-Creo que me iré, no me encuentro muy bien... -añadí asqueada. No podía soportar la situación.
Comencé a acelerar el paso cada vez más rápido, por el rabillo del ojo pude ver como Gabriel me miraba de arriba abajo como si fuese una rata de laboratorio.
No quería que nadie se enterase de mis celos que me estaban comiendo por dentro. No me enorgullezco de ello, espero que Gabriel sobre todo no lo haya notado.
Jardín de los simples, ahí te vamos. Nunca viene mal desahogarse con la naturaleza. Hacía tiempo que no me venían ataques de celos. Aunque no lo entiendo, como puedo estar celosa de una persona que apenas conozco y que aparte, en dicha forma nos llevamos mal.
Yo iba prácticamente corriendo hacia los jardines, cuando de pronto un chico me para.
-Hola, soy el encargado de repartir cartas. ¿Alguna de estas es tuya?
Había una para mí, me había ilusionado pensando que era mi madre y ya tendría la respuesta a mi pregunta, pero no, era Abel.
En cierto modo me alegraba que fuese él. Pero aún seguía con mi duda.
Fue llegar al jardín y comenzar a soltar lágrimas, lágrimas que al fin y al cabo no servían para nada, lágrimas de rabia, ira, celos, de todo...
Me siento en un rincón donde nadie me pueda ver. Tengo pensado quedarme aquí toda la noche, al fin y al cabo es viernes, mañana no hay clase y no tengo que levantarme temprano. Aquí estoy escondida y sola.
Mientras mis lágrimas caían sin parar, abrí el sobre de Abel a ver si eso me podía conciliar un poco el llanto.
Amiga Florence:
Antes de comenzar, he de decir que voy armar un testamento con esta carta ya que te extraño mucho y te mereces un testamento y mucho más.
Las mañanas repartiendo los periódicos ya no son lo mismo sin ti. Al levantarme, antes, me llenaba de alegría saber que tu me ibas a ayudar a repartir el correo o el periódico. Ahora mismo solo siento un vacío muy grande en el pecho, es tan enorme que hasta se me eriza la piel de pensarlo. Me acuerdo cuando me hacías reír con tus estupideces de cría, y aunque estaba mal sentimentalmente tú conseguías sacarme una sonrisa, eso lo aprecio mucho, te lo digo enserio. Probablemente ni siquiera leas esto ya que tu madre me comentó que ya tenías tu grupo de amigos. Espero que nunca me reemplaces porque yo sigo aquí esperándote, y siempre lo haré, aunque no lo creas. Cualquier cosa que me quieras comentar, sabes que estaré aquí.
Con mucho cariño Abel.
Intentaba retener las lágrimas, pero no podía, se me hacía imposible. Extraño mucho a Abel, aquí todo el mundo va a la suya. Quiero desaparecer un rato de este mundo lleno de obstáculos y retos.
***
A lo lejos se puede apreciar las luces de las luciérnagas. Es relajante. Se ha hecho de noche, y ya tengo demasiado claro que me voy a quedar aquí. Tenía unas ojeras que se pueden ver desde lejos de tanto llorar y los labios hinchados.
De repente, detrás mío siento una voz ronca, pero me suena mucho, Gabriel. Viene con una botella de Vodka sin camiseta, empapado y con los labios rojos, no puedo deducir si es sangre o pintalabios, prefiero no saberlo. Todo hay que decirlo, se ve guapísimo mojado y sin camiseta, da a lucir su perfecto abdomen y músculos.
-¿Qué estás haciendo, Florecita? -preguntó Gabriel con una sonrisa burlona y enarcando una ceja.
Sin darme cuenta estaba mirando su abdomen, que vergüenza, aunque hasta estas alturas me da igual.
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^^LA DOBLE CARA DE LA DAMA Y EL CABALLERO^^
Teen FictionSinopsis: Una humana de tan solo 15 años de edad nunca creyó que balancear las piernas de forma continua y nerviosa en un muelle, sería la señal de que su vida no iba a ser la misma de siempre. Hay un gran misterio por descubrir y ella sólo podría...
Capítulo 11
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