—Durmiendo.— Camine hacia la cocina porque recién me había levantado y pensaba hacer el desayuno. —Déjalo tranquilo, él trabaja hasta la noche.

—Está bien, solo preguntaba.— Me miro inocente. —Traje jugo de manzana y me tome la libertad de comprar bagels de mora.

—Me ahorraste de hacer el desastroso desayuno.— Agarre la bolsa de bagels y lo partí en la mitad y luego lo puse en la tostadora.


Agarre dos vasos y vertí el jugo de manzana ahí. Le dije a Selena que ponga platos individuales, tenedores, cuchillos y platos para desayunar las dos. Después de veinte minutos, las dos nos estábamos deleitándonos con los bagels que con un poco de mantequilla untada y derretida, fue lo mejor que probé en mi vida. Hablamos de nuestros horarios para hoy en el centro comercial, luego, hicimos una lista de las decoraciones que compraremos y también de las tiendas en donde iríamos. Mientras Selena se quedaba lavando los trastos, yo aproveche el tiempo bañándome; me vestí en unos simples jeans rasgados, unas botas marrones, un polo negro con un diseño raro y encima una chaqueta color marrón claro. Me puse un beannie de color plomo y agarre un bolso. No me maquille porque sentí que no lo necesitaba; así que cinco minutos después ya nos encontrábamos en el carro de Selena dirigiéndonos al centro comercial. A dos semanas de la víspera de navidad, no había mucha gente y eso fue glorioso. Recorrimos por una tienda de decoraciones para el árbol de navidad y algunos gorros navideños. Desde que trabajo en la empresa, todas las navidades y Año Nuevo lo paso con Selena ya que ella no tiene familia y yo no quiero volver a ver a mi mamá en fiestas. Ahora a nuestra pequeña celebración se une Austin, él no tiene dinero para volver a New York y nosotras lo acogeremos. Pasamos toda la tarde comprando y viendo todas las tiendas, cuando cada una tenía como cinco bolsas en cada mano, paramos a comer algo, en un restaurante italiano. Las dos pedimos lasañas y Coca-Cola Light, mientras esperábamos por nuestro pedido, hablamos de cosas tribales.


—¿Y cómo esta Harry?— sabía que en el algún momento, Selena iba a preguntar sobre él pero estaba esperando que nunca lo haga.

—Él esta normal, ayer le dieron de alta pero igual tiene que tomar pastillas y sigue con la muñeca enyesada.


La mesera vino y nos dio nuestras bebidas.


—¿Se golpeó en alguna parte de la cara?

—Tiene un pequeño moretón en su pómulo.

Chasqueo la lengua. —Estoy segura que sigue viéndose muy guapo.— Casi escupo la Coca-Cola que estaba tomando y Selena solo me miro divertida. —Estoy segura que tú también piensas lo mismo.

—Sé que es una persona con muchos dotes.

—Oh, me imagino que si sabes.— Se rio. —¿Cómo la tiene de grande?— susurro.

—Basta, no te diré eso.— Me cerré.

Me miro mal. —Aburrida.

—No, tengo un poco de respeto por él, es todo.

—¿Todavía le tienes respeto después de todo lo que te hizo pasar?— Me quede callada porque sus palabras me dolieron. —Mierda Rose, lo siento, realmente no quise decir eso.

—Está bien.— Le di una media sonrisa.

—No, no está bien, joder. Solo quería fastidiarte un poco, se me paso de las manos la broma. Perdóname ¿sí?

—Todo está bien Selena, no es algo que no sepa ya...— mi voz se perdió en el aire.


No sé por qué sigo teniendo respeto a Harry después de todas las lágrimas que bote por él, por todas las cosas que hice y sigo haciendo por él. Selena agarro mi mano apartándome de mis pensamientos.

The Proposal. {h.s}Where stories live. Discover now