XX

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De pronto estábamos muy lejos de la celda y muy cerca a la vez. Quizá solo a unos pocos kilómetros de distancia, pero miles de años atrás en el pasado. Lo sabía sin necesidad de que me lo dijera. El mundo tenía unas tonalidades diferentes, como si aún no se hubieran descubierto todos los colores, las plantas parecían más grandes y brillantes y el olor era más amargo y sucio, acre.

No lo pensé antes de encontrarme en ese lugar, pero cuando Lucifer dijo que iba a «contármelo», esperaba que lo hiciera con palabras, sin embargo, me pareció que elegía una especie de método combinado. Se colocó justo detrás de mí, inclinándose ligeramente para que sus labios quedasen cerca de mi oreja y sus mechones blancos me hicieran cosquillas en la base del cuello. Habló con tono bajo y profundo, íntimo, todo el tiempo.

―Te encontré justo aquí.

En cuanto lo dijo vi una figura pequeña y encogida entre las hojas secas que cubrían su cuerpo. Estaba prácticamente desnuda y grandes manchas de sangre cubrían su piel. Tardé en entender que se suponía que era yo.

―Te sané, al menos todo lo que pude. En teoría los cuerpos humanos son fáciles, pero ni así pude ayudarte del todo. Y tú empezaste a seguirme. No había forma de librarme de ti.

Sentí su sonrisa aun sin verla. La imagen cambió para mostrarme lo que contaba. Él caminaba entre los árboles y la pequeña chica le seguía. No sabía mucho de humanos, pero hubiera dicho que no era más que una niña. Sin embargo, no me atreví a exponerlo en alto. No quería romper su enternecedora narración. Su voz destilaba amor y a mí me aceleraba el corazón y me ponía nerviosa a la vez. No lo entendía y no sabía si quería hacerlo. Solo quería seguir escuchándole.

―Por supuesto que tu lugar no estaba conmigo. Solo eras una humana y mi mundo era muy peligroso para ti... Pero ni entonces puede dejarte.

La escena cambió de nuevo y vi a la niña sentada en el suelo. Lloraba con la cara escondida en las rodillas. La observábamos de lejos, como si Lucifer se hubiera escondido para verla.

―Yo te mandé de vuelta con los tuyos, no tenía ni idea de que ellos... ―Apretó los dientes y yo moví mi mano para entrelazarla con la suya y que supiera que todo estaba bien, aunque los sentimientos que palpitaban en mi pecho me tenían muy confusa―. Ellos fueron los responsables de lo que te había pasado. Por suerte te seguí. No quiero imaginarme lo que habría pasado si no lo hubiera hecho. Yo pensé que alguien malvado te había hecho daño, que habías tenido mala suerte de toparte en el bosque con alguien así, pero fue tu familia, tu gente, la responsable de ello. Y como yo te rechacé, volviste. Mis vampiros ya estaban por aquí reclutando gente y los humanos tenían sus miedos, sus leyendas. Cuando te vieron volver curada, dieron por hecho que eras un monstruo y quisieron acabar lo empezado.

La imagen cambió para mostrarme lo que me contaba. La gente de esa chica vivía en cabañas muy básicas que parecían hechas con ramas y hojas grandes. Vestían pieles de animales y tenían un fuego en el centro en el que asaban un animal de gran tamaño. Parecía que todos habían estado haciendo sus cosas, pero en cuanto la niña llegó, todos se acercaron, armándose con palos y piedras, insultándola.

Di un paso inconsciente hacia ella. Quería protegerla. Sin embargo, Lucifer me rodeó de la cintura y me mantuvo en el sitio.

―Solo es un recuerdo, Shey ―murmuró.

Me obligué a quedarme quieta, pero no lo soportaba, quería defender a la niña. Alguien lanzó una piedra contra la chica entonces, que no se movió ni un milímetro. Y, antes de que el proyectil la tocase, Lucifer se plantó delante de ella, con las alas blancas extendidas para protegerla.

―Después de eso no podía dejarte con ellos, ni sola. Así que creé un hogar para ti. Uno que fuera seguro, no como mi guarida.

Volvimos a movernos, de pronto estábamos en una cueva. Tenía un aspecto acogedor, pese a todo. Un fuego crepitaba con fuerza y había pieles de animales ocupando cada milímetro del lugar, para darle un aspecto hogareño. El bosque se veía a través de la abertura. Me percaté de que la chica estaba sentada en las pieles frente al fuego, comiendo una manzana (o algo que se le parecía bastante, pero más rosado y alargado).

Crónicas de Morkvald: Luna Oscura #4 - *COMPLETA* ☑️Where stories live. Discover now