19. Cuídate

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Después de lo ocurrido el otro día en el bosque, nada volvió a ser lo mismo. Yo tampoco era la misma. No podía soportar la idea de que Jas y Thomas estuviesen sufriendo las consecuencias de mis actos, porque todo, absolutamente todo, había sido culpa mía.

Aquella mañana tenía que entrenar. Me preparé y fui hacia el campo de entrenamiento. Cuando llegué, noté un ambiente totalmente distinto al habitual. Faltaba la fuerza de la espada de Ben chocando contra cualquier otra, además de su imponente voz buscando rivales a los que abatir.

Me quedé parada allí, en seco, sin saber cómo reaccionar ni qué hacer. Temía que se descubriese la verdad, pero Jas confesó ser ella la asesina de Ben, a la vez que Thomas declaró que ellos dos eran amantes.

Thomas... ¿Qué habrá sido de él? Tenía miedo de que le hubieran hecho daño.

De repente, sentí que algo se posaba en mi hombro. Me giré y aquella voz inconfundible me alegró un poco el día: era Thomas.

- ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? ¿Te han amenazado? - le susurré.

- No. Me fui a dormir, tal y como me mandó Matt. Ni siquiera ha hablado conmigo. Me resulta extraño. - me explicó un tanto preocupado.

En aquel instante, Matt pasó por nuestro lado. A Thomas le dirigió una mirada despectiva. A mí, me dirigió estas palabras:

- Christian, esta tarde tú y yo tenemos que hablar antes de tu combate.

Simplemente asentí. Me fui rápido hacia un campo para entrenar. Manejé con la mayor destreza posible espadas, navajas, cuchillos, bolas de pinchos y arcos, e incluso lanzas. Necesitaba poner todos mis sentidos en el combate de "El Ocaso" de aquella tarde y olvidarme de lo que pasó la otra noche. Olvidarme por completo. Sin embargo, mi concentración no era la suficiente y me hice una enorme herida en la pierna con la bola de pinchos.

Acudí al hospital, con la esperanza de encontrar allí a Jas, mi salvadora. Pero, cuando me senté en la camilla y dejé que me curaran la herida, aquellas manos no eran las mismas que siempre me curaban con tanta delicadeza.

Era otra persona la que me atendía.

- ¿Dónde está Jasmine, la otra enfermera que se encontraba aquí antes? - pregunté, fingiendo no saber nada.

- La encerraron en la cárcel, en el edificio donde se encuentran los despachos. ¿Sabes? Mató a Benjamin, un guerrero veterano. Un gran guerrero que no se merecía un final así. A nosotras no se nos permite mantener ninguna relación sentimental con los guerreros. Sin embargo, ella estaba con uno de ellos. Thomas. Muy atractivo, por cierto. Es joven y fuerte. Moreno, ojos verdes... En fin, lo que cualquier mujer podría desear. Según Jasmine, Benjamin intentó abusar de ella. Sinceramente, no veía a Benjamin capaz de tal cosa. Jasmine dijo que Thomas le dio la navaja con la que lo mató. Creo que, lo que realmente pasó es que Benjamin los descubrió y amenazó con delatarlos. Él era un hombre muy legal, le gustaba cumplir y que se cumplieran las leyes a rajatabla. Así que, se vieron obligados a acabar con él. Pero su crimen no quedará impune. A Jasmine la matarán igual que ella mató a Benjamin. "Ojo por ojo y diente por diente" ¿No dicen eso? A Thomas, no sé qué castigo le impondrán todavía. Pero estoy segura de que, sea lo que sea, se lo tiene merecido - contaba sin parar la enfermera, que se pasaba de bocazas. Sus acusaciones eran falsas, y ellos no se merecían un castigo así. Sentía que me hervía la sangre con solo oír sus palabras. Sentía unas ganas inmensas de gritarle la verdad. Que ellos no tenían nada que ver, que la culpable de todo era yo. Pero no me convenía.

Hice una mueca de dolor ante los bruscos movimientos de la enfermera al vendarme la pierna. Ni siquiera se disculpó. Cuando terminó de curarme salí del hospital. Era la hora de comer, eso indicó una megafonía.

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