Capítulo 28: Jocker

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Durante mi estancia fuera de la ciudad, me concentré en pasar tiempo con mi familia, ya que hacía varios meses sin que nos frecuentáramos.

Por la lejanía entre ambos puntos, era complicado que ellos o yo viajáramos tan constante.

Cuando estuve en casa no dudé en disfrutar cada pequeño momento posible con mis hermanos: Danielle y Hugo.

Danielle se encontraba en plena adolescencia y, tomando en cuenta su gracia, elegancia y buen sentido del humor, hacía que muchos jóvenes que residían a nuestro alrededor, estuvieran interesados en persuadirla para lograr conquistarla.

Al ser el hermano mayor de los tres, tenía la fortuna que ella tuviese la confianza de contarme cada una de sus hazañas transcurridas en mi ausencia, incluyendo aquellas propuestas que recibía de cada uno de sus pretendientes. 

Sentía que era mi deber hacerle saber las precauciones que debía tomar con aquellos caballeros, pues por lo joven que ella era, muchos intentarían aprovecharse de sus sentimientos puros para hacerle daño. Era mi deber evitarle cualquier pena a mi hermana, por lo que tuve varias charlas con ella respecto al tema.

Cuando creí por terminadas nuestras reuniones, ella me sorprendió abordando un tema inesperado.

—¿Te has enamorado de alguien, no es así?—Me cuestiona con la voz angelical que la distinguía.

Ambos nos encontramos en su alcoba, ella sentada en la orilla de su cama y yo recostado en un cómodo y afelpado sillón puf color morado, el cual mis padres le han regalado por su cumpleaños 14.

—¿A qué se debe esa pregunta, podrías explicarme?—Me siento acorralado.

—¿Nunca aprenderás cierto?  hermano, debes saber que cualquier pregunta que te hagan, jamás podrás responderla formulando otra pregunta, es de mala educación—Me informa, mientras se reclina hacia a mí colocando ambas manos en su barbilla.  

—¿Y bien? ¿Cuál es la historia Jock?—Sonríe maldadosamente esperando mi respuesta.

—Estudiaba conmigo en el instituto, pero no me había animado por completo a invitarla a algún sitio antes, hasta poco antes de graduarnos, fue entonces que...—Danielle me interrumpe.

—Y ¿Cuál es su nombre? ¿Cómo es ella? ¿ya son novios?—Me cuestiona enérgicamente mientras da pequeños saltos con las rodillas sobre su cama.

—Alex, nos hicimos novios hace casi 1 año—Le explico mientras me levanto del sillón para caminar por la habitación hasta terminar frente a la ventana.

—¿Llevan casi 1 año juntos y no la has traído a casa? ¿estás bromeando?—Se cruza de brazos y su semblante se vuelve molesto.

—Es lo más lejano que has durado con cualquier cosa antes, eso sin tomar en cuenta que nunca antes habrías pensado en conocer a una chica como a ella, y ahora tienes a alguien que por alguna razón te aprecia al grado de durar tanto tiempo a tu lado ¿y no pensaste en presentarla a la familia?—Su tono se vuelve afligido.

Tenía razón , cada palabra de esta joven tenía la sabiduría de un anciano de 80 años. 

—Lo había pensado en alguna ocasión, es sólo que Alex—Dejo escapar un suspiro que libera un poco la agonía que llevo guardando todo este viaje. 

—¿Es que no la quieres?—Me cuestiona intrigada.

—No, eso no podría ser posible ni por que me lo propusiera yo mismo, es sólo que Alex, a ella le ha costado demasiado abrirse a mí, que me preocupa que en el momento que la presione con algo como esto, ella simplemente decida irse de mi lado—Agacho la cabeza y siento los ojos más húmedos.

—¿A qué te refieres exactamente Jock? ¿quieres hablar de ello? quizás no sepa muchas cosas sobre parejas, pero puedo intentar darte el consejo más útil—Me cuestiona dulcemente y coloca su pequeña mano sobre mi hombro.

—Ella aún no me lo ha dicho, pero sé que ha tenido una vida bastante dura, probablemente más de lo que mi mente puede imaginar. La primera vez que hablamos en la escuela fue porque yo había derramado accidentalmente café en su uniforme, como un gesto de disculpa le presté mi sudadera, cuando decidí colocársela yo mismo, fue que vi la primer reacción de Alex, pues en ese preciso momento se apartó de mí, pude ver sus piernas temblar y un miedo enorme en sus ojos al verme tan cerca a ella—Volteo a ver a mi hermana y su rostro se tensa al escuchar mi relato.

—La siguiente ocasión fue cuando salimos a nuestra primer cita, ya que esa misma noche el pueblo entero se había quedado sin luz, cuando salimos de la cafetería para dirigirnos a tomar un taxi, vi el mismo miedo en sus ojos cuando nos sumergíamos en la calle oscura, decidí tomar su mano para intentar brindarle seguridad, solo así dejó de sentirse en pánico—Siento que mis ojos comenzarán a llorar, pero intento controlarme, así que aclaro un poco mi garganta.

—Cuando nos hicimos novios, noté que le costaba poder abrazarme o incluso besarme, no sabía la razón exacta, pero desde la primer cita y hasta hoy estoy seguro de que su amor hacia mí es real, aún si Alex tiene secretos, sin importar nada, mi amor por ella también es real—Sin poder evitarlo por más tiempo siento las lágrimas recorriendo mis mejillas, hasta perderse en mi barbilla.

—No tenía ni la mínima idea de que todo esto estuviese ocurriendo, lo siento mucho, en verdad lo lamento mucho por ambos—Me aprieta fuertemente la espalda mientras me abraza y yo me estremezco entre su calidez.

—No imagino lo que ella haya podido vivir, pero si en alguna ocasión tengo la oportunidad de saberlo, me encargaré de apoyarla en lo que necesite, pero no puedo evitar que me parta el corazón viéndola sufrir por un pasado desconocido—Recargo mi cabeza en su hombro y ella me acaricia el cabello.

—Hermanito, me duele verte así, pero te daré el consejo que recibí de mi maestra hace unas semanas "nadie puede ayudar tanto alguien como ella misma" sé que amas a tu novia y no dudo que ella lo haga de la misma manera, pero si ella decide no contarte lo que le ocurre, tú jamás podrás hacer algo más por ella, sólo tienes la opción de quedarte a su lado—Me explica y siento que mi cuerpo comienza a relajarse, sintiendo tranquilidad al poder hablarlo con alguien.

Esa noche logré aclarar mucho más mis pensamientos, pues Danielle tenía razón con lo último que me aconsejó, no podía hacer nada para ayudar a Alex, no si ella no me lo permitía. 

Lo único que podía hacer era quedarme a su lado, y estar ahí cuando ella me necesitase o se dispusiera a contarme cualquier cosa que la ayudara a desahogarse.

Cuando me coloco la pijama para ir a dormir, del bolsillo cae una de tantas notas que ella me escribía cuando iba a visitarla después de la escuela, no puedo evitar sonreír cuando leo la posdata diciendo que me quiere.

Había guardado cada pequeño detalle que recibía de esta bella dama, las notas que me regalaba en posties de distintos colores, los separadores de libros con mis lecturas favoritas y un llavero con un balón de basquetbol.

Este ser humano que llevaba por nombre Alex, había logrado meterse en mi alma tan sigilosamente que no lo había notado hasta el día que supe que nadie podía llegar a hacerme sentir tan bien como ella lo hacía.

Se había ganado mi lealtad sin siquiera intentarlo.

Mi corazón era completamente suyo, y no había mayor miedo en mí que perderla, así que estaba decidido a que el resto del mundo se enterase.

Que el mundo supiera que me había enamorado en cuerpo y alma de ella, que la amaba sin condiciones, ni prejuicios.

Ella jamás volvería a estar sola, porque la abrazaré cuando las cosas salgan mal, estaré con ella desde el anochecer hasta al amanecer. Sin importar sus miedos, siempre estaré ahí.

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BYLUR (Editando)Where stories live. Discover now