Hashirama - Tobirama II

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Hashirama se había sentido desorientado al aparecer junto a su hermano frente a varias personas sabiendo que él había concluido su vida aunque no podía saber cuánto habría pasado desde ese día que fue él último.

Sin embargo, no había hecho más que sentirse triste al saber que las batallas continuaban aunque un pequeño vestigio de alegría punzó en su interior al saber que volvería a ver a Madara, pues tenía tanto que deseaba decirle a pesar de no saber si tendría la oportunidad de dialogar con su viejo amigo, rival y amante.

― Aniya, no deberías mostrar tanto tus deseos tan abiertamente como si fueses a tomar té, recuerda que vamos al campo de batalla. ― Habló Tobirama sacando a Hashirama de sus pensamientos.

― ¿De qué hablas? ― Preguntó confundido el mayor de los hermanos Senju.

― Madara. ― Indicó cruzando sus brazos el hombre albino. ― Hiciste bien en ser cuidadoso con el relato sobre el pasado pero no te sobreexpongas cuando el objetivo es detener la guerra que ha creado.

― No puedo evitarlo, yo... ― Comenzó a murmurar Hashirama.

― Está siendo la causa de una guerra, no es para ocupar tu mente con tonterías porque como te he dicho tantas veces, es alguien peligroso. ― Recordó molesto Tobirama.

― Te he escuchado, también te oí las veces anteriores, Tobirama. ― Respondió intentando restar importancia a las palabras ya que no podía evitar el tener tantas emociones arremolinándose en su interior porque en breve se encontraría con Madara.

― Ese amor por el Uchiha es el que te ha cegado todo este tiempo, si hubieras sido consciente desde el principio, esta situación no se hubiese ocasionado. ― Arrastró sus palabras mientras rodaba los ojos por lo que su hermano mayor había dicho. Por ello, Hashirama no podía ver lo serio que era el punto de enfrentar a Madara Uchiha y habían llegado a crear un conflicto en el futuro cuando sus nombres solo debían ser memorias.

― Eres consciente de que todo mi trabajo lo realicé con el fin de que la paz llegara y fue gracias a Madara que puede iniciarlo pero parece que aún queda mucho para que el tiempo sin sangre llegue. ― Suspiró Hashirama con decepción de que aún no se hubiera cumplido su deseo. ― También, es la única oportunidad en años de poder hablarle. ― Apretó los puños.

― Deja esos fantasiosos pensamientos por una vez, solo lograrás comentar un error con grandes consecuencias. ― Chasqueó la lengua Tobirama. ― Todo esto solo ha pasado porque no acabaste con su vida aquel día y preferiste seguir su juego y creer sus mentiras.

― Si hubiera derramado su sangre aquel día, Konoha seguiría siendo un sueño. ― Contestó con frustración de la terquedad de su hermano menor. ― Esto ha pasado por no haber tomado las decisiones correctas en momentos cruciales. Nunca debí dejar que se marchara y pasara tanto tiempo él solo.

― ¡Tonterías, aniya! Tú debilidad es lo que hace que continúes con eso. ― Señaló con dureza el hombre albino.

― Tú lo llamas debilidad, Tobirama, pero no creo que lo sea. ― Habló con seriedad a su hermano, sin poder evitar el pensamiento de que si tan solo se hubiera casado con Madara, todo lo que estaba sucediendo se hubiera evitado, pues fueron sus malas decisiones las que estaban causando todo ese alboroto en la actualidad. ― Realmente espero que el tiempo de paz llegue y por eso estamos aquí, ayudaremos a detener esta guerra y a Madara.

― Ni siguiera deberíamos de estar en este tiempo, teníamos que estar descansando en vez de estar de nuevo en una guerra y con Madara. ― Gruñó mirando a su hermno mayor y quiso gritarle que todo era culpa de Hashirama por tener un amor tan ciego por ese Uchiha que no lo dejaba ver la realidad de las cosas pero aunque si lo aullara sabía que su hermano mayor no lo vería así.

Hashirama miró a su hermano con incredulidad, no porque sus palabras carecieran de peso sino por el hecho de que estaban ahí debido a uno de sus caprichosos jutsus cuando le advirtió de lo preocupante que sería la resurrección impura pero el albino solo derivaba todo al hecho de que Madara hubiera aparecido en el futuro.

― Deja de mirarme así, aniya. Es molesto. ― Aclaró el hombre de cabello blanco por la mirada de su hermano.

― No es como si dependiese solo de mí el que no continuemos en el más allá. ― Recordó en voz baja mientras se deprimía mientras escuchaba a su hermano menor resoplar con enfado.

― No me acuses de tus errores con ese hombre. ― Arremetió mientras descruza sus brazos para señalar la dirección en la que captaba el chakra de Madara junto muchos otros.

― Tobirama... ― Murmuró sintiéndose peor el hombre de largo cabello castaño.

Tobirama chasqueó la lengua al escuchar lo dicho por su hermano con tono triste, no había querido hacer sentir mal a su aniya pero sabía que este solía tener cambios bruscos de humor.

Hashirama tenía razón, no solo era su culpa por tener debilidad hacia Madara Uchiha, sino que Tobirama tenía algo de responsabilidad por haber creado un jutsu tan peligroso como ese aunque Tobirama nunca pudo imaginar que iban a perfeccionarlo hasta el punto de poder estar ahí como se estuvieran vivos pero con un fino hilo de chakra que les recordaba que eran las marionetas de un shinobi.

― Ya dejemos el tema, lo mejor es prepararnos para ir de una vez a donde está Madara, aniya. ― Avisó Tobirama cuando sintió como algún tipo de gran ataque se estaba preparando para ser realizado.

― Es más importante el pensar algo antes de llegar aunque lo primero será neutralizar esa gran fuente de chakra. ― Acotó Hashirama logrando sentirla a pesar de no ser un shinobi sensor. ― No deja de sorprender a pesar de que no pertenezca tampoco a esta época, sus habilidades como shinobi es asombrosa.

― Deja de alabarlo y concéntrate en la batalla, aniya. ― Demandó el hombre de cabello blanco.

― Lo siento, lo siento... ― Se disculpó Hashirama apresurándose sin poder evitar querer llegar al campo de batalla tan rápido fuera posible para poder encontrarse con su viejo amigo que intuía debía de estarlo esperando.

Las historias no contadas del mundo shinobiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora