Capítulo XV

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POV María José Garzón

¿Hermano mellizo?

¿Qué?

Al escuchar eso varios recuerdos llegaron a mí. Recuerdos de mi hermana, aquel anillo con aquel grabado:
D. Walsh.

Aquel mensaje que mi padre me mandó hace años antes de desaparecer, el mensaje en el que me dijo que el hijo menor de John Walsh era el responsable de ma muerte de mi hermana.
"El retoño más pequeño de los Walsh"

Daniela diciéndome el día anterior que ella nunca había matado a alguien con sus propias manos.

El comentario de Daniela de que su hermano se había ido quince años atrás. Todo tenía sentido, y a la vez no.

-Amor, se que te debes estar haciendo muchas preguntas en este momento.- escuché la voz de mi esposa hablándome.

-Así es. ¿Cómo es eso de que tienes un hermano mellizo? Llevamos casi trece años de casadas y nunca me has hablado de eso.- le respondí, ella miró a Dylan y él hizo un gesto de incomodidad.

-Mejor pasemos adentro para conversar con más tranquilidad, el desayuno ya está listo.- dijo Daniela y yo levanté una ceja, para hacerle saber que quería una explicación urgentemente- Prometo que te lo voy a contar todo, mi amor. Pero ahora solo quiero estar cerca de mi hermano, y compartir tiempo con él.- yo sonreí sin humor.

-Hazlo. Disfruta de tu hermano. Tú si puedes hacerlo.- me miró confundida.

-¿Qué quieres decir?

-Nada. Solo pasemos, y luego me cuentas.- ella asintió y tomando mi mano nos dirigió al comedor, e inmediatamente fuimos seguidas por Dylan.

-Siéntate, hermano.- dijo Daniela- ¿Todavía amas desayunar huevos con tocino?- ella estaba tan emocionada de verlo que me abrumaba.

-Sí, aún es mi desayuno favorito. ¿Tú todavía amas ese té raro que tomas en las mañanas?- dijo él riendo.

-Tiene casi diez paquetes de ese té, y pronto comprará más. Le encanta.- esta vez fue mi turno de hablar- Por cierto, te lo dejé servido, pero ya se debe haber enfriado.

-No hay problema, amor. Enseguida lo caliento y le preparo el desayuno a Dylan. Pueden seguir conociéndose mientras vuelvo.

Daniela caminó hasta la cocina, dejándome a solas con su hermano. Cuando estuvimos solo pude notar su penetrante mirada marrón en mi cuerpo. Y sonreía.

Su sonrisa no era precisamente tranquilizadora. Al contrario. Me ponía jodidamente nerviosa, y a mí nadie me pone nerviosa.

-Que maldita suerte la de mi hermana para tenerte.- habló bajo, con un molesto tono coqueto en su voz- Esta es una de las pocas veces en la vida que la envidio demasiado. Me gustaría que fuera mi cama en la que duermes, María José.- definitivamente este tipo no era alguien de quien podría fiarme.

-¿Acaso me estás coqueteando? ¿A mí? ¿A la esposa de tu hermana, en nuestra propia casa?- me miró fijamente a mi rostro, específicamente a mis labios y humedeció los suyos. En otras circunstancias lo habría encontrado sexy- Eso no es lo que tengo entendido como lealtad entre hermanos. Y no creo que sea del agrado de Daniela.- una risa amarga salió de él.

-Primero intenta que te crea que yo, su amadísimo mellizo, soy capaz de traicionarla así.- quería golpearlo. ¿Puedo golpearlo?- Pero en todo caso, estaríamos a mano.

-¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso acostumbran a "quitarse" novias entre ustedes?- me reí y el se unió a mi risa.

-Yo no. Ella sí.

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