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Despertó violentamente al sentir como en su mente se reproducía esa pesadilla y el olor a hospital penetró sus fosas nasales. Su agitada respiración despertó a la persona que estaba semi acotada a su lado sobre la camilla.

— Natsu... —susurró preocupado tomando su cuerpo entre sus brazos y estrechándolo con todas sus fuerzas.

Por un segundo pensó que podía estar lastimándola e intentó soltarla, pero al sentir como ella se aferró más a él dejando escapar un fuerte sollozo, retomó ese abrazo besando su sien reiteradas veces mientras las lágrimas volvían a asomarse por sus ojos. Tenía que ser fuerte, porque ella lo necesitaba.

—  Ya pasó. —la tomó de las mejillas obligándola así que lo mirase mientras pasaba sus pulgares por debajo de sus pestañas bajas, intentando limpiar cada rastro de dolor— ¿Por qué lo hiciste, tonta?

Ella inhaló una gran cantidad de aire mientras se dejaba atrapar por la calidez en las acaricias de Toru. Negó con su cabeza, como si eso no importara ahora. Estaba hecho y no se arrepentía en lo más mínimo. Él volvió a besar su frente y hundirse en un abrazo que ninguno quería romper.

Pudo ver por sobre su hombro como su pierna estaba enyesada desde su pie hasta su rodilla. La impotencia volvió a golpear el nudo en su garganta, desahogándose. Estaba furiosa, frustrada y cansada de tener que lidiar con algo nuevo cuando realmente creyó que estaba avanzando, que todo comenzaba a tomar un color mas dulce y claro. Todo era demasiado perfecto para ser real.

La puerta se abrió y el doctor ingresó a la habitación, examinó su pie con mucho cuidado mientras le preguntaba como se sentía y Oikawa a su lado observaba con detenimiento las manos del profesional y las muecas de dolor que escapan de Himura. Fue entonces cuando ella leyó su mirada.

— La operación salió bien, pero tendrás que descansar y hacer mucho reposo. Te recetaré unos analgésicos y podrás ir a casa.

¿Había sido sometida a una operación? ¿Ni siquiera había sido consiente de eso? Además, el hecho de encontrarse en la camilla con el doctor hablándole, sólo le recordaba todo lo que había pasado en el mismo lugar dos años atrás. Ahora tenía sólo una pierna vendada, ante las grandes heridas en todo su cuerpo y el recuerdo sellado en una enorme cicatriz a la altura de su pecho.

El shock en su rostro le dio a entender al hombre de delantal que tenía que seguir hablando con su acompañante. 

— Puede conseguir estos medicamentos en la farmacia de la planta baja. —le entregó el papel recién escrito a Toru— Luego pueden ir a casa, —miró una vez a la muchacha— puedes llevarte esas muletas y cualquier cosa que necesites, no dudes en comunicarte con la administración, te agendaré una cita de inmediato.

El doctor se marchó tras el agradecimiento de ambos adolescentes. El castaño volvió a mirarla con atención. Natsu le sonrió, aquella sonrisa triste que la destacaba, aquella sonrisa que decoraba todos los colores oscuros. 

— Si bien cumplí mi promesa, estuvo mal hecha desde un principio. —Toru intentaba comprender a donde quería llegar con aquel pensamiento, sólo podía observarla con confusión—  No debí haber dicho que sería lo último que haría como capitán del Seijoh, tendría que haber dicho que sería lo último que haría en mi carrera como deportista.

Sus ojos se cristalizaron en un solo parpadeo al mismo tiempo que su voz se quebró en la última oración. El capitán volvió a abrazarla negando con su cabeza sin cesar.

Intenta odiarme... | Oikawa TooruWhere stories live. Discover now