El Perdón (33)

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Donde anteriormente se situaba la casa donde había crecido, ahora se encontraba una concesionaria de automotores. Victoria observó con incredulidad las puertas de cristal que se encontraban cerradas. Eran cerca de las diez de la noche, por lo que todo estaba oscuro en la zona y solo había un guardia de seguridad que iba y venía por el interior del edificio, y ya había empezado a observar a la joven con sospecha en sus ojos.

Ella se dio la vuelta y se alejó unos cuantos pasos, sintiéndose un poco conmocionada. No sabía que en tan poco tiempo se podían derrumbar las paredes que habían contenido tantos años de historias, recuerdos y emociones.

Ya no existía la habitación donde ella solía encerrarse dando portazos en sus primeros años de adolescencia, cuando aún era una jovencita problemática y fría, antes de que su padre muriera. Ya no existía la cocina donde éste había anunciado su enfermedad por primera vez, haciendo bromas al respecto para aliviar el impacto de la bomba destructiva que acababa de tirar sobre sus hijos. Ya no existía el cuarto donde ella lo había abrazado por última vez, prometiéndole ser la mejor versión de ella misma, siempre.

Suspiró en un intento de alivianar el peso en su corazón y se abrazó a sí misma, aún cuando la temperatura se encontraba a grados altos a pesar de la caída del sol.

Vio una sombra acercarse por la acera a su izquierda. El alumbrado público recortaba la silueta y Victoria reconoció de quien se trataba, aunque no pudo vislumbrar su rostro hasta que estuvo a solo un metro de ella.

Suspiró nuevamente para calmar sus nervios.

-Jason... -pronunció en voz baja, a modo de saludo.

Él no respondió con palabras. Se limitó a asentir una vez en su dirección. Su mirada era penetrante y Vicky agradeció que la oscuridad los rodeaba, impidiendo que estuviera del todo expuesta.

El silencio imperó entre ambos. La joven no sabía qué decir. Luego de enviarle el mensaje a Jason donde proclamaba que necesitaban hablar, él solo le había contestado:

"Tu casa en 15 minutos"

Había estado preparando varios discursos en el trayecto hacia el punto de encuentro, pero los había olvidado todos cuando estuvo frente a su ex novio.

Finalmente, él habló, emitiendo su característico tono impertérrito:

-Querías hablar.

-Eh... Sí. Yo... -Victoria exhaló, frustrada por su titubeo- Las cosas terminaron mal entre nosotros -articuló con mayor firmeza- Y creo que no es justo para ninguno de los dos dejarlo así. La última vez que nos vimos solo gritamos y peleamos, y no llegamos a solucionar todo lo que estaba inconcluso. Creo que necesitamos un cierre apropiado...

-Un cierre apropiado -escupió el muchacho con dureza- ¿Quieres un cierre feliz conmigo para que no te pese la consciencia cada vez que te revuelcas con él? No, Victoria. No voy a librarte de la culpa -fue elevando la voz mientras hablaba, al punto que la aludida retrocedió un paso por el impacto.

Ante la acusación, se apresuró a explicar:

-Justin y yo... Sé que parece horrible, Jason, pero no planeamos que sucediera, solo sucedió. Nunca...

Fue interrumpida por la seca risa del chico.

-Ese maldito bastardo -masculló con amargura- Lo único que quiso desde que te conoció fue arrebatarte de mí. No puedes decirme esa mierda de que no fue planeado, Victoria.

-No lo fue...

-No por ti, pero ¿él?... Es todo lo que quería ¡Fue él quien nos separó! ¡¿acaso lo olvidaste?!

-¡No fue su culpa! Fue tu incapacidad de mantener tu pene en los pantalones, ¡¿acaso lo olvidaste?!

La conversación había escalado hasta convertirse en una acalorada disputa. Percatándose de ello, Tori procuró respirar profundo para calmar las emociones en su interior. Cuando volvió a hacer contacto visual con su ex novio, se sorprendió de encontrar sensibilidad en los ojos de éste.

-Te lastimé -murmuró en voz tan baja que el sonido se quebró, por lo cual elevó su tono: - Y, te lo juro, no hay un solo día que pase en que no me arrepienta de ello. Sé que fui una mierda, pero eras lo único bueno que tenía, Victoria, y eso me espantaba. No sé como mantener las cosas buenas. Vivo en este espiral de autosabotaje y no puedo escapar...

Otra vez, sus palabras salieron resquebrajadas, mas en esa ocasión no era debido al bajo volumen, sino a la vulnerabilidad que asomaba en su fría fachada.

》-Me he castigado a mi mismo por lo que te he hecho muchas veces, pero sabes lo dificil que es vivir así... Tú lo sabes.

Sí. Ella lo sabía. Había sido exactamente como Jason en su pasado y que él apelara a ello infundió en su interior la empatía, profundizando la conexión que compartían.

Quería estirarse para abrazarlo, y ese impulso aumentó cuando lo escuchó susurrar:

-Lo siento. De verdad lamento haberte lastimado.

Una oleada de algo parecido a la paz se extendió por el pecho de la chica tras esa declaración y comprendió que, al fin, estaba dejando ir el resentimiento, el dolor y los miedos que su ex novio había gestado en ella cuando le rompió el corazón.

Tragó saliva para deshacer el nudo en su garganta y asintió.

-Te perdono, Jason.

Él estiró la comisura derecha de sus labios, dibujando el esbozo de una sonrisa, mas no llegó al resto de su semblante. Luego, repentinamente, se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

Asombrada, Victoria intentó detenerlo:

-¡Jason! ¡Espera! Tenemos que hablar sobre...

-Ya hablamos, Vicky -sentenció él con suavidad.

Sin embargo, detuvo su andar enseguida de forma abrupta y, tras unos segundos de vacilación, volvió a girar sobre sus talones para mirarla.

-Él no es el chico de oro que todos creen -aseguró- Durante toda nuestra vida nos han visto a Justin y a mí como opuestos pero, creeme, no estamos muy lejos uno del otro. Después de todo, somos hijos del mismo padre. Tú conoces la historia... -parecía estar a punto de agregar algo más, y lo dudó un instante antes de hacerlo- Estas cometiendo un error, Vicky... el mismo error.

TwiceWhere stories live. Discover now