El Principio (38)

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Victoria notó el momento exacto en que su dolor se transformó en ira. Estaba enojada con el mundo por lo que injustamente le sucedía a su hermana pequeña. La desesperación había aprisionado su corazón durante tantas horas que, de repente, quiso liberarse explotando como un volcán activo. Sintió el calor extenderse por todo su cuerpo y la presión le produjo unas fuertes ganas de gritar. 

Caminó hacia la salida, buscando sentir el aire frío de la noche sobre su rostro para calmar sus emociones. Sin embargo, no funcionó. La tensión dentro suyo no hacía más que aumentar hasta que, finalmente, sin poder resistirlo, le dio una patada a la pared del hospital, soltando un grito ahogado.

Sabía que se había dañado el pie, mas no le importó. No era capaz de centrarse en nada más que la furia. Aquello le recordaba a sus primeros años de adolescencia, cuando atormentaba a todos con su irascible actitud. Años en los que se había comportado igual a Jason...

Jason.

Ella había permitido que él la consolara apenas una hora atrás, pero en ese instante, su debilidad le parecía estúpida. Después de todo lo que él había hecho, del dolor al que la había sometido, no se merecía su perdón.

La vida no merecía su esfuerzo por ser mejor persona, no cuando le pagaba de aquella forma, enfermando a Jamie al punto de dejarla al borde de la muerte.

Una presión estrujó su pecho y le quitó el aire. Apoyó la espalda contra la pared del hospital, aspirando extensas bocanadas.

—¿Victoria?

Los músculos de su cuerpo se tensaron en cuanto escuchó aquella voz. Lágrimas nublaban los ojos de Victoria, por lo que no podía distinguir claramente cuál de los dos chicos era el que estaba de pie delante suyo.

Sin embargo, a esa altura, ya no le importaba.

—¡Vete! —ordenó con dureza, empleando la fuerza que le prestaba el dolor— ¡Aléjate de mí!

La figura masculina ignoró su petición. Dio un paso más cerca de ella y estiró su brazo para tocarle la mejilla empapada por el llanto.

—Vete... —repitió la joven, aunque en esa ocasión su voz salió como un murmullo resquebrajado— Solo déjenme en paz. No los quiero cerca de mí... a ninguno. Por favor, vete — rogó.

Dejó que su cabeza cayera hacia adelante mientras sus hombros se hundían. Estaba derrotada. Debería haber anticipado que, al final, los dos la lastimarían. Tendría que haber deducido que ambos eran iguales, después de todo, eso estaba a simple vista...

Eran gemelos.

—Tori, por favor...

El apodo permitió a su discernimiento  detectar que se trataba de Justin, quien continuó enunciando con congoja:

—Lo de ayer fue un malentendido, puedo explicarlo, pero... ¿Qué pasó con Jamie?

—Está enferma... Igual que mi padre... No sé... —a Vicky le costaba un enorme esfuerzo siquiera hablar, se encontraba agotada— Ya no sé.

Sintió la mano de Justin acariciar su cara. Por un segundo, quiso que él la estrechara entre sus brazos, mas el deseo murió enseguida. Se apartó bruscamente de su toque y se encaminó a la entrada del hospital, sin siquiera mirarlo a la cara.

—¿Tori?

Lo ignoró, ingresando a la sala de espera y tomando asiento para descansar la repentina fatiga que se había asentado en su cuerpo.

Para su desgracia, Justin la siguió y se sentó a su lado, aunque no hizo el intento de hablarle o tocarla de nuevo. Victoria no se sentía reconfortada por su presencia, pero tampoco tenía la fuerza emocional necesaria para sentirse fastidiada.

Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Quería abstraerse y olvidarse de todo lo que estaba sucediendo.

—¿Vicky?... ¡Vicky!

La voz de su madre sonó cerca de su oído y fue por eso que logró despertarla. Dio un brinco en el lugar, sobresaltada, y sintió todos los músculos de su cuerpo quejarse por el movimiento. Claramente, había dormido varias horas en el asiento del hospital para que sus extremidades se hallaran así de entumecidas.

Sacudió la cabeza, reprochándose el descanso. No podía creer que había sido capaz de desaparecer cuando Jamie la necesitaba, ¿cómo su cerebro había sido tan egoísta de apagarse en un momento así?

Entonces, notó la sonrisa de su madre.

—Jamie... —articuló— ¿Cómo está Jamie?

—Está bien. Sedada por los calmantes, pero está fuera de peligro.

Aquellas palabras fueron como un bálsamo extendiéndose desde su pecho hacia el resto de su cuerpo. Soltó una carcajada y sintió lágrimas de alivio rodando por sus mejillas. 

Una mano tocó su rostro para limpiarlas y descubrió que Justin seguía sentado a su lado.

—¿Qué le pasó? —inquirió, ignorando al chico para volver a centrarse en su madre.

—Era la misma enfermedad que se llevó la vida de tu padre —explicó ella, tragando saliva— Al parecer, Jamie la heredó, pero afortunadamente la detectaron a tiempo —volvió a sonreír— Pueden detener su esparcimiento ahora. Ella estará bien.

Victoria frotó su cara con ambas manos y respiró profundo.

—Ok... Ok...

Aún no estaba segura. Quería ver a su hermana antes de dejar el alivio tomarla por completo.

—Volveré adentro... —anunció su madre, señalando la sala de emergencias— ¿Ustedes se quedan con ella?

Vicky levantó la mirada, curiosa por saber a quién le hablaba. Su sorpresa fue mayúscula al ver a Jason de pie al lado de su madre. Él asintió.

—Estaremos aquí.

La chica miró a Justin, luego arrastró su mirada lentamente hacia Jason para volver a centrarse en Justin. No le parecía real que estuvieran tan cerca uno del otro, no sin soltar gruñidos o maldiciones o puñetazos. Al parecer, su letargo duró unos cuantos segundos, porque Jason habló primero.

—Vicky... —lucía nervioso, escondiendo sus manos en los bolsillos para que no las viera temblar— Vicky, sé que este tal vez no sea el mejor momento, pero necesito aclararlo cuanto antes... Lo de Irina... Es que... Fui yo. Yo estuve con ella y le dejé creer que era Justin.

Al principio, no logré comprender sus palabras. No podía creerlas. No podía creer que alguna persona fuera capaz de tomarse tantas molestias solo para lastimar a otra. Y luego...

—Tienes que estar bromeando —mascullé entre dientes, sintiendo la ira de más temprano, regresar.

Él resopló, evitando mirarme a los ojos. Echó su cabeza hacia atrás.

—Nop —respondió casualmente.

—Vete a la mismísima mierda, Jason Bieber.

No me preocupé en mantener el volumen de mi voz bajo, por lo que varias personas se giraron a mirarnos, pero no me importaba, pues ya estaba marchando a la salida para respirar aire fresco.

Justin suspiró, poniéndose de pie para seguirla.

—Nunca va a perdonarme —escuchó que su gemelo murmuraba.

—Lo hará... —admitió a regañadientes— Le importas.

Y fue detrás de su novia.

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⏰ Terakhir diperbarui: Jul 17, 2023 ⏰

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