VIII

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No me gustaba el plan de Lehaké. Pero ni un poco. Tampoco es que diera muchas más opciones. Yo quería crear un plan complejo, pero aparte de enseñarme un par de imágenes del lugar en su caja mágica y explicarme algo un poco de él, no me dio más información. Y cuando quise idear un plan me dijo que ya tenía uno y que podíamos aprovechar para ver una «peli» o algo, hasta que amaneciese en ese otro lugar. Porque necesitaba que fuese de día para que su plan funcionase.

Y por más que le insistí en que me lo contase, me ignoró. Se fue a la cocina a hacer palomitas, mientras me explicaba lo que eran, y luego volvió cargado de estas y refrescos al salón.

―Si no vive nadie aquí, ¿por qué tienen comida? ―pregunté curiosa.

Sabía que esta se ponía mala, me lo había explicado Safira.

―Morkvald me satura, vengo a despejarme ―se limitó a responder.

―¿Por?

―Por no volverme loco.

―¿Por qué te desespera? ―afiné la pregunta, pensando que no me había entendido, pero su sonrisa fija en la caja mágica mientras cambiaba las imágenes me dejó claro que no quería responderme―. ¿Cuál es tu plan?

―Ver una película. Son imágenes que cuentan una historia. Como un libro, pero esforzándote la mitad. ¿Qué te gusta? ¿Muerte y destrucción o besos y amor?

―Quiero saber el plan ―aseguré.

Agh... ―Se llenó la boca de palomitas y masticó ruidosamente. No me respondió hasta que no tragó―. El sitio estará lleno de feligreses y más con lo que está pasando. Si quieren ver a Padre, vamos a darles algo que creerán que lo es ―explicó―. Y no pienso decir ni una palabra más hasta que no acabe la película.

Yo me enfurruñé y me crucé de brazos, sentada en el sofá a su lado. Aunque las imágenes de la televisión acabaron llamando mi atención y no pude evitar ver la película con él. Y comer palomitas. Y beber refrescos.

Después de la película sugirió de pedir unas pizzas. Al parecer, los humanos están obsesionados con la comida deliciosa con forma circular. Fue todo un descubrimiento. Un delicioso descubrimiento.

Tres horas después de la cena, cuando salimos al fin, insistí en el plan. Y Lehaké me lo contó mientras me sujetaba la mano para cruzar un portal conmigo hacia ese lugar. Y no me gustó ni un poco. Era una idea pésima. La peor que había oído en mucho tiempo.

―¿Y si... sale mal? ―pregunté, cuando salimos del portal.

Era de día, como él había dicho. Por lo demás no me pareció muy reseñable. Solo otra ciudad más. No estaba segura de si era nuestro objetivo, seguramente no hubiera podido abrir el portal demasiado cerca sin atraer la atención de esos caenunas que la protegían.

―¿Por qué va a salir mal? ―me preguntó, como si le hubiera insultado.

Tiró un poco de mí de nuevo para meterme entre una serie de edificios. No entendí muy bien por qué, pero me dejé hacer.

―Porque es un plan mediocre. De hecho, no es un plan. Un plan precisa de más de un elemento.

―No digas tonterías, saldrá bien. Nada puede salir mal.

―¡Todo puede salir mal! ―le llevé la contraria.

Sin embargo, esta vez no me respondió. Salió volando y yo le seguí, con un resoplido. Era un cabezota. Y el peor plan de la historia de los planes. Aceleré para alcanzarle, pero era muy rápido y solo conseguí ir detrás de él. Yo pensaba que volaba más rápido que el resto. No me gustó. Tenía que ser la mejor, de eso dependía la humanidad, las criaturas y los caenunas.

Crónicas de Morkvald: Luna Oscura #4 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora