Capítulo III

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POV María José Garzón

Entraba en aquella Academia con paso firme.

Esa Academia. Mi Academia.

Lo único positivo que Daniela Walsh había aportado a mi vida. PerformArts Academy fue lo único bueno que pudo darme.

La verdad es que cuando comencé la carrera de Artes Escénicas me enamoré por completo del arte en todas sus manifestaciones. Mi deseo siempre fue ser una bailarina reconocida y algún día abrir mi propia escuela.

Pero no sucedió en ese orden.

Dirijo una Academia de Artes, y es totalmente mía. Pero no la conseguí por mis propios esfuerzos, ni lo hice con mi dinero, sino con el de mi esposa.

Ella compró las instalaciones, contrató un gran número de personal que se encargaría de construir y remodelar lo necesario para que fuese lo que es hoy, el paraíso de las artes, mi lugar feliz.

Le pregunté varias veces acerca de los gastos que habían provocado todo, y siempre respondía lo mismo...

"El dinero que gasto nunca es suficiente si es para que tú seas feliz"

Yo solo sonreía hipócritamente y pensaba en que era una mentirosa, y que solo lo hacía por mantener su conciencia tranquila.

Y si lo pensaba bien, no le debía nada. Después de todo, la mitad o más de la fortuna de Daniela Walsh me perteneció en algún momento.

Pero ella se encargó de arrebatarme todo. Todo lo que tenía, y todo lo que amaba.

Y como consecuencia, yo destruiría su miserable vida.

-

Llegué al salón de baile central, dónde, la mayoría de las veces, daba mis clases.

Comencé hacer movimientos de estiramiento, para preparar mi cuerpo para todo el esfuerzo físico que vendría a continuación.

Realicé el calentamiento en los músculos de mi cuello y brazos, y después de varias secuencias procedí a calentar mis piernas.

Luego de quince minutos mi cuerpo estuvo listo para una hora completa de clases de baile contemporáneo.

Mi favorito.

Si tuviera que elegir un estilo de baile para describir mi personalidad, siempre elegiría ese.

Una danza moderna creada por y para la expresión de sentimientos.

Con sus movimientos, los intérpretes, debíamos expresar todo lo que sentimos. Tantos sentimientos comunicados mediante nuestros cuerpos, mismos sentimientos que estaban en un constante cambio. Los amantes de este estilo tenemos en común el rechazo hacia las tradiciones, y a lo convencional, por lo que estábamos en una continua revolución.

Yo soy así. Una persona cambiante. No soy lineal. Mis sentimientos pueden transformarse en cuestión de minutos, y me era imposible no demostrarlo de alguna u otra forma. Pero a la vez, habían sensaciones que eran permanentes en mi alma desde hace quince años.

Rencor, odio, rabia. Como resultado...

Mis deseos de venganza.

-

Eran las seis de la tarde y conducía mi caro auto deportivo.

Arribé a aquel edificio deteriorado y lleno de inmundicia.

Me bajé del auto y vi aquel hombre que, por desgracia, era mi costumbre ver siempre una vez a la semana.

Me vio y sonrió acercándose a mí. Desprendía delincuencia por cada poro de su piel.

-¿Lo mismo de siempre, bonita?- preguntó con una sonrisa socarrona.

-Sí.- fui rápida y concisa. Saqué dos mil dólares y se los extendí, su sonrisa se amplió.

-Siempre es un placer verte, millonaria sexy.- me miró de arriba hacia abajo, una mirada lasciva que me pareció asquerosa- Pero me agrada más hacer negocios contigo.

Y me extendió una bolsa con cierta variedad de pastillas, y algún que otro pequeño paquete de polvo blanco.

Iba ser una noche fabulosa.

-
-

POV Daniela Walsh

Dos de la mañana.

Dos de la mañana y me encontraba sentada en la sala de estar de mi mansión bebiendo una copa de vino mientras esperaba a mi mujer.

Mi mujer...

Me reí sin humor.

Ella solo era mía cuando estaba en mi cama. Fuera de esta, podría ser de cualquiera.

Eso me dolía, me mataba.

Por alguna razón que desconocía, Poché sentía un enorme odio hacia mí.

Un odio sin fundamentos. Porque lo único que hice desde que la conocí, fue amarla e intentar hacerla feliz de todas las maneras posibles.

Pero mi paciencia se estaba agotando.

El divorcio era un límite al que no quería llegar. Pero sabía que, tarde o temprano, sería inevitable.

Mi única fuerza es mi hijo. Solo por él aguanto este infierno.

El sonido de unas llaves me sacó de mis pensamientos.

Era ella...

Me vio y comenzó a reír y caminar hacia mí.

-Hola esposita.- dijo en un tono casi inentendible, a duras penas se sostenía en pie. Llegó hacia mí y la agarré de la cintura para que no terminara desparramada en el suelo.

-¿Qué te metiste hoy, Poché?- le pregunté con cierto dolor en mi voz. A pesar de todo, me dolía verla así.

-Tal vez éxtasis, tal vez un poco de coca, y tal vez un poco de mucho vodka.- arrastró demasiado las últimas palabras, su estado era deplorable.

-Debes parar con esto. Cualquier día te vas a matar de una sobredosis o una intoxicación por alcohol, no sé. ¿Por qué lo haces, mi amor? ¿Por qué te haces esto a ti misma?- la miré a sus ojos dilatados y brillosos. Me devolvió la mirada y se rió fuerte.

-Algún método debo usar para soportarte.- y por millonésima vez sentí que sus palabras me desgarraban el pecho- No es fácil vivir con la persona que más odio en esta vida.- susurró mientras me acariciaba mi labio inferior con su dedo pulgar.

-¿Por qué me odias?- se rió nuevamente.

-Me arruinaste la vida, Daniela Walsh.

-No entiendo. No entiendo por qué insistes en eso. Solo te he amado durante trece años, Poché.- mis ojos se aguaron.

-Hipócrita. Eres una hipócrita.- empezó a golpear mi pecho, de sus ojos salieron lágrimas y me sorprendió. Nunca la había visto llorar, solo en el nacimiento de Nathan. Miró mi boca.- Una hipócrita condenadamente sexy.

Y me besó.

Y todo sucedería de nuevo.

Era como un bucle constante del que no salíamos. Y funcionaba así...

Se enojaba conmigo. Se iba desde las ocho de la mañana. Regresaba de madrugada borracha o drogada, o ambas. Cuando llegaba me insultaba, o vomitaba todo si odio hacia mí. Luego me besaba, yo le seguía el beso, y terminábamos teniendo un sexo fabuloso.

No puedo negar cuanto me lastimaba todo aquello. Pero nunca podía evitar caer en sus brazos como una verdadera idiota.

Pero yo soy suya, y no perdería ninguna oportunidad de hacerla mía, porque mañana...

Mañana podría ser de cualquiera.

Dark TimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora