Epílogo

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Selene

Pese a que la luna llena alumbraba con una fuerza inusitada en el cielo despejado, tiñéndolo todo de tonos plateados que brillaban contra la nieve del suelo, estaba segura de que había sombras suficientes para ocultarla. Al menos de los lobos que correteaban por el patio como si fuera un juego, aullando a la luna y celebrando que la tormenta les había dado una tregua para disfrutar del «entrenamiento» especial.

Y nadie la miró, ni siquiera cuando sonrió y sus dientes brillaron bajo la luz plateada. Nadie, salvo un lobo completamente negro. Si no fuera imposible, diría que él le había sonreído de vuelta incluso en su estado animal.

Le saludó con un gesto, pero otro lobo se le lanzó encima y le distrajo. Correteó detrás de él y Selene permaneció sentada sobre el tejadillo de la campana, dónde había estado hasta ese momento, sin moverse.

Se quedó allí hasta que unos rayos solares iluminaron el cielo para teñirlo de un azul suave. Era raro ver el sol en Nuskadia y lo disfrutó con sinceridad. No daba apenas calor, pero estaba ahí, iluminándola. Acompañándola.

―¿No vas a cansarte nunca de espiarnos? ―La voz de Enkar desde debajo la hizo sonreír.

―Jamás ―aseguró Selene, bajando hasta donde estaba él, justo al lado de la campana.

Ambos se apoyaron en la barandilla, para ver a los elementales salir corriendo desde el edificio a disfrutar del escaso sol. Era un acontecimiento tan extraño en Nuskadia que no tardaron en empezar a lanzarse bolas de nieve y a jugar. Además, estaba el valor añadido de que los lobos estarían agotados y como casi ningún vampiro podía salir bajo la luz del sol, la isla era de los elementales.

―Dominic me dijo una vez que tras derrotar al último dragón salió el sol, igual que tras derrotar a Darren... Por primera vez ―bromeó, pegándose más a Enkar, que pasó un brazo sobre sus hombros enseguida―. Me pareció una tontería, pero es como si el universo supiera que hemos ganado.

―Quizá alguien nos cuida desde arriba ―replicó él, dándole un beso en el pelo―. ¿Y ahora, Sel?

―¿Ahora? ―preguntó confusa―. Tengo una clase con esos niños dentro de media hora. A ver cómo les convenzo de que dejen de jugar con la nieve. ¡Dame paciencia! ―bromeó, girándose hacia Enkar.

Él sonrió. Era un alivio saber que pensaba quedarse en Nuskadia, que haber derrotado al Primero no cambiaba sus deseos en la vida. Siempre pensó que Selene solo se quedaría allí, con él, un tiempo limitado. Pero este pasaba sin compasión y ella no parecía querer marcharse.

―La señora Gorson ha tomado el mando de la OCUM ―explicó entonces Enkar, haciendo que Selene le mirase con interés. Conocía a la licántropa porque había estado por la Fortaleza en alguna ocasión―. Me ha ofrecido el mando de... esto.

―Ya estás al mando de la Fortaleza, Enkar. Llevas años haciendo el mismo trabajo.

―Pero será oficial. Dominic y Zacarías están de acuerdo. Solo lo aceptaré si quieres quedarte aquí, conmigo.

Selene sonrió con ganas y se puso de puntillas para besarle. No hicieron falta palabras. El lugar de ambos estaba en aquella isla. Y su beso lo selló sin necesidad de decírselo. Ya tendrían tiempo para hacerlo.

***

Unos años después

Samantha

Tenía una mano metida en el río que discurría a su lado, con agua más bien helada, y el sol calentaba sus mejillas contrastando de forma deliciosa. Si hubiera tenido que definir un lugar perfecto, seguramente sería aquel.

Crónicas de Morkvald: Luna Oscura #4 - *COMPLETA* ☑️Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ