Capítulo 7

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"Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay puertas al mar que se abren con palabras."

-Rafael Alberti

Camila Cabello

Jamás, ni en mis sueños más locos, me habría imaginado haciendo cosas tan emocionantes. Había pasado la mayor parte de mi vida escapándome de la emoción, pero con Lauren quería serlo. Quería vivir. Y ya que mis minutos con la mujer que amaba estaban contados, quería conseguir tanto de ella como pudiera.

Luego de desayunar, nos duchamos juntas antes de salir de nuestro búngalo. Por más que quisiéramos pasar toda nuestra luna de miel enredadas en la cama la una con la otra, no había manera de que fuera a irme de Bora Bora sin ver, aunque fuera algunos de los paisajes.

Lauren, era por mucho la mujer más sexy en la isla, con su oscuro cabello desarreglado y sus lentes de aviador. Sus pantalones cortos caían bajos sobre sus caderas, dejando a la vista las deliciosas marcas en sus costados. Con su camiseta echada sobre su hombro, y un maravilloso top que cubrían esos suaves pechos, el sol brillaba contra su piel pálida y la hacía lucir como una diosa. Y yo, era simplemente una chica llena de deshonestidad que tenía la oportunidad de tomarle la mano y estar a su lado.

Intenté no pensar en eso. No quería arruinar el mejor momento de mi vida. En cambio, sonreí e hice algo que no planeaba hacer pretendiendo ser Karla.

Fui yo misma.

Y lo mejor de ello fue que a Lauren parecía gustarle más Karla cuando estaba siendo Camila.

—¿Alguna vez has buceado? —preguntó Lauren, regresando mi atención al presente.

—Nop.

Esbozó una sonrisa, rodeando mis hombros con sus brazos y acercándome a su lado.

—Te va a encantar.

La laguna era aún más azul a la luz del día, rodeada de playas de arena blanca y palmeras altas. Adquirimos los snorkels de nuestra guía y luego nadamos en las aguas claras, señalando los peces exóticos y los arrecifes de coral. En la distancia, nos rodeaban montañas verdes, haciéndonos sentir como si fuéramos las únicas personas en el mundo.

En ocasiones, ella me acercaba a su cuerpo y yo la rodeaba con mis brazos y mis piernas. Nos abrazábamos mientras peces de mil colores pasaban por nuestro lado. Estirando un brazo, dejé que los peces rozaran mis dedos. Era como un sueño del que nunca quería despertar.

Luego de eso, nadamos con una mantarraya y los tiburones limón y observamos cómo los guías los alimentaban. Estaba asustada pero emocionada al mismo tiempo. Viendo cómo el rostro de Lauren resplandecía cuando reía con los guías, sentí dentro de mí una satisfacción y felicidad absolutas.

En un momento dado, un tiburón pasó rozándome por mi lado, provocando que me tensara, pero Lauren me rodeó con sus brazos y jamás en mi vida me había sentido así de querida y segura.

Se pasó toda la excursión buscando pequeñas maneras de tocarme. Una caricia dulce en la cara interior de mi brazo, la yema de un dedo recorriendo mi mandíbula o sus manos en mi cadera para alejarme de los tiburones, dejando que recorrieran mi cuerpo sin detenerse y cada vez que sus dedos me tocaban, me daba escalofríos.

La distracción era necesaria. Especialmente luego de haber casi llorado frente a ella aquella mañana. Y descubrí que hacer cosas con Lauren era divertido. Era carismática y amigable. Las mujeres y hombres la observaban incesantemente e incluso llegaban a coquetear con ella frente a mí, pero no perdía su atención. Era como si ni siquiera notara que existían todas esas otras personas.

One & Only YouWhere stories live. Discover now