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Capítulo 5 "Noches frías y mañanas cálidas"

Hay momentos tan dulces que parecen envolvernos en algodón de azúcar, o un rico malvavisco, la gente lo disfruta a pesar de sentirlos efímeros. Y hay otros más agrios, de esos que la gente prefiere no pasar, porque a parte de ser incómodos se sentían como una eternidad.

Eso era lo que experimentaba el alfa de cabellos oscuros, tenía que organizar su horario para la universidad y debía cuadrar bien sus tiempos, su anterior horario era bueno o eso creía, hasta que terminó sin tiempo para nada. Pero eso no volvería a pasar.

Se frustró cuando no encontró un tiempo para realizar actividades extracurriculares los miércoles, gruñó molesto.

Escuchó a los pájaros cantar, no se sorprendió pues sabía que era tarde, esa brisa fría y el silencio solo significaban una cosa; madrugada. Trató de no ser ruidoso para no irrumpir el sueño de su compañero de apartamento.

Habiendo preparado un sándwich y un simple vaso de agua, volvió a su habitación. Habría cerrado la puerta nuevamente sino hubiera escuchado unos débiles sonidos que no había podido reconocer al instante.

Los escuchó más fuertes y una respiración agitada se sumó. Alguien estaba llorando.

Sunoo.

Dejó su comida en el escritorio y caminó con sigilo hasta la puerta del omega, parecían más fuertes ahora que se encontraba del otro lado de la puerta. Sentía como si le estuvieran acuchillando el pecho por cada débil sollozo.

—No, no, basta por favor—. Escuchó los balbuceos del pelinegro, se preguntó si es que estaba dormido. Ese tono adormecido, era un claro signo de que despierto no estaba.

Abrió la puerta, encontrándose con Sunoo removiéndose en la cama mientras sollozaba. Cerró la puerta detrás de él, tratando de no despertarlo, pero en realidad no sabía que hacer.

¿Qué se supone que hace uno en este tipo de situaciones?

Aspiró con fuerza acercándose, no lo pensó bien y se sentó en la cama, al lado de Sunoo. No sabía si lo que haría estaba bien o mal, pero intentaría con Sunoo, lo que su madre siempre hacía cada que él tenía una pesadilla.

Acercó su mano temblorosa hacia los cabellos negros del omega, con esperanza de que no se despertara. El primer contacto fue leve, sintió los finos cabellos del menor atravesando sus dedos. Comenzó a cepillarlo con delicadeza, tratando de no despertar a Sunoo. Notaba la suavidad de esos finos cabellos, era reconfortante para él. Iba de lado a lado, siempre repitiendo el sutil movimiento.

Observó a Sunoo calmarse después de estar unos minutos con él y soltando leves feromonas que lo harían sentir protegido.
La respiración pausada del menor era pacífica, le recordaba a las brisas frente al mar. Y quería que se mantuviera así durante el resto de la noche. Pero él no dejó de acariciarle la cabeza, tal y como había sido protegido de niño cuando tenía pesadillas.

Espero que dejes de sufrir pronto, Kim Sunoo. Yo estaré aquí contigo.

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Roomie ; SunSunNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ