^^LA DOBLE CARA DE LA DAMA Y EL CABALLERO^^

Capítulo 3

-No creo que usted pueda deducir como soy a través de unas novelas...

-¿Sabes porque si se puede saber como eres por tus relatos? Fácil, por la forma de escribir tan bonita que tienes, quiere decir que lo haces de corazón, que a la hora de redactar tus palabras, las sientes, y con esto quiero decir que como tú llegas a sentir lo que escribes, sabemos que es lo que puedes llegar a sentir y tus sentimientos más comunes. Cuando vemos a alguien que últimamente está triste, pensamos que a lo mejor es un poco depresivo. Esto es igual.

-Michel, no se como enfrentar el pánico, tengo mucho miedo a perder.

-Florence, hay algo que tienes que tener muy claro, el fracaso es parte de la vida, si no fracasas, no aprendes y si no aprendes, no cambias. Eso lo dijo un escritor muy famoso, Paulo Coelho. Pero seguro que no pierdes porque tienes un talentazo.

-Esperemos que vaya bien... -dije con la mirada hacia abajo.

***

Al llegar a Collioure, pude observar que es un pueblo muy bonito. El color de las casas le da un toque de alegría al ambiente. Los caminos empedrados con musgo te hacían creer que estabas en un cuento de hadas, era precioso. Me puedo imaginar como debe ser un atardecer aquí contemplando el mar mediterráneo. El alrededor era brillante, los bares y restaurantes estaban repletos de gente. La playa era lo mejor ya que desde ahí puedes ver las montañas de fondo y el mar adelante, una maravilla sin duda.

Cuando alcanzamos el puerto, había mucha gente sentada con pergaminos en su regazo y a su lado la pluma y la tinta para escribir. Michel me dijo que me sentara por allí y que cogiera un pergamino, tinta y una pluma.

Me fui a sentar en el muelle de el puerto, y justo me encontré a un chico con el pelo un poco despeinado, con una nariz fina, ojos miel con un toque de verdes, y la nuez del cuello muy marcada. Tenía cara de pocos amigos en el sentido de que si me acerco a él, no creo que su manera de responder sea muy amigable, no tenía muy buena cara.

Mis piernas no se detenían a abalanzarse de un lado a otro por si solas, ya iban diez minutos que no paraba de hacer movimientos extraños y peculiares.

-¿Podrías hacer el favor de atajar tu nerviosismo? Tus movimientos raros me dan más estrés del que ya llevo encima -proclamó el chico muy encrespado y con el ceño arrugado.

-Todos estamos estresados, solo que algunos se les nota más y a otros menos, deberías de respetar eso, al fin y al cabo somos compañeros.

-No vengas de típica niña inocente, buena y que no rompe un plato.

-Yo... No... -dije con intriga por lo que me acababa de decir, pero él me interrumpió.

-Aunque, de inocente tienes y para un rato, hablas mucho sin saber.

-Nose a que te refieres, no creo haber dicho nada para hacerte parecer inocente...

-No estoy estresado por esta cursilada de concurso literario, vengo aquí porque mis padres tienen una cierta obsesión con la escritura, y claro, yo tengo que satisfacerlos a ellos...

-¿Osea que no vienes aquí para ganar este concurso?

-No exactamente, es más para hacer que mis padres estén orgullosos de su queridísimo hijo al que supuestamente tanto aman y admiran.

-Entiendo...

-Es que me das tanta pena... -afirmó haciendo una risa bastante desagradable -mira, te voy a decir la verdad... Es imposible que ganes este concurso ya que mis padres han intervenido con el jurado, han pagado dos mil euros para que gane yo. A parte, mis padres tienen mucho dinero, y solo por ese simple hecho, hacen trampas y me dejan ganar a mi. Todo un privilegio...

-Yo... No se que decirte, me parece que eso está mal... Si supuestamente eres de dinero, y le quitas el puesto de ir a alguien gratis porque eres de dinero y quieres ganar tú para tener reconocimiento... -él me interrumpió nuevamente.

-Es que no voy porque sea gratis, si no porque no quedan plazas y mis padres tienen el mismo empeño que te decía antes con lo de la escritura y tal...

-Ya veo... -dije apenada. Yo cogí mis cosas, me puse de pie y disponí a escoger otro asiento.

-¡Hey, no me has dicho tu nombre! -escuché que gritó desde lejos el chico.

-Tampoco hace falta que lo sepas... -murmuré por lo bajo.

-¿Con que con esas vamos? Está bien, tú lo has dicho... -espetó él gritando desde lejos.

Al final, opté por sentarme al lado de una chica con el pelo ondulado y castaño claro, iba muy bien vestida y parecía amable, así que pensé que porque no sentarme con ella.

-¡Hola! -dijo ella nuevamente.

-¡Hola! ¿Estás aquí por el concurso? ¿no?

-Sí, bastante nerviosa si te soy sincera...

-Yo igual, tu tranquila, seguro nos saldrá bien -no tenía pensado decirle lo que me dijo el chico, ya que a lo mejor era mentira y solo era para llamar la atención o algo por el estilo, al menos eso espero, hasta que no lo vea no me la creeré.

El concurso empezó, teníamos una hora para escribir un relato de dos páginas, pero no comprendo el porqué, que no tenía esperanzas de ganar, ni ganas. Creo que es por lo que me dijo el chaval ese. Pero el problema es que ya no le veo futuro al esfuerzo que estoy dedicando, se me hace que este relato no valdrá la pena. El relato debería estar demasiado bien escrito como para que el jurado cambie de opinión y devuelva el dinero a la familia del chico, ese es mi sueño en estos momentos.

Entregué el pergamino donde estaba mi relato. Al volver con Michel que estaba esperándome en una esquina, él me preguntó:

-Florence, ¿Cómo ha ido? -espetó Michel con una voz severa. Yo me encogí de hombros -Cariño, ¿ha pasado algo que desearías contarme? -yo asentí y dejé escapar un sollozo, mi vista se volvió nublada debido a las lágrimas. Michel abrió los brazos incitando a abrazarle y yo acepté y rodeé mis brazos en su torso. Le conté todo -Esperemos, que todo esto que me acabas de contar, sea una farsa, y podamos salir adelante con el tema del instituto...