El 14 de Carlton Vale

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┅┅━━━━ ۵ ━━━━┅┅𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈┅┅━━━━ ۵ ━━━━┅┅

                                   "Muchas veces la magia es lo que nos mantiene con vida

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"Muchas veces la magia es lo que nos mantiene con vida. Otras es el amor."
—Ronald Weasley

El ruido de un balón botando la despertó. Para su desgracia. Se tapó la cabeza con la almohada para seguir durmiendo pero una risa aniñada le impidió su tarea. Gruñó y apretó más si cabía la almohada contra su cabeza.

No había nada en el mundo que le fastidiase más que el hecho de que la despertasen. Era sábado, podía dormir todo lo que quisiese y más, pero su hermano le hacía difícil aquella tarea.

Cuando escucho el chirrido de la puerta al abrirse y la luz del sol entrar por su ventana supo que había perdido y resignada soltó un quejido lastimero.

—Cariño ya es hora, además te esperan en la cocina.— frunció el ceño por debajo de la almohada al oír la voz de su madre. No quería levantarse.

Le movió el hombro y volvió a insistir en aquella acción. Escucho las pisadas de su madre alejarse por el pasillo y bajar las escaleras hasta perderse por el piso de abajo. Con un bostezo mal disimulado se quitó la almohada de la cabeza y se desperezó sin ánimo.

Bajó de la cama y aún en pijama bajó por las escaleras medio dormida, sin tener total control de su cuerpo todavía. Observó el cabello rojizo de su hermano corretear con un balón de baloncesto entre las manos. Su padre lo miraba contento desde la mesa de la cocina mientras desayunaba y ojeaba un ejemplar del Profeta que tenía entre sus manos.

—Buenos días princesita.— saludó dándole un beso en la frente y ofreciéndole jugo de calabaza.

Hizo un simple gesto con la cabeza en forma de saludo. No tenía fuerza siquiera para hablar, no podía ni abrir los ojos ni ver con claridad. Tomó un trago del vaso que su padre le había ofrecido y al dejarlo en la mesa se frotó los ojos para ver mejor.

Aquella era la tan acostumbrada rutina del verano allí, en el número catorce de  Carlton Vale. Había pasado un par de días en la madriguera con sus abuelos y algunos de sus primos, pero en cuanto le dieron vacaciones a su madre volvió a casa.

El mes de agosto había caído sobre Londres con una intensa ola de calor, y aquel sofoco le hacía que tuviese más ganas de dormir, o ir a la madriguera y volar en escoba cuando su madre no miraba y jugar en la charca a cazar sapos o gnomos con James, Fred y Lily. Pero estando en casa también se sentía bien.

Cuando apartó las manos de sus cansados y azules ojos, y los volvió a la mesa para continuar desayunando, encontró una carta en el lugar donde había estado su desayuno.

Pestañeó un par de veces, aún sin creer lo que veía. Tal vez seguía en su cama durmiendo. O el calor la hacía delirar. Había tenido ese sueño las dos ultimas semanas, pero aquella vez era demasiado real para ser producto de su imaginación. Se pellizcó la mejilla y vio que el dolor era tan real como la carta con el distintivo sello que reposaba delante de sus ojos.

El Orbe de Merlín || Tercera Generación IWhere stories live. Discover now