18. De cara al abismo.

En başından başla
                                    

Después habló en voz alta, sabiendo que tenía todo el poder, todo el derecho para hacer con Victor o conmigo cualquier cosa que quisiera. Yo sonreí, que idiota podía llegar a ser a veces. Esa noche él era mi arma, el cuchillo en mi mano. Esa noche solo sucedía porque yo así lo quería.

Había mucho poder en decir lo correcto en el momento adecuado, en mentir con sutileza, y aunque luego me castigara por manipularle, esto valía completamente la pena.

Y entonces, el juego macabro comenzó.

—Víctor, querido amigo ¿Conoces el juego del ahorcado? A que sí, estoy seguro.

El ruso se removió de la silla, pálido de repente bajo la luz fantasmal de una bombilla pobre y amarilla. De repente me recordé a mi mismo en la sala de atenciones especiales de mi escuela, donde una doctora me miraba y no decidía que hacer conmigo. "Londres no puede lidiar con tantos niños como tú" Había dicho ella. Y yo jamás entendí la frase hasta el momento en el que me vi a mi mismo disfrutando de los momentos antes de ver a Víctor morir, ansiando ver como le torturaban. Quizá era verdad, quizá ni Londres, ni Derby ni mucho menos Chesterfield pudieran lidiar con más niños como yo. Con animales pequeños que aprenden a sobrevivir metiéndose en las mentes de otros.

No sé que tan terrible soy, o que tan dañado me encuentro para haber provocado esta situación, pero ya no hay vuelta atrás y aunque la hubiera, yo seguiría adelante sin dudarlo un solo segundo.

De intentar hablar y no poder, Víctor comenzó a toser. Y a llorar.

Eso es, llora, intenta gritar, a ti por lo menos una cuerda te sostiene la garganta y te la mantiene cerrada, pero yo me tuve que quedar quieto mientras alguien jugaba con mi cuerpo y aunque tenía la garganta libre para gritar me sentí como si el acero quemará en mis cuerdas vocales porque hacer algún ruido me habría costado miles de golpes. Eso es, llora, intenta gritar porque yo no pude incluso aunque me lo merecía más que tú.

Llora, pero yo tampoco voy a tener piedad.

Grita, pero yo también soy un monstruo.

Sufre, yo voy a ser peor.

Nunca fui un buen lector de las cosas que me enseñaban en la universidad, siempre trataba de saltearme las frases, de leer por encima, pero alguna vez leí una frase de Nietzsche "El que lucha con monstruos debe tener cuidado para no resultar él un monstruo. Y si mucho miras a un abismo, el abismo concluirá por mirar dentro de ti"

Y ahora creo que me he convertido en lo que me ha lastimado, creo firmemente que la próxima vez que me miré en un espejo no solo sabré que el abismo ha mirado dentro de mí, si no que me he sumergido en él y me he quedado en el fondo. Jamás creo que salga de allí alguien cuerdo.

No sé si soy mejor o peor que Eddie, no sé si este loco por mí o si nos estamos enloqueciendo mutuamente. Ya no importa, de todos modos.

Víctor logró murmurar unas palabras después de un momento de ahogarse.

—Si me matas...Este lugar va a arder, mi padre...—murmuró, y después empezó a toser, ahogado por la presión de la cuerda y el esfuerzo.

—Tu padre, siempre defendiéndote con otros. Debiste pensarlo antes de tocar lo que es mío.

—Fue un...un montaje —susurró el ruso, con su acento pesado sobre las letras al pronunciar las palabras.

—¿Qué? —grité, Víctor volteo a mirarme con compasión.

—Maurice quería que Eddie nos viera y pensará cualquier locura que se le cruzará. Él quería que te matara.

—Y tú aceptaste —respondí.

Killing EddieHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin