7. La casa al final del bosque

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Recorrí un camino que había por el bosque, hasta que llegué a mi destino. No me hacía falta ver: había hecho tantas veces ese recorrido que se había quedado grabado en mi memoria. Di unos pasos hasta que me situé delante de la casa. La casa que estaba al final del bosque. 

Toqué la puerta con mis suaves manos: eran de madera, humedecidas por el ambiente fresco del bosque. Me decidí a golpear la puerta con los nudillos. El sonido hueco de la madera se extendió por la casa, pero nadie abría la puerta. "¿Por qué no abría la puerta? ¡No podía haberse ido! ¡Siempre estaba!"

Llamé una segunda vez. Esta vez no tuve que esperar mucho hasta obtener una respuesta. 

— ¡Si! ¡Si! ¡Ya voy! ¡Ya voy! — se escuchó una voz grave, que después empezó a toser. 

Las visagras de la puerta chirriaron al abirirse. Un señor de mediana edad me recibió, un poco preocupado por mí. Creo que le extrañaba que no fuera con mi hermano. 

— ¡Oh, Christine! ¡Qué sorpresa que estés aquí! Pasa, pasa. ¿Y tu hermano? — me invitó a pasar, tirándome levemente del brazo. 

— Eso es lo que tengo que contarte — bajé la cabeza mientras hablaba. 

Atravesamos el largo pasillo y me acomodé en el sillón en el que me sentaba siempre que venía aquí. Ya llevaba tiempo sin visitar a Norbert, el viejo amigo de papá. Cuando él murió, él fue el encargado de seguir entrenándonos hasta que mi hermano cumplió dieciséis años. Había hecho muchas cosas por nosotros y siempre tenía un remedio para cualquier problema. Era un señor muy sabio. 

— Cuéntame, ¿qué ha pasado con Will? — me pidió explicaciones Norbert. 

— No sé. Todo pasó tan... rápido. Tan rápido que, no me di cuenta de nada — mientras hablaba las lágrimas resbalaban por mi rostro — Will se rebeló. No quiso irse con los guardias de las Tres Grandes Tribus para luchar en "El Ocaso" y... Y se lo llevaron. Y a mi madre también. ¡No quiero quedarme sin ellos, Norbert! ¡No quiero que les pase nada! ¿Sabes qué les pasa a aquellos que desafían a la ley de "El Ocaso"? 

— No fue buena idea que Will se rebelase de aquella manera contra las Tres Grandes Tribus. Está metido en un grave problema. Tal vez a tu madre no le pase nada, ya que solo intentaba proteger a su hijo. Lo más probable sea que esté una temporada en prisión y que luego tenga que ejercer de criada para las Tres Grandes Tribus de por vida — me explicó Norbert. 

Me entristecí y seguía llorando cada vez más. La idea de pensar que no volvería a ver a mi madre nunca más me atormentaba hasta extremos incalculables. 

— Pero Will no correrá la misma suerte — su voz sonaba más apagada que nunca — Estará encerrado en prisión durante un tiempo, como tu madre. Cuando acabe ese tiempo, será juzgado por el Tribunal y se le asignará un castigo adecuado a la falta que ha cometido. 

— Y, ¿Qué castigo pueden llegar a ponerle? — me tembló la voz al hacer esa pregunta. Temía lo que podían llegar a hacerle. 

— En casos así, muchas veces se ha castigado con la muerte en la horca — acabó de decirme esto con un suspiro. 

Terminé abrazando a Norbert con fuerza y llorando desconsoladamente. Mis llantos eran tan desgarradores que él casi se echa a llorar también conmigo. No podía soportar todo lo que Norbert estaba diciendo. Me negaba a aceptar que pudieran matar a Will de esa forma. No quería perderlo. No quería que sufriera. Tenía que hacer algo por él con todo lo que él había hecho por mí. 

Yo seguía con mis lloros, sentada, acurrucada en el sillón, mientras Norbert estaba en silencio sin saber qué decirme para calmarme. Pero sabía que llorando en aquel sillón no iba a conseguir nada. 

— Quiero salvarlo. Norbert, ¡ayúdame, por favor! Cuando éramos pequeños, siempre nos decías que tenías la solución a cualquier problema — le rogué. 

Se paró, suspiró profundamente y acertó a decir: 

— ¿Qué serías capaz de hacer para salvar a tu madre y a tu hermano? — me preguntó con su voz grave, volviendo a toser hasta casi desgarrarse la garganta. 

— Lo imposible — mi voz sonaba firme después de tanto tiempo pareciendo tan vulnerable. 

— Tengo la solución — se alejó, oí el sonido de un bote de cristal chocando contra una superficie y después volvió — Pero para ello tendrás que tomar una decisión que cambiará tu vida radicalmente. 

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