Madara - Obito

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― ¡AH! ¡MALDITO VIEJO PERVERTIDO! ― Gritó Obito al ser despertado por los desagradables gemidos de la persona que lo había rescatado de una muerte asegurada bajo enormes rocas, al decidir que era mejor sacrificar su vida ya que no había forma de que sus compañeros de equipo pudiera ayudarlo a salir y también morían en aquel lugar a su lado. ― ¡NO SÉ QUIEN SEA ESE ASHI O LO QUE HACÍAS CON ÉL PERO YO NO QUIERO TENER UN TRAUMA POR TUS COCHINADAS, VIEJO VERDE! ― Acusó exageradamente el adolescente mientras temblaba de repulsión.

Madara suspiró y se levantó del trono donde pasaba sus días y noches, sintiendo que tenía un leve problema entre sus piernas, maldiciéndose una vez más por no poder odiar a la persona que hace años atrás se había propuesto arrancar de los recuerdos que albergan sus entrañas pero aún continuaba dominando su memoria para aparecer en sus sueños.

― ¡NO ME IGNORES, VIEJO! ― Continuaba gritando Obito sin apartar su mirada de como el anciano se dirigía hasta aquella extrañas raíces donde sobresalía una escultura tallada con forma humana o al menos, era medio cuerpo superior masculino lo que se encontraba tallado ahí.

― ¡Estúpido mocoso!, no estés prestando atención a hechos absurdos y que no tienen una mínima de importancia. Piensa en mi propuesta y todo lo que te he contado. Quizás tus amigos ya se han olvidado de ti. ― Habló Madara con voz solemne pero sus ojos de tristeza no se apartaban de la pequeña imagen de Hashirama que sobresalía de las raícen de las que nacía los Zetsu y donde hacía años atrás, había integrado parte de las células de su ex amante, al cual aún anhelaba.

Obito frunció el ceño con enojo al escuchar las palabras del anciano que parecía no querer escuchar lo que él le estaba diciendo continuamente.

― ¡MIS AMIGOS NO SE HAN OLVIDADO DE MÍ! ― Exclamó el adolescente sin dejar pasar el brillo de tristeza que mostraba los ojos negros del adulto cada vez que se acercaba a observar la imagen tallada.

― Nunca digas que no pasará, niño. Así son los humanos de vulnerables, se olvidan de las personas y las promesas realizadas para sembrar sufrimiento en los corazones de sus iguales. ― Susurró con molestia Madara pero sus palabras solo lograron unos minutos de silencio entre ambos.

― Si acepto su propuesta, ¿qué gano yo al ayudarlo? ― Preguntó nuevamente Obito, aún no muy convencido con la propuesta que le había hecho el mayor.

― Podrás proteger a tus amigos aunque estos no lo merezcan. El mundo será un lugar pacífico porque las batallas acabarán porque es la única manera real de que el sufrimiento de las personas desaparezca y no seguir viviendo con el odio y la destrucción que genera la guerra. ― Explicó pacientemente Madara aunque ya le había repetido esas mismas palabras en otras ocasiones que había formulado esa pregunta. ― Yo mismo continuaría solo con el plan que creé pero ya no puedo seguir alargando mi vida. Tú eres quien he elegido para que lleve a cabo esta importante misión y continúes con mi voluntad. ― Hablaba mientras se acercaba al adolescente que lo observaba desconfiadamente.

― ¡NO SE ACERQUE, VIEJO GROSERO! ― Gritó Obito con cara de asco recordando cómo había sido despertado por el anciano. ― No me explicas nada concreto, solo hablas y hablas pero sigues sin decirme cómo pretendes hacerlo o qué hay que hacer en tu plan para logar el que no haya más guerras en el mundo. ― Farfulló desconfiado el gennin.

― Todo a su debido tiempo, cuando aceptes obtendrás esa información. ― Aseguró el anciano shinobi.

― No puedo aceptar nada cuando no me aseguras de que mis amigos estarán a salvo. Además, solo me dices cosas malas de ellos y estoy seguro de que aún no me han olvidado y Kakashi me prometió cuidar a Rin. Sé que estarán contentos de volver a verme cuando me marche de aquí aunque esté en este estado. ― Su voz se convirtió en un susurro tocando los vendajes en su rostro.

― Mocoso tonto... ― Murmuró con molestia el anciano Uchiha. ― Si aceptas no solo estarán a salvo tus amigos, sino que los podrás proteger de todo, especialmente tu compañera con la que tanto sueñas y dices que amas. ― Aclaró con una pequeña sonrisa al ver que había captado la atención del menor. ― Acepta y podrás irte de aquí para estar con tu amada y tu amigo especial, no tendrá que protegerla cuando tú estás con ellos pero tendrás que cumplir la pequeña misión que tengo para ti. ― Tentó Madara al adolescente para que aceptara sabiendo que no era la niña a quien Obito más llamaba en sus sueños ya que lo había escuchado en más de una ocasión.

Obito levantó la mirada al escuchar las últimas palabras de Madara con un leve sonrojo porque todo lo dicho por el anciano sonaba tan dulces como simple de cumplir.

― Aceptaré pero quiero que me expliques en este momento todo... ― Aseguró con decisión.

― Buena decisión, mocoso... ― Madara sonrió para proceder a explicarle al menor su plan de conseguir la auténtica paz.

Madara dio un paso con la intención de acercarse a Obito y explicarle su plan de forma más cómoda para ambos cuando el grito del adolescente volvió a irrumpir en el lugar haciendo que el Uchiha mayor frunciera otra vez el ceño.

― ¡NO, NO, NO...NO SE ACERQUE, VIEJO VERDE! ¡QUÉ ASCO! ― Gritó Obito intentando alejarse con temor y logrando que Madara se observara recordando de un pequeño problema con el que despertó y aún le decía que era humano y estaba en el mundo de los vivos. ― ¡ME NIEGO, NO QUIERO SABER NADA DE UN PERVERTIDO! ― Aseguró Obito.

Madara suspiró, quizás hoy no será el día en el que el mocoso ruidoso que eligió para que sea quien siga y cumpla con su plan de reconstruir el mundo cuando él esté ausente en espera de regresar. Al parecer, convencer a Obito requería un poco más de tiempo y así poder retirarse a descansar mientras su plan continuaba su rumbo con el adolescente.

Las historias no contadas del mundo shinobiWhere stories live. Discover now