Capítulo II

2.3K 139 72
                                    

POV María José Garzón

Otro tortuoso día comenzaba en la mansión Walsh.

Otro día soportando a la persona que más odiaba en el mundo.

Cada minuto de esos casi trece años junto a ella había estado esperando el momento de mi tan esperada venganza en su contra.

He pasado años esperando el momento de su destrucción.

Tuvo que pasar más de una década para poder llevar a cabo mis planes.

Una década y un hijo.

Un hijo que, tal vez, deseé en algún momento de mi vida. Pero que con el tiempo también se ganó mi resentimiento.

Como todo lo que Daniela Walsh amaba.

Todo lo que fuera importante para ella, debía ser destruido.

Me daba pesar con el niño, porque había salido de mí, pero la venganza es más importante.

Venganza.

Venganza que ya estaba llegando a su fin, y que para terminar broche de oro acabaría con la vida de mi estúpida esposa.

Por ahora, el plan era volverla loca.

Quería que perdiera la cabeza, de deseo por mí, pero también de celos y rencor.

Haría que sufriera, que llorara. Y yo disfrutaría viéndola destrozada.

-

Me encontraba acostada en mi gran cama matrimonial, junto a Daniela. Ambas estábamos desnudas, después de una placentera noche de sexo.

He de aceptar que si hubo algo que disfruté en estos años fue el sexo con ella. Daniela podría ser considerada como una diosa del placer, y yo puedo dar fe de ello, a pesar de que cuando me casé con ella, estaba segura de que no me gustaban las mujeres.

Mientras estaba a su lado en la cama la observaba fijamente mientras dormía profundamente, su rostro estaba relajado. Nadie podría imaginar que esa mujer con un rostro tan perfecto y hermosa podría ser la mayor hija de puta de este mundo.

También mientras la miraba, pensaba en varias formas de acabar con su vida en ese preciso momento. Pero no debía adelantarme, todo a su debido tiempo.

Ella suspiró y aún con los ojos cerrados estiró su cuerpo para quitar la tensión de sus músculos.

Abrió los ojos y al mirarme sonrió.

Se acercó con intención de besarme pero logré frenar su impulso levantándome de la cama.

-¿Por qué no me quieres besar, Poché?- iba a empezar de nuevo con su drama.

-No quiero que me toques.- dije de manera tajante, y vi el dolor en sus ojos.

-Lo sé.- sonrió sin ganas y de manera forzada- Perdón, fue mi error. Sé que no te gusta que te toque después de...

No quería escucharla.

-No quiero dramas, Daniela. Es demasiado temprano.- rodé los ojos- Me voy a bañar.

-También sé que te bañas después de estar conmigo como si quisieras borrarme de tu cuerpo. Es como si te diera asco pensar que te toqué. ¿Tanto me odias?- sus ojos estaban aguados. Empezaría de nuevo con el mismo show de siempre.

-¿Por qué te torturas, Daniela? Sabes que es así.- dije con una sonrisa y asintió mientras se secaba una lágrima.

-Está bien. Me voy a otro cuarto a bañarme.

La ignoré y me metí al baño.

Me miré en el espejo, y sin poder evitarlo, empecé a llorar de manera inconsolable.

Sentía repulsión de mí misma.

Repulsión de entregarme a la mujer que odio.

-

Después de arreglarme bajé a desayunar al comedor.

Ahí estaban Daniela con Nathan, su hijo.

Ambos sonreían mientras comían y comentaban alguna que otra estupidez que no me interesaba.

-¡Mami!- dijo emocionado el niño cuando me vio, me abrazó por la cintura, pero no le devolví el abrazo, él notó que no lo quería cerca y se alejó cabizbajo- Buen día, madre.- dijo más serio.

-Buen día.- respondí de igual forma.

-¡Hola familia!- escuché una voz alegre a mis espaldas- Hola primita.- sentí sus brazos alrededor de mi cintura y me dio un beso en la mejilla, pude observar a mi esposa apretando sus puños enojada mientras nos miraba.

-Hola Mario.- lo abracé- ¿Qué quieres desayunar?

-¿Por qué parece que quieres más a mi tío Mario, que a mamá y a mí?- preguntó Nathan triste.

De tal palo, tal astilla. Nathan y Daniela eran igual de dramáticos.

Comencé a reírme de mi pensamiento.

-Cállate niño. Déjame desayunar en paz.- inmediatamente después de escucharme salió corriendo, imaginé que iría a llorar a su cuarto.

-¡Nathan! ¡Hijo!- se levantó ella de la mesa- Sólo un monstruo podría tratar a su hijo cómo tú lo haces, Poché. Me estoy cansando de toda esta mierda.- dijo seria.

Se acercó a Mario y lo miró desafiante.

-Y tú, idiota. Ya no tienes que fingir que eres su primo.- el abrió los ojos sorprendido- ¿Te sorprende que ya sepa que son amantes y qué se acuestan en mi propia casa?- me reí.

-Dios, Daniela. En serio tienes que parar de dramatizarlo todo. Ya hasta tu hijo es un dramático.

-También es tu hijo, Poché.- levanté mis hombros para restarle importancia- Quiero que el imbécil de Mario esté fuera de mi casa en cinco minutos, o te vas a ir tú, y hablo en serio.

-¡Puedes hacer lo que quieras, Walsh!- dije en voz alta y burlesca.

-No me divorcio de ti aún porque me preocupa la salud de mi niño, pero en serio, esto me está rebasando. No vas acabar conmigo, por mucho que te ame, no acabarás con mi vida, ni con la de mi hijo.

-Ya veremos, querida esposa.

Y se largó, dejándome a solas con Mario.

Sentía rabia en mi interior.

Lo agarré del cuello y comencé a besarlo con fuerza, era mi método de desahogo.

-¿Poché, estás loca?- dijo nervioso mirando hacia todos lados- Nos puede ver.

- ¿Y qué?- me reí- Ya lo sabe, así que da igual.

-Piensa en nuestros planes. Piensa que ella no se puede divorciar de ti antes de que hagamos todo.

-No se va separar de mí. No lo voy a permitir.

-Daniela te adora, te ama. Pero no es idiota. Se que la quieres hacer sufrir, pero no abuses.

-Está bien. Creo que deberías irte.

-Recogeré mis cosas. Me iré a nuestro antiguo departamento. ¿Pasarás hoy por allá?- sonrió de maner insinuante.

-No. Tengo un día cargado en la Academia. De hecho, me voy ya.

-Te ves caliente con esa ropa deportiva.- una carcajada fuerte salió de mí.

-Lo sé.

Dark TimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora