HISTORIAS Y ONE-SHOTS// LOKI Y TU (+18)

#2. EL REY DE MIDGARD 🔞

Mi nombre es _______ y cuando era apenas una adolescente me raptaron. Aunque lo recuerdo como si fuera ayer, recuerdo que fue al salir de mis clases de acuarela, estaba relativamente cerca de mi casa, pero decidí desviarme para comprar algunas golosinas. La calle estaba solitaria, a excepción de una furgoneta negra que pasó por mi lado. En principio no parecía nada del otro mundo, pero este vehículo paró de repente y tres hombres de negro con pasamontañas salieron de él. Intenté dar media vuelta y huir, pero justo detrás de mí me encontré con otros tres hombres que me cerraron el paso. También recuerdo gritar y pedir auxilio antes de sentir un agudo pinchazo en mi cuello, después todo se volvió negro.

Me desperté en una camilla, con mis pies y manos sujetos a ella, completamente inmovilizada. Al mirar aterrada a mi alrededor vi que estaba en lo que parecía una especie de quirófano, aunque más bien era una sala de torturas. Allí hicieron todo tipo de experimentos conmigo, me inyectaron sustancias que me provocaban gran dolor, a veces durante días, mientras tomaban nota de las reacciones que aquello provocaba a mi cuerpo.

Pero aquello no era lo peor, no, lo peor llegaba por la noche cuando algunos de los trabajadores venían y abusaban de mí sin parar. Pero una noche todo cambió, ese día me habían inyectado algo nuevo y notaba arder cada parte de mi cuerpo, era como si me estuviera quemando por dentro. Aquella noche, cuando los dos hombres que ingresaron a mi celda se disponían a violarme, me resistí, no físicamente, sino que, sin saber muy bien cómo, mandé a aquellos hombres por los aires y les hice estrellarse contra la pared de la celda, uno de ellos se levantó y sacó su arma eléctrica, pero no le dio tiempo a usarla contra mí, simplemente deseé ver su cuello roto y sucedió, su cuello emitió un fuerte crujido cuando se giró hacia atrás 180º y quedó tendido en el suelo, como un muñeco al que acababan de voltear la cabeza.

Fueron necesarios 10 hombres para poder contenerme y, a partir de ahí, los experimentos dejaron de ser torturas para centrarse en aquel poder que habían creado en mí, aunque para ello necesitaron encerrarme en una celda de alta seguridad, ya que de otra forma podría escapar.

Había adquirido la habilidad de mover objetos con la mente, podía matar a un hombre haciendo que su cráneo estallara o torturarle rompiendo todos los huesos de su cuerpo, además, también podía disparar ráfagas de energía.

Un día hubo un gran movimiento en el laboratorio, veía al personal correr y disparar, por lo que supuse que alguien había tomado la base. Entonces vi a mi salvador, o al menos eso pensé en ese momento. Llevaba un traje azul y escudo. Cuando me liberó de aquella celda me dijo Steve Rogers, que los que me habían raptado eran de una organización terrorista llamada Hydra y que ahora por fin era libre, aunque mi libertad no duró mucho, ese mismo día los suyos me volvieron a encerrar porque, según ellos, podría ser "peligrosa" e "inestable" y que debía iniciar un largo proceso antes de poder integrarme en la sociedad.

Mentira, ellos también querían estudiarme, también experimentaron conmigo al principio y, cuando obtuvieron todos los resultados, simplemente me dejaron encerrada en aquella celda de cristal.

Hasta que un día vi agitación, al igual que cuando asaltaron la base de Hydra, por lo que me acerqué al cristal para ver qué estaba pasando y me confundió lo que vi, ya que los guardias se estaban matando entre ellos.

"¿Qué está ocurriendo? ¿Por qué pelean entre ellos?" Me pregunté.

Uno de los grupos pasó frente a mi celda y, junto a ellos, iba un hombre al que no reconocí y sí parecía diferente al resto. Llevaba un extraño objeto en sus manos, una especie de lanza con una luz brillante. Entonces aquel hombre se giró hacia mí y nuestras miradas se encontraron. Aquel hombre se detuvo y me miró con curiosidad mientras le preguntaba algo a uno de los hombres que le acompañaban. A él sí le conocía, era Clint Barton, recordaba su nombre porque fue uno de los que dijo que era inhumano tenerme encerrada, pero ahora parece ser que había cambiado de bando. No podía escuchar la conversación, pero sí ver como el desconocido asentía ante lo que Clint le decía y, después, este se acercó a mi celda con una semi sonrisa.