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Narra Amelia

Era sábado y había tenido el despertar más bonito desde hacía mucho tiempo. El poder observar a Luisita dormir a mi lado, su respiración tranquila, ver su belleza estando en ese estado tan vulnerable, y aun así, era tan absolutamente preciosa que dolía. Ver su cara de alegría cuando la he despertado con un beso y el desayuno en la cama no tiene precio y eso que anoche no pasó nada.

Estábamos las dos en la cama después del desayuno cuando mi teléfono comenzó a sonar.

- Es Marina, voy a contestar – le dije a Luisita.

- Vale – me respondió ella.

- Hola Marina, ¿qué me hace escuchar tu preciosa voz tan temprano? – le dije con un poco de ironía.

- Buenos días Amelia, ¿Dónde estás? – me preguntó.

- Estoy en casa de Luisita – le dije.

- Uhhhh no me cuentes más – me contestó riendo – te llamaba porque Aly va a hacer una barbacoa en su piscina y nos ha dicho a Lourdes y a mí que os invitemos, así que ya que estás con Luisita, Lourdes se ahorra la llamada.

- Espera, que le pregunto – le dije a Marina.

- Luisita, Aly nos invita a una barbacoa en su piscina hoy, ¿te apetece ir? – le dije a ella.

- Claro, si te apetece a ti – me respondió.

- Si, hace muy buen día

- Vale, Marina, pásanos la dirección por un mensaje, luego nos vemos – le pedí a ella.

- Hasta luego parejita – se despidió.

- Pues voy a casa a arreglarme y luego paso a buscarte en coche y vamos para allá ¿vale? – le pregunté a Luisita.

- Perfecto, aquí te espero – me dijo despidiéndose con un dulce beso en los labios.

Me fui a casa, me duché y me puse mi bikini negro, era mi favorito, junto con unos shorts y una camiseta azul, nada fuera de lo normal. Preparé una mochila con algo de ropa limpia, una toalla y protección solar ya que me quemó con mucha facilidad y salí en busca de Luisita.

- "Luisita voy para tu casa ya, te espero abajo" – le escribí rápidamente.

Cuando llegué ya estaba en la puerta esperándome, también llevaba unos shorts y una camiseta blanca pero se había hecho una trenza y estaba preciosa. Se dirigió a la puerta del copiloto y entró al coche conmigo.

- Hola de nuevo, estás guapísima – le dije yo.

- Gracias, tú tampoco estas nada mal – me dijo guiñándome un ojo.

Seguí las indicaciones que me dio Marina y no tardamos mucho en llegar a la casa de Aly. Era una casa bastante grande, llamamos a la puerta y pronto nos recibió ella con una sonrisa en la cara.

- Hola chicas, pasad... me alegro mucho de que hayáis venido – nos dijo mientras nos abrazaba.

- Gracias por la invitación – le dije yo.

- Vamos al jardín que ya están allí casi todos – nos sugirió Aly.

Llegamos al jardín y tenía una magnifica piscina rodeada de césped y en una esquina estaba la barbacoa, donde ya había algunos chicos preparando el carbón para empezar a hacer la carne.

Debajo de una sombrilla vimos a Lourdes y Marina, charlando animadamente con una cerveza en la mano y decidimos unirnos a ellas.

- ¿Qué tal chicas? – nos dijo Lourdes.

- Muy bien, aunque vosotras estáis mejor – contestó Luisita – y todas nos reímos.

Hacía mucho calor y todo el mundo estaba en bikini, no había pensado en eso, pero cuando vi como Luisita empezaba a quitarse los shorts me di cuenta de que hoy iba a sufrir. No podía quitar mi mirada de ella mientras se desnudaba, se quedó con un bikini azul, que hacía resaltar su cuerpo. Estaba increíble y no sé cómo iba a poder resistir todo el día teniéndola así.

- Amelia, hazle una foto y así puedes verla todo el tiempo – me dijo Marina riéndose y vi como las tres se reían y Luisita se sonrojaba un poco.

- Gracias por la sugerencia lo tendré en cuenta – le seguí la broma.

Ahora era mi turno de quitarme la ropa, hacía mucho calor y no aguantaba más. Mientras me quitaba todo y lo guardaba en la mochila pude notar la mirada de Luisita sobre mí todo el tiempo.

- Luisita, hija lo mismo te digo – le dijo Lourdes, riéndose.

- Ven, Amelia – me dijo Luisita cogiendo su móvil- vamos a hacernos una foto.

Nos hicimos la foto y le pedí que me la enviará, Creo que sería mi nuevo fondo de pantalla. Traje otra ronda de cervezas para todas y nos sentamos junto a las chicas a hablar hasta que la comida estuvo lista. Comimos tranquilamente en las enormes mesas que había preparado Aly y todo estaba buenísimo. Como postre, ella misma había hecho cupcakes y una enorme tarta. Por lo visto, le encantaba la repostería.

- Aly todo está delicioso, muchas gracias de verdad – le dijo Luisita

A lo que todos asentimos en acuerdo. Tras la comida, decidimos ir a tomar un poco el sol. Antes de tumbarme en mi toalla, me empecé a echar crema por todo el cuerpo porque si no, no tardaría ni cinco minutos en parecer un cangrejo.

- ¿necesitas ayuda con la crema en la espalda? – me dijo Luisita, alzando las cejas.

- Claro – le dije, poniéndome un poco nerviosa en realidad.

Me tumbé boca abajo y Luisita se sentó encima de mi trasero y empezó a embadurnarme toda la espalda con la crema, mientras luego la extendía lentamente pasando sus manos con total delicadeza a lo largo de toda ella.

- Creo que tus piernas también lo necesitan – dijo ella.

Y empezó a echarme crema de abajo arriba, la extendió por mis gemelos y siguió subiendo por mis muslos, sus manos estaban empezando a volverme loca, se estaba acercando peligrosamente a mi zona más sensible y ella jugaba con ello más aposta. Cuando parecía que iba a llegar, volvía a bajar de nuevo. Yo estaba haciendo un esfuerzo enorme por controlar mis impulsos. Ella seguía jugando conmigo, pero de repente noté como metió su mano por debajo de mi bikini y yo di un salto mientras que ella estalló en carcajadas.

- Esta te la guardo – le dije.

Estuvimos tomando el sol durante media hora hasta que yo ya no aguantaba más el calor.

- Luisita, vamos a darnos un baño por fi. – le pedí con mi carita de niña buena.

- Claro, amor – me contestó.

Me puse de pie y nos dirigimos a la piscina, yo no lo pensé mucho y me tiré de cabeza. Cuando salí, retiré el pelo de mi cara y vi cómo la mirada de Luisita desprendía deseo. Ahora era mi momento de devolvérsela. Volví a meter la cabeza y cuando salí por la parte más bajita de la piscina, empecé a tocar mi pelo y a pasar las manos por todo mi cuerpo. Luisita no dejaba de mirarme.

- Vamos, ven aquí – le dije- el agua está increíble.

Luisita empezó a meterse poco a poco y vino lentamente hacia mí sin quitar sus ojos de los míos.


Choque de trenes || LuimeliaWhere stories live. Discover now