Capítulo X

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POV María José Garzón

El retoño más pequeño de los Walsh.

Fueron las últimas palabras que me dijo mi papá mediante ese mensaje de texto. Ese mensaje que confirmó que la hija menor de John Walsh había sido la culpable de la muerte de mi hermana.

Con ese mensaje confirmé que mi objetivo sería Daniela.

15 años atrás.

Eran las cuatro de la mañana, y me encontraba sentada junto a mi padre en la sala de nuestra casa. Ambos tomábamos café mientras, preocupados, esperábamos a mi hermana.

Habían pasado más de doce horas desde que se había ido, y alrededor de ocho horas desde la última vez que se reportó diciendo que ya saldría para la casa.

Pero era ua de madrugada y no había señales de ella.

La vi irse feliz a encontrarse con "su persona". Luego cuando hablamos por teléfono sonaba triste. Al parecer "la persona" había tenido un ataque tonto de celos y eso provocó que discutieran. Eso fue lo último que supe.

Al reloj marcar las cinco y treinta de la mañana, mi papá recibió una llamada de un número desconocido.

-Buenos días.- lo escuché responder- Sí, soy yo.- hizo una pausa- Así es. Valentina Garzón es mi hija. ¿Pasó algo con ella?- al escuchar el nombre de mi hermana me levanté del sofá y me situé al lado de mi padre- ¿Qué? No puede ser.- me alarmó el tono angustiado de mi padre. El mal presentimiento que tenía, además de las ganas de abrazar a mi hermanita aumentaron considerablemente- No. Eso no puede ser verdad. ¡No! ¡No! ¡Mi niña no!

Mi padre comenzó a llorar y el teléfono cayó de sus manos.

-¿Papá, quién llamó? ¿Dónde está Vale?- pregunté con la voz entrecortada. En el fondo yo no quería saber esa respuesta.

-Me... me llamaron de la policía. Encontraron un.. un cadáver cerca del Parque Golden Gate, en sus pertenencias encontraron su identificación, y...

-¿Mi hermana?- lo miré a los ojos- ¿Es mi hermanita, papá?

-Eso parece. Debemos ir a la morgue a reconocerla, para eso me llamaron.

Llevé mis manos a mi cabeza y comencé a llorar desconsoladamente.

Mi papá me abrazó, y destruido me dijo que debíamos ir para salir de dudas.

Llegamos a ese lugar. Me dieron escalofríos de lo sombrío que me pareció todo.

-¿Quién de los dos hará el reconocimiento?- se acercó a nosotros un hombre canoso, vestido con una bata blanca.

Miré a mi papá. Parecía un cuerpo sin alma. Su mirada vacía estaba en un punto fijo, ni siquiera notó que alguien se nos había acercado.

-Yo lo haré.- dije contundentemente.

Debía ser fuerte. La pérdida de un hijo es demasiado dolorosa, y yo debía darle apoyo a mi padre.

Seguí a aquel médico forense por aquellos silencioso pasillos. Llegamos a una habitación demasiado fría. Allí se encontraban los congeladores que evitaban la desintegración de aquellos cuerpos sin vida.

El hombre se paró frente a un contenedor que tenía el número 376.

-¿Lista?- preguntó con la mano puesta en la cerradura del congelador.

Dark TimesWhere stories live. Discover now