21. Si el fuego nos consume, bailemos.

Start from the beginning
                                    

Su aliento hizo que me estremeciera, me pegué más a él y asentí con la cabeza. Creí no diríamos nada más, al menos no por el momento, pero él continúo hablando.

—¿Me querrías si fuera así todo el tiempo?

La pregunta me sobresalto de inmediato.

¿Me querrías?

Yo ya te quiero, Edward.

No supe que contestarle al principio, me quedé mirándolo un momento. Seguía teniendo moretones en la cara y quemaduras en los brazos, pero la fiebre y el malestar habían cesado.

—¿Quién dice que no te quiero?

—Ambos sabemos que te he hecho cosas imposibles de perdonar —su voz sonaba extraña, dolorosa.

Yo aparté la mirada y me senté en la cama para no tener que mirarlo. A veces trataba con tanta fuerza de dejar todo atrás que cuando Eddie lo recordaba era como si de nuevo me diera una bofetada.

—No se trata de perdonar, Eddie.

—¿Entonces de que se trata?

—De ignorarlo.

Él se quedó pensándolo un momento.

—¿Puedes hacer eso?

—Lo he hecho desde que te conozco.

—¿Y funciona? —preguntó.

—La mayoría del tiempo, he estado acostumbrado a ignorar las cosas hasta que se desaparecen.

—No voy a volver a lastimarte.

Por alguna razón, le creí. En esa ocasión su voz sonaba verdadera.

—Lo sé.

Y yo tampoco. Pensé, claramente, no se lo dije. Quizá si alguna vez se enteraba de que lo había manipulado para matar a Víctor y lo había acusado para que lo metieran a la maquina de electro shocks, sería él quien no iba a perdonarme.

Pero aquella noche y después de las palabras que se pronunciaron y las que no, creo que ambos nos perdonamos.

Volví a recostarme en su pecho y él me paso una mano por la cabeza, intentando que me durmiera. Después de un rato me acurruqué y lo besé en la boca, cuando estaba desprevenido. El gesto lo sorprendió y en cierto modo, a mí también. Nos miramos por un rato y luego él me colocó encima suyo y yo sonreí.

Llevaba tanto tiempo queriendo sonreír por su contacto, creo que me había resistido con tanta intensidad porque lo había deseado demasiado y me negaba a aceptarlo.

Él me tomó de la cintura y me besó con delicadeza, hasta que empezó a hacerse más y más intenso. Sus manos, las mías, todo era desastroso y a la vez, era como bailar sobre un suelo en llamas. Si te quedabas en el mismo sitio mucho tiempo, quemaba, pero ambos aprendimos a movernos con soltura sobre el infierno. Nos enamoramos estando bajo el calor y la mirada de un demonio, y todo lo que habíamos hecho era jugar con fuego hasta que los dos terminamos quemados.

Él me besó y yo respondí y sus manos se movieron a través de mí y yo encontré un camino a su alma y me sorprendí enormemente al encontrar indicios de un hombre delicado, cuidadoso, un hombre que estaba enamorado de mí, un hombre que podía salvarse y el caminó podía salvarme a mí.

Me encontré conmigo mismo en aquellos momentos en los que nos besamos, me encontré con quién era y con aquel niño que había salido de Chesterfield con un morral y una sudadera, nos miramos y aunque ninguno pudo reconocer al otro, aprendimos a perdonarnos. Él no deseaba ser como yo, y yo ya no podía regresar a ese punto de la historia.

Killing EddieWhere stories live. Discover now