Capítulo 18.

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Danna.

Cómo explicar lo que había pasado en estos minutos, no tengo idea en que momento perdimos el control pero después de salir de su oficina ambos nos encaminamos a conocer la tercera puerta de este infierno, se que mi cuerpo estaba cansado, pero la curiosidad de mi cabeza no me dejaba ir de este lugar sin no pasar por esa puerta que es una de las fáciles, según palabras de él.
Nos paramos en la puerta, acomoda mejor su antifaz y entramos, está habitación solo tenía un sillón rojo, una hermosa iluminación que me dejaban apreciar la decoración como si las paredes asemejara a una especie de cielo, era inverosímil la situación y me fue inevitable soltar una risita divertida por las ideas de mi cabeza.

— ¿De que te ríes? — me pregunta cuando cierra la puerta detrás nuestro.

— Parece que estamos en el cielo — acoto mirando de nuevo el lugar con más atención.

— La idea es esa — comenta. — ¿Quieres que venga alguien más? — consulta y frunzo mi ceño.

— ¿Alguien más? — abro mis ojos en grande a entender su referencia. — No, estoy bien siendo nosotros dos, por ahora — agrego al mirarlo a los ojos.

— Me gusta ese por ahora — afirma y se sienta en el sillón.

— ¿Está puerta que es? — inquiero.

— Una fácil — contesta con una sonrisa de lado.

— Siempre dices lo mismo — ruedo los ojos.

— Sexo oral, nada de manos solo bocas y lenguas — declara desabrochando el cinturón de su pantalón. Se vuelve a levantar, camina detrás mío y siento su respiración en mi nuca. — No tengas miedo, confía en mí — susurra — brazos atrás — ordena con seriedad.

Por inercia llevo mis brazos hacia atrás, siento como las junta más y como el cuero de su cinturón se cierra en mi muñeca inmovilizado cualquier movimiento que quiera hacer con mis manos.

— De rodillas — demanda cuando se para enfrente mío dejando mi cara a la altura de su entrepierna. Sus manos bajan el cierre, desprenden el botón y saca delante mío su pene semi duro, mirándolo a los ojos abro mi boca para dejar que entre.
Escucho su jadeo cuando mis labios se cierran en la cabeza de su pene y dan una suave presión que lo hace estremecer por completo. Suelto, paso mi lengua, lo engrullo de nuevo en mi boca, sin dejar de mirar su cara de placer, en estás semanas siendo su aprendiz sabía muy bien lo que le gustaba que le hagan sexo oral y por ello me estaba esmerando por completo para sacarle hasta el último jugo de su interior. Sus caderas empiezan a moverse con fuerza, amoldó mi boca a su entrada y dejo que me folle a lo bestia como tanto le gusta hasta que con un fuerte gruñido se corre.

— ¿Seguimos? — pregunto mientras limpio mis labios.

— Debes aprender a caminar antes de correr por estos pasillos — responde mientras quita la sujeción de mis muñecas y me ayuda a pararme.

— ¿Y ahora? — consulto.

— Es hora de devolverte el orgasmo — asegura al empujarme sobre el sillón.

Caigo, abro mis piernas entendiendo a qué se hacía referencia, coloca ambas pantorrillas sobre sus hombros, tira un poco de mí y quedó como semi acostada sobre el sillón, pero a su vez con el trasero al aire. Me estremece sentir un soplido sobre mi clítoris y jadeo cuando con suavidad sus dientes presionan ahí, luego su lengua se desliza por mis labios mayores, su boca se centra en atrapar de nuevo mi botón de combustión de placer, mis gemidos acompañados de jadeos es lo único que se escucha cuando literalmente Gauss me folla el coño con su majestuosa lengua que la siento tan profundo que toca los lugares exactos pidiendo más y más, tiro mi cabeza para atrás dejándome consumir por el placer cuando mis ojos se encuentran con el espejo en el techo, la imagen que me aporta es tan maravillosa y sensual, tener a ese hombre entre mis piernas, regalandome otro orgasmo es una imagen para el recuerdo.

Redimirse (2° SAP) Where stories live. Discover now