Capítulo 4

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- ¡Sasuke cariño, al fin llegas! -Sakura se echó en sus brazos como si allí perteneciera. Sasuke aceptó la íntima tibieza del abrazo mientras Naruto permanecía en el coche, observando la escena con el corazón convertido en piedra.

Por esto, pensó con una amargura de acíbar, el padre de Sasuke hubiera matado al nieto que todavía no nacía. Para que esas dos personas se unieran en esa casa. Dio unos momentos de intimidad a la pareja y bajó del auto.

Fue Sasuke quien se separó, volviéndose hacia el para mirarlo con un aire de triunfo. Entonces Sakura lo distinguió, todavía colgada del brazo de Sasuke, y sus ojos se abrieron con sorpresa.

- ¡Vaya, vaya! -Se mofó, sin moverse del lado de Sasuke-. He aquí al encantador Naru Uzumaki.

-Hola, Sakura -la saludo, sin más.

-Fuiste a ver a tu madre, supongo -sus ojos recorrieron el rostro impasible del joven-. Todos estamos muy preocupados por ella, pobrecita, y Sasuke se ha portado de maravilla, ¿verdad, cariño?

El no replicó, se zafó de sus manos y abrió el portaequipajes para sacar la maleta.

-Y la señora Chiyo es una joya, así que la enfermedad de tu madre no ha causado demasiadas molestias en el Hall.

-Métete, Sakura, hace demasiado frío para que salgas con ese vestido tan delgado

-la atajó Sasuke, cerrando el coche con fuerza.

-Sí, hace frío -aceptó, sonriendo con dulzura.

Naruto la siguió, más despacio, lo mismo que Sasuke, cargando la maleta.

Una vez en el vestíbulo, adornado con los retratos de los miembros la familia, Sakura se volvió para reprender a Sasuke con suavidad.

-Te esperaba hace siglos. Tuve que decirle a la señora Chiyo que volviera a calentar la cena. Ojala no se haya echado a perder la salsa...

-Sasuke... -en voz baja Naruto requirió su atención, observando cómo se zafaba de nuevo del abrazo posesivo de Sakura para volverse a verlo. -Debo hablar por teléfono

-le recordó.

-Desde luego -puso la maleta al pie de la escalera y se dirigió al estudio-. Aquí hay uno -mantuvo la puerta abierta para que el joven pasara.

Se lo agradeció al caminar frente a él, consciente de que Sakura evaluaba cada uno de sus movimientos. El cuarto conservaba los detalles que recordaba: los elegantes muros, el escritorio de roble, la inmensa chimenea. Cerró la puerta al tiempo que Sakura le ofrecía una copa a Sasuke.

Alzó el auricular y marcó el número que lo conectaría con la persona más importante de su vida.

- ¡Hola, papi! -No le dio oportunidad de decir media palabra y Naruto sonrió, relajándose por vez primera en muchas horas-. ¡Sabía que serías tú! ¿Por qué tardaste tanto en llamar? -preguntó.

-Hola, mi amor -su voz adquirió su ternura habitual y la sonrisa de su rostro borró sus preocupaciones presentes-. He estado muy ocupado -le confesó con honestidad-. Y apenas tuve tiempo de acercarme a un teléfono ¿Cómo te sientes?

¿Todavía no me extrañas?

Era un juego: el niño siempre contestaba lo opuesto de lo que se esperaba y el replicaba en la misma forma.

-Perfecto, porque yo tampoco te extraño -entonces los dos soltaban una carcajada que desmentía esas afirmaciones.

- ¡Eh! ¿Creerías esto? El tío Sai me llevará a patinar en hielo mañana. Dice que es un patinador magnífico y eso tengo que verlo -le informó su desconfiado hijo.

El lado oscuro del deseo (sasunaru)Where stories live. Discover now