PRÓLOGO

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Un hecho engañoso

—¡Karina, deja de llorar. Los monstruos van a escucharte!

Yahir grita desesperado entre la luz agonizante de la cabaña. A pesar de que no se escucha ningún ruido del exterior y tampoco vemos la señal de ningún monstruo cerca, el chico advierte por miedo.

La suciedad del suelo se ha pegado en nuestros pantalones, yo me lo sacudo a cada rato porque me termina picando la piel.

El señor Bent mueve la cabeza molesto por esa actitud del chico, pues no soporta que traten mal a la castaña en momentos así y Yahir no soporta un minuto más en este lugar. Estamos cansados, agotados de ir de un lado a otro en busca de un buen lugar. El problema es que no hay ninguno.

El padre de mi amigo moreno levanta la mano para llamarlo y el rubio se levanta del suelo sucio de madera para caminar a la cama desgastada, se avienta a esta y suelta un quejido muy bajo para sí mismo. Todos seguimos comiendo ignorando los sollozos de nuestra amiga castaña por el vacío que siente al no tener a sus padres. África rodea su cuello de ella con su brazo y la atrae hacía ella para darle consuelo.

—Tenemos que mantener la calma, chicos —La señora Bent sale del baño mientras se acomoda el cinturón donde tiene guardado los cuchillos. Nos mira a cada uno con una calma sorprendente —Tenemos comida y agua por varios días más y podemos dar varias rondas al juego de mesa.

Sonríe con dulzura mientras apoya su mano para acariciar la cabeza de Karina y tranquilizarla, se inclina hacia adelante para darle un beso cariñoso como si fuera su propia hija. Bajo la mirada para no llorar.

Todo en mí todavía se siente aguado, sin poder recuperar fuerzas aún comiendo una lata de alimento.

También extraño a mi familia.

—Sí, pero tenemos que salir a buscar si queremos quedarnos más tiempo.

—Papá, no es seguro quedarnos en un lugar— dice Iván con las cejas tensas.

Hago una mueca de disgusto al solo imaginar salir de nuevo a un infierno que desconozco. Estamos vivos ¿Cuánto tiempo durará esto?

—¿Y dónde carajos planeas ir?— Melody avienta la cuchara a la lata con frustración.

Todos la volteamos a ver sorprendidos por ese tono brusco de aventar la pregunta hacia el chico moreno. La mamá de Iván se acerca a ella, coloca su mano en el hombro para tranquilizarla. Siempre tan dulce y pacífica.

—Melody— dice sería su nombre —Dijimos sin malas palabras...

—Lo siento— susurra asombrada porque no se dió cuenta.

—Tienes razón—frunce esos finos y delgados labios —No tenemos a dónde ir, no por ahora. Hay que quedarnos por aquí solo unos días. Descansen y luego decidiremos a dónde ir.

Camina hacia la ventana para ver el cielo y se cruza de brazos encogiéndose un poco de hombros dándome a entender que está en duda. Parece que tiene frío, pero no. Regresa a vernos y de inmediato aparece una sombra en ese rostro rectangular.

—Parece que va a llover— toma el machete que está recargado sobre la puerta de la habitación — Iré a asegurar el patio trasero. Por favor, no peleen.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐍𝐅𝐢́𝐀• || CARL GRIMES || [TWD]                 Where stories live. Discover now