Todos los personajes pertenecen a JK Rowling, y por consiguiente a la saga de Harry Potter, Animales Fantásticos y datos e historias de Pottermore.
Los hijos de aquellos que salvaron Inglaterra una vez son ahora los protagonistas de su propia aventu...
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Su madre le había prohibido decirle a su padre quien le había regalado aquella gatita de pelaje largo blanco y anaranjado, de ojos verdes y rostro curioso. Su gata Van Turca, había sido un regalo de Scorpius, un regalazo de Scorpius, algo que ella no merecía pero que el muchacho había dejado claro en su nota.
Todo olvidado Granger-Weasley, tendré que aprender a no tirarte de la lengua, por ello, cada vez que quieras insultarme recuerda esto.
Ese "esto" era la hermosa gatita juguetona que Rose aún no había bautizado y su madre le había prohibido decir su paradero. Claro que Rose no había sido tan tonta como para decirle a su padre que era amiga de Scorpius Malfoy y solo le había confiado aquella valiosa información a su madre.
—Hablaré con tu padre,— comentó mientras acariciaba las orejas de la gatita. —montará en cólera cuando se entere de que Scorpius Malfoy... la última vez que vio a Draco recuerdo que lo quería matar.— comentó haciendo una mueca. Rose miró a su madre con los ojos muy abiertos. —Mientras tanto le diremos que es regalo de tu amiga Thalía, ¿te parece bien?
Rose asintió, el regalo de Thalía había sido un libro de hechizos avanzados y transformaciones varias que había devorado en menos de dos días, le había sido de mucha utilidad y estaba dispuesta a ponerlo en práctica cuando llegaran al colegio. Se rascó la nariz y tomó a su pequeña gata para mirarla con atención.
Su padre se había tragado la mentira de su madre y Hugo no hacía mucha mención al animal, aunque le había sugerido varios nombres, como Ginger, Summer, o Nala, por una de sus películas favoritas, pero no le convencía ninguno.
Llegó a la estación con su gata sin nombre y se despidió de sus padres y su hermano menor con un fuerte abrazo. Hugo no había dicho mucho sobre su estadía en Hogwarts, aunque Rose conocía suficientemente bien a su hermano menor como para saber que el joven de nueve años se moría de ganas de ir con ella.
Se encontró con Albus y con James. Rose no hizo ningún comentario sobre las gafas que llevaba su primo que portaba con orgullo. Rose pensó que se veía bien, y cuando se lo comentó a Albus este se limitó a bufar.
—El gran James Potter ha vuelto a Hogwarts reencarnado en mi hermano, prepárate porqués va más subido que nunca.— Rose sonrío divertida. Había regañado muchas veces a James por sus bromas, pero en realidad le encantaba ver sus trucos con fuegos artificiales y aquellos aparatos que brillaban y echaban chispas en la oscuridad. Fred y James podían ser molestos pero sabían dejar huella cuando se prescindía de ellos.
Mientras recorrían los pasillos del tren en la difícil tarea de buscar un compartimento, se chocaron con algunos alumnos de Slytherin que le dirigieron miradas de asco a Albus y algún que otro insulto. Albus le dio un pisotón para que no replicara. Le hirvió la sangre cuando vio al pomposo de Rosier y a la subida de Rowle pasar de largo al escupirle a Albus.
