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Narra Amelia

Nos despertamos bastante tarde al día siguiente y teníamos que recoger toda la casa. Tenía un poco de mal cuerpo, pero lo normal, por suerte no solía tener mucha resaca. De lo que si tenía resaca era de Luisita, aun no podía creer todo lo que había pasado ayer. Cómo Luisita fue la que tuvo el coraje suficiente para dar ese primer paso y como las cosas se habían ido de control en el baño, no quiero imaginar lo que hubiera pasado si Marina no hubiera llegado. La verdad, ¿a quién quería engañar? claro que me lo quería imaginar. De hecho, no había podido parar de hacerlo, ¿pero quién podía culparme? ¿Habéis visto a Luisita? Es la persona más sexy de todo el universo y encima lo es de forma natural, sin querer serlo y eso la hace más sexy aún.

- Amelia, vuelve al planeta tierra que esta casa no se va a limpiar sola – me dijo Marina.

- Perdona me he quedado perdida en mis pensamientos – la contesté mientras recogía los vasos que había tirados por todo el salón.

- ¿y en qué pensabas tanto? – me preguntó.

- En nada... - dije dubitativa.

- Venga suéltalo, si al final lo vas a hacer igualmente – respondió Marina riéndose.

- Idiota – le solté con una carcajada yo también – está bien, pensaba en Luisita...

- Ya sabía yo que esos pensamientos tenían nombre y apellido y me alegro de que no sean Lucía Serrano.

- Ni siquiera me acordaba de ella si no fuera porque la has nombrado – dije orgullosa de mí misma.

- ¿Bueno y qué pasa con Luisita, ayer vi que os llevasteis muy bien? pero tenía novio ¿no? — me preguntó Marina.

- Ella ayer me dijo que no, que era un chico con el que tuvo algo, pero nada importante — le contesté — ella me besó...

- ¿Que ella qué? — preguntó Marina sorprendida.

- Que me beso — dije mientras me sonrojaba.

- ¿Y cuándo fue eso? — me inquirió Marina.

- Cuando subí al baño a refrescarme, ella entró detrás de mí para preguntarme qué tal estaba y empezamos a mirarnos y de repente me besó y nos seguimos besando hasta que tú llegaste.

- ¡Oh dios! Por eso estabas tan roja... — dijo Marina — No me lo puedo creer. No estabas mal, lo que estabas era cachonda perdida... y que encima ella que es la nueva en esto, haya sido la que haya dado el primer paso.

- ¡Cállate! — le dije riéndome- yo tampoco me lo esperaba, pero fue increíble y no sé qué hubiera pasado si tú no hubieras llegado...

- ¡Oh! Yo sí que lo sé, que hubieras mancillado mi precioso baño y te la habrías follado en cada rincón de él... me dijo Marina con una sonrisa pícara.

- ¡Marina! — le regañé de broma.

- ¿Qué? ¿Dime que no es verdad? ¿Y qué no te lo has estado imaginado? Hasta yo misma lo haría, Luisita está muy buena y ayer con ese vestido... Mmmm — dijo Marina picándome.

- ¡Oh calla! — dije poniéndome nerviosa. Claro que me lo había imaginado, de hecho no me podía sacar de la cabeza la sesión de besos que tuvimos en ese baño, pero eso no se lo diría a Marina.

- ¿Sabes que el siguiente paso te toca a ti no? Ella ya bastante ha hecho. Me gusta Luisita, es valiente y además es la mejor amiga de Lourdes y confió en su criterio. Es la única que comparte mi obsesión con Beyoncé así que si es su mejor amiga tiene que valer la pena.

- Me encanta tu lógica de verdad – dije sin parar de reír – pero en algo llevas razón y voy a dar el siguiente paso. Me gusta mucho Luisita.

- Lo sé, tus ojos brillan cómo nunca antes – me dijo Marina – dime que tienes su móvil.

- No, mierda, ayer no nos lo intercambiamos – confesé tristemente.

- Si quieres yo se lo puedo pedir a Lourdes – me ofreció Marina.

- No te preocupes, me gustaría hacerlo a mi manera, y si las cosas van como hasta ahora, el destino nos volverá a juntar – le dije convencida.

Terminamos de limpiar toda la casa, lo que nos llevó un par de horas más y decidí irme a la mía, necesitaba una ducha urgente. Cuando llegué a casa, subí las escaleras rápidamente hacía mi habitación, cogí el pijama y me encerré en el baño. Después de una hora en la que me di una ducha tranquila, quité todo el olor a alcohol y humo de mi cuerpo, me puse el pijama y bajé a cenar con mi familia. Mis hermanos pequeños a veces me sacaban de quicio, pero los quería a rabiar.

- Amelia, hoy estás muy contenta – dijo mi padre.

- Lo estoy, ayer me lo pasé muy bien.

- Espero que con cabeza – me avisó mi mama.

- Por supuesto mami – dije yo con cara de buena.

- Amelia, ¿Lucy ya no es tu novia más? Como ya no viene por casa... – me preguntó mi hermana inocentemente.

- No, cariño ya no lo es – le respondí yo mientras vi como todos me miraban...

- Oh, bueno ahora pareces más contenta, ella te hacía enfadar mucho – me dijo ella inocentemente. Qué inteligentes son los niños que se dan cuenta de todo aunque no lo parezca.

- ¿y hay alguien que te interese ahora? – me preguntó Alberto, él solo tenía dos años menos que yo.

- No – mentí.

- Eso no es lo que me ha dicho mi amigo Bruno que fue ayer a la misma fiesta que tú, me ha dicho que te vio con una chica muy guapa – dijo él picándome.

- ¡Alberto cállate! – dije sonrojándome y poniéndome nerviosa.

- Cariño déjala, cuando ella quiera contarnos algo ya lo hará – dijo mi mamá.

- Gracias mami – dije con voz inocente.

Terminamos de cenar y me subí a mi habitación, no quería tardar mucho en acostarme porque al día siguiente tenía que madrugar de nuevo para ir a la universidad. Me metí en la cama y me puse a escuchar música con el móvil. Volví a repasar el día de ayer y todo lo que había pasado con Luisita, estaba asustada. Luisita podía hacerme mucho daño, aun no tenía nada claro, pero me asustaba aún más todo lo que me gustaba, yo ya estaba entregada y era demasiado tarde para dar un paso atrás. Solo me la podía jugar por ella y lo peor de todo es que ella me inspiraba confianza, espero que no me la quité de un plumazo. Sumida en mis pensamientos caí en un sueño profundo.

Desperté apagando la alarma del móvil, había dormido más de ocho horas así que estaba fresca como una rosa. Me arreglé rápido y bajé a desayunar, estaba contenta y tenía la esperanza de poder encontrarme con Luisita en el tren o por el campus. Me dirigí a la estación a toda prisa y mirando a todos lados, pero no había rastro de ella y faltaban cinco minutos para que viniera el tren. Me coloqué a esperar en mi sitio de siempre y saqué mi libro. Estaba concentrada leyendo y noté una mirada en mí, levanté la cabeza y vi como una chica me sonreía. Era muy guapa, castaña, con los ojos claros, pero no era Luisita. He de decir que siempre he atraído las miradas tanto de chicas como de chicos, mis amigos dicen que es por mis ojos, yo no lo sé, pero ya estoy acostumbrada. Si hubiera sido hace algunos días quizás hubiera tonteado con aquella chica, pero ahora solo esperaba que fuera Luisita la que estuviera ahí, mirándome.

Cogí el tren y llegué a la universidad, me dispuse a ir a mi facultad, mientras seguía mirando a todos lados por si encontraba a Luisita, pero nada. Muchas veces cuanto más se busca algo, menos se encuentra. Y viceversa, cuando algo no se espera, pasa. Como pasó el sábado en la fiesta. Las clases terminaron y decidí pasar por la biblioteca antes de irme a casa, ya que necesitaba un libro para una entrega.

Estaba buscando mi libro en la sección de literatura contemporánea cuando la vi, allí estaba Luisita sentada en unas de las mesas que daban a la cristalera, el sol se reflejaba en su cabello y me encantaba su cara de concentrada. A veces cuando se busca otra cosa, encontramos lo que realmente queríamos encontrar. Era mi momento de dar el siguiente paso.





Choque de trenes || LuimeliaWhere stories live. Discover now