Especial

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Jimin por fin había logrado instalar su oficina de diseño de hogares en el centro de Seúl, y para su sorpresa su clientela subió de manera sorprendente.

Ya era víspera de año nuevo, las calles estabas blancas por la primera nevada del año, los faroles decorados y muñecos artificiales de nieve en las calles. A pesar del frío, era gratificante caminar por las calles de Corea, en donde todo estaba decorado en grande.

Frotó sus manos mientras hacía una mueca al pensar que podría cenar esa noche, pues sus padres habían viajado a New York para pasar unas blancas navidades, lo habían querido invitar pero éste se negó querieno que pasaran tiempo juntos.

Jungkook llegaba mañana temprano de su pequeño viaje, al cual también había querido llevarlo, pero no era para nada vacacional, solo debía retirar sus nuevas cámaras y como no confiaba en los envíos prefería buscar todo personalmente.

Una sonrisa algo tonta se instaló en sus labios al pensar en el pelinegro, el cual era una constante bola de fiestas, intensidad y cariño con el rubio, al estar juntos ninguno podía dejar de abrazarse, besarse y tratar de mantener un límite si había alguien que los rodease, pero a pesar de todo sabían en que momentos solo hablar, compartir sus cosas, salir a pasear en silecio, darse sus espacios cada vez que quisieran sin que el otro se sintiera ofendido. Jimin estaba lo suficientemente enamorado y cómodo a su lado.

Pues, ya llevaban año y medio siendo novios, habían aprendido a sostenerse entre ellos y confiar de manera abierta, lo único que retenían eran sus impulsos de ir rápido en su relación.

A pesar de Jungkook estar por cumplir a penas 22 años, era todo un caballero, cuidaba y mimaba a Jimin sin dejarlo sentirse un adulto de vez en cuando. Exceptuando momentos en los que el pelinegro viajaba treinta minutos a pié para ir a su oficina simplemente por un pequeño beso y abrazo.

Tratando de dejar de sonreír como un bobo, bajó de su auto mientras caminaba a su departamento, en donde probablemente perrito haya hecho un desastre.

Despidiéndose de la primera y a la vez última nevada del año, dió media vuelta y esperó pacientemente a que el ascensor se abriera en su gran departamento, en el cual vivía patéticamente solo.

El quería vivir con Jungkook pero...

Oh

Jimin no había decorado su hogar, ni siquiera un árbol había puesto. Por lo tanto casi cae de la sorpresa al ver un hermoso árbol con cientos de regalos bajo éste, luces, en el resto de su departamento habían pequeños adornos y por último la chimenea estaba encendida, provocando que al entrar un hogareño calor se instalara en sus mejillas.

Casi sin aliento, un exquisito olor a comida inundó sus fosas nasales y se dió media vuelta encontrándose una mesa perfectamente lista para comer.

— Jungkook?! — preguntó algo alto, siendo éste el primer nombre que se le cruzó en la mente.

Y acertó, ya que casi al instante un alto pelinegro con tatuajes salió casi disparado de la cocina con una tierna sonrisa, dejándolo sin aliento nuevamente.

— Bebé! Llegaste.

Sin tener tiempo a mucho, sintió unos brazos envolver su cintura y pasó sus manos por los hombros de su novio, el cual sonriendo se acercó a besar suave pero profundamente sus labios, no podía negar lo mucho que lo había extrañado esos dos días sin verlo.

— Tú... hiciste todo ésto?.

— Para ti — sonrió mostrando sus paletas mientras el mayor acariciaba su mejilla.

— Es todo tan hermoso, Kookie... pero cómo llegaste? Y las cámaras?.

— No me dijiste que tus padres se irían a New York — frunció el ceño tratando de verse enojado, pero volvió a sonreír — Tu madre me llamó para retirar unos regalos que te había dejado, y me preocupé ya que pensé que estarías con ellos por lo menos y bueno.... me devolví para estar contigo — sonrió ahora orgulloso.

SAVE ME ~ KookMin Where stories live. Discover now