Capítulo 5 - La Guerra Divina.

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"Seré la segunda cara del amor y el opuesto del odio"

- Lucifer

Les explique a los 3 lo que estaba sucediendo, ellos quedaron igual de aterrorizados e impactados de que los otros arcángeles no comprendieran la magnitud del problema y de la atrocidad que estaba ocurriendo, lo cual a Azrael le pareció en extremo extraño.

Accedieron a ayudarme, siendo Semyazza quien lideraría el ejército de ángeles que decidieron unirse a nuestra causa. Lo que estaba ocurriendo... todos sabíamos que sería algo histórico.

Azrael. Mi Hermana, la cual, siempre ha sido mi favorita entre todos. Le he enseñado todo lo que sabe, su potencial siempre ha sido abrumador y todos los arcángeles sabíamos que si alguien podía formar parte de nosotros, seria ella.

Desde su creación sentí una curiosidad hacia ella, algo que me hizo sentir que ese ángel era algo muy diferente a cualquier cosa que haya pisado El Paraíso. 

Enseñarla a pelear, jugar con ella, mostrarle las maravillas del universo. Ella siempre se sintió diferente.

—Luci, tengo tantas cosas que decirte antes de que ocurra todo esto. — me decía Azrael, mientras sostenía su espada con una fuerza suficiente para partir un planeta entero.

—Hermanita, yo sé que sí, pero prefiero que todo me lo digas con tus acciones, cuando luchemos por nuestros semejantes.

—Entiendo que luchemos para evitar que nuestro padre haga una atrocidad, pero dime, ¿Hay algo más, además de solo evitar un error de él?

—Azrael, eres demasiado para mí. Claro que hay algo más y lo sabes pero querías escucharlo de mí. Así que te lo diré. Ese "algo más", hermana, es algo que te enseñe desde nuestro primer encuentro.

—Fue hace mucho, me has enseñado demasiadas cosas, no lo recuerdo.

—Está bien, entonces te lo enseñare una vez más y, Azrael... siento que esto es lo último que tengo por enseñarte.

—Te escucho, Luci.

—El estar para otros, aquellos que no se pueden defender o para los que pueden, para los que no tienen voz o los que hablan a gritos, para aquellos que viven en la oscuridad o en la luz. Es un acto muy raro. Normalmente solemos elegir un bando, usualmente al más poderoso si quieres ganar, pero solo pocos, tomaran la otra opción con el fin de hacer historia.

Yo puedo sentarme aquí y dejar que mi padre cree a nuestros semejantes tal y como lo tiene planeado. Seguiría disfrutando de todo lo que tiene este lugar, aun seguiría siendo la luz del universo y eventualmente me reconocerían.

Pero, Azrael, hay algo en mí que me hace moverme y actuar de la forma en la que lo hago. No puedo dejar que sean creados y ver como sufren, como se destruyen, de la forma tan dura y pesada en la que tienen que aprender... ver como los deseos de muchos... mueren.

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