitri lo está revisando acompañado de una pediatra — me informa.

— ¿Algún empleado lastimado? — inquiero porque no iba ser la primera vez que uno de nuestros trabajadores terminaba lastimado por los experimentos de mi hijo.

— Cinco empleados que tambien están siendo atendidos en este preciso momento — contesta.

— Ocúpate que todos tengan la atención que merecen y que se pague todo — ordeno mientras entro a la habitación donde están atendiendo a mi hijo. Me sorprende ver a mi primo acompañado de una mujer de pelo castaños ambos de espalda atendiendo a Ignati que no para de preguntar, eso ya era buen indicio que estaba bien.

— ¿Si? — la doctora se gira y me observa, ella mira mis brazos para luego abrir sus ojos con sorpresa.

¿Ella me conoce?

— Gauss Sokolov, padre del niño — rapido contesto centrándome en lo importante que es mi hijo no en la belleza de la mujer que tenía enfrente mío.

— Hola papá — lo escucho decirme justo cuando Dmitri se corre para mostrarme a mi hijo con un yeso en su brazo y una pequeña venda en su frente.

— ¡Mierda! — murmuro al acercarme.

— Tuvo una fractura de cubito y radio, nada que cuatro o seis semanas de yeso no solucionen — me habla la doctora.

— Le hicimos cuatro puntos en su frente pero nada de que alarmarse — agrega mi primo tratando de tranquilizarme.

— Basta con los experimentos, te matarás solo — digo al abrazarlo.
Él estaba bien y eso era lo más importante.

— Todo el laboratorio que el tío Gav me hizo se destrozó — murmura apenado.

— Media mansión volaste, Ignati— le cuento suspirando.

— Por lo menos estarás sin hacer experimentos por unas semanas — acota mi primo riéndose.

— No, eso sí que no — exclama mi hijo.

— Estás castigado así que sí, nada de experimentos por un largo tiempo — declaro mirándolo a los ojos.

— Eso es injusto — masculla desafiandome con la mirada.

— Mira si te digo que he vista esa mirada en los ojos de alguien, se parece a la de tu padre y no podrás con él — comenta Dmitri divertido.

—  Y claro que no podrá conmigo — afirmo.

— Tengo una idea, mientras firmas lo del seguro médico y la doctora te da la recetas para el medicamento de Igna lo llevaré a buscar su radiografía, será un lindo recuerdo que mostrar — habla Dima.

Redimirse (2° SAP) Where stories live. Discover now