«¡Sol, que todo lo ves y todo lo oyes!»

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Pero yo sabía que no era así.

Reconocí sus rasgos exóticos incluso en la penumbra.

Lizzy.

La mujer vino hasta mí con paso decidido y, antes de que me diese tiempo a decir nada, me abrazó con fuerza, rodeando mi cuello con sus brazos delgados. Cuando me soltó, se volvió hacia Mel, quien nos observaba con una mirada tierna, y depositó un beso vehemente sobre sus labios.

Ambas mujeres unieron sus frentes mientras susurraban algo que no llegué a comprender. La confusión creció al entender el motivo: estaban hablando en griego. No habría sido algo extraordinario y digno de reseñar si no fuese porque ninguna de mis dos amigas era griega y porque no se trataba de griego moderno —estaba convencida de ello, puesto que yo también conocía la lengua—, sino antiguo.

Estaban hablando griego clásico.

—Chicas —llamé—, ¿alguien puede decirme qué está pasando? —Las dos se volvieron en mi dirección con un rictus indescifrable—. Por favor —añadí.

—Diane nos dijo que estabas en peligro... —comenzó Lizzy.

—Liz... —advirtió Mel tras dedicar una mirada fugaz a la calle—. Aquí no.

—Está despejado —aseguró su novia—. Me he asegurado de ello.

Algo en su tono me puso los pelos de punta. No supe a qué se refería, pero tampoco quise saberlo. Alterné la vista entre ambas mujeres, quienes bromeaban sobre algo que no conseguí escuchar, hasta que recayó sobre el objeto que colgaba del cinturón de Liz. Un arma tremendamente similar al que llevaba Mel.

Esta última se alejó apenas unos pasos de nosotras para poder realizar una llamada, dejándome a solas con Lizzy.

—¿Por qué vais armadas? —cuestioné en un resuello que mi amiga apenas llegó a escuchar—. ¿Qué está pasando, Liz?

—Te lo explicaremos todo, Soph. —Sus manos acunaron mi rostro con dulzura—. Lo juro, pero no aquí. —Abrí la boca para volver a preguntar, pero ella resolvió mis dudas antes de que la voz abandonase mis labios—. No es seguro.

Asentí sin decir nada más. Tampoco tenía muchas más opciones.

—Era Diane. Ya sabe que estás con nosotras. Hemos quedado en su casa —dijo Mel al unirse a nosotras—. Quería que nos reuniésemos aquí, pero le he dicho que tenemos la situación bajo control.

—Y no es ninguna mentira —convino Lizzy con una mueca divertida—. Deberíamos ir por la zona del Jardín Botánico. Es más seguro.

—¿Crees que habrá más?

—Posiblemente.

Me apoyé contra la pared con un suspiro y dejé caer la cabeza hacia delante. Mis pertenencias estaban repartidas a mis pies en las bolsas que el tal Consejero había preparado para mí.

—¿Quién es el Consejero? —pregunté abruptamente, haciendo que mis amigas se girasen hacia mí con una expresión de sorpresa absoluta—. ¿Sabéis quién es o no? —insistí tras unos segundos en silencio.

Lizzy fue la primera en reaccionar:

—¿A qué viene eso, Soph? ¿De qué le conoces?

—Le he visto.

La pareja compartió una mirada indescifrable antes de coger mis cosas a toda prisa y arrastrarme a través de las oscuras calles de la ciudad.


—¿Estás segura de que no te ha dicho nada más? —preguntó Mel mientras paseaba en círculos por el salón.

Volví a negar por vigesimoquinta vez mientras daba un sorbo a la manzanilla que Lizzy, quien estaba sentada a mi lado en el sofá, me había preparado al llegar al apartamento de Diane. Esta última, por su parte, se encontraba apoyada contra la mesa de mármol de su salón.

É R I D E [PÓLEMOS #1] | TERMINADAحيث تعيش القصص. اكتشف الآن