Capítulo 28.

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Nunca había manejado un nivel de estrés tan alto como lo estaba haciendo en estás últimas semanas, me esperaba la reacción de Ignati y aunque le recordaba todos los días que nada cambiaría porque siempre será mi hijo, no lo dejaría como él imaginaba, las cosas solo se complicaban porque él estaba en una fase de odio hacia a mí dónde todo lo que le decía u ordenaba, hacía lo contrario.
Digno hijo mío con un carácter de los mil demonios, la psicóloga  recomendó que no tenía que perder el tiempo y debía integrarlo a qué conozca a Danna, que vea que la mamá de sus hermanas es una buena mujer.

Ignati lo habían diagnósticado con el síndrome del niño abandonado y no olvidemos que tenía un raro concepto que todas las mujeres son unas perras capaces de abandonar a sus hijos, tiene excepciones a este pensamiento, pero de igual forma no me gusta que piense así.

— ¿Señor? — habla Iván acompañado de Sergey.

— Vamos a duplicar la seguridad de Ignati sin que él se de cuenta de esto — suspiro. — como ya saben se quiso escapar del castillo en Moscú nada le impide querer hacer lo mismo acá — agrego tocando mi cien. Tenía un fuerte dolor de cabeza que me venía acompañando desde este día dónde los guardaespaldas de Gavriel lo detuvieron antes que salga a exponerse al peligro que ni el sabe que se expone.

— Estamos en eso, hemos triplicado la gente en las entradas y salidas de la mansión. Tenemos más cámaras de seguridad siguiendo los pasos de todos y sobre todo del señorito Ignati — expone Sergey.

— Necesito ojos en él, porque es mi punto débil y Dieter podría usarlo en mi contra. Por eso necesito que sean mis ojos en cada segundo — repito.

La rebeldía y esa especie de guerra que me declaró Ignati se que era momentánea, por eso tenía que resistir a cada cosa que me hacía, tarde o temprano entenderá que no voy a dejarlo y que tanto él como sus hermanas son lo mejor de mi vida.

— Muy bien, señor — contesta Iván.

Mirando la hora en mi reloj, observo que faltan diez minutos para la ecografía que le hará Amanda y quería que mi hijo sea parte de ello, para que se sienta integrado en cada proceso que quedaba del embarazo de Danna, por eso cambié mi rumbo para bajar al sótano de la mansión dónde se encontraba el amado laboratorio de Ignati, quise poner la clave de ingreso y como me esperaba la había cambiado.
Bufé buscando mi teléfono, use la aplicación que creé hace unos años y con solo apoyar la camara del celular sobre el panel de números tuve la nueva contraseña dejándome entrar.

— ¿Cómo estás Iggy? — se escuchaba la voz de una niña.

¿Iggy?

Sonaba muy dulce esa forma en que lo llamaba.

— Mi papá me obligó a venir a esta casa — lo escucho bufar. — No me gusta, prefería quedarme con el tío Gavriel — agrega con molestia.

— ¿Por qué? Es lindo pasar tiempo en familia y no debes ser malo con la mamá de tus hermanas, no hay nada más lindo que tener hermanos — le dice.

— Mi papá no va a quererme después de que ellas nazcan — acota.

Apretó mi mandíbula al escucharlo, no voy a dejar de amarlo como piensa, en verdad es un cabeza dura porque se lo repetí mil veces que todo seguirá siendo igual, solo que ahora tendríamos dos motivos más en nuestra familia.

— Eso no es cierto, Iggy, los papás y mamás nos aman mucho, los míos aumentaron su amor cuando llegaron Cay y Faith a casa. Ellos nos aman a los cinco por igual — asegura la niña.

— No lo sé — lo escucho murmurar.

— ¿Se puede saber por qué hablas tanto con mi hija? — escucho la voz de Demian y salgo de mi escondite para acercarme a dónde está mi hijo.

Redimirse (2° SAP) Where stories live. Discover now