La Transición (22)

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-¿Saldrás con Justin de nuevo? -inquirió Mandy.

Victoria terminó de abrochar un aro en su oreja izquierda y miró a su amiga a través del espejo.

-Va a mostrarme los fragmentos de un cortometraje que ha filmado esta semana -confirmó- Quiere mi opinión sobre algunas cosas.

Mandy elevó sus cejas, asombrada por esa declaración.

-¿Tu opinión? ¡¿Pero qué diablos sabes tú de cine o de edición, Vicky?! -exclamó antes de empezar a reír- Lo que él quiere es estar a solas contigo en un cuarto, mi inocente palomita.

La aludida hizo rodar sus ojos.

-Deja de insinuar cosas, Mandy. Ya te dije que somos solo amigos.

Habían transcurrido tres semanas desde la primera vez que habían salido juntos a comer y jugar futbolito. Desde entonces, aquello se había vuelto una práctica habitual para ellos. La pasaban muy bien en sus mutuas compañías, sentados a la mesa simplemente hablando o manipulando los controles del futbolito, bromeando y riendo.

Debido a sus horarios, podían encontrarse allí solo una o dos noches a la semana, pero también solían verse los fines de semana (aunque en esas ocasiones siempre estaban rodeados de sus amigos ya que se trataban de reuniones tanto en la residencia del chico como en la suya).

Aquel día, como había remarcado Mandy, iba a ser el primero en que se encontrarían realmente a solas y, por algún motivo que no lograba identificar, eso hacía que se sintiera nerviosa.

-De todas formas, ¿no se te hace extraño estar con él? -enunció su amiga, evidenciando curiosidad- Digo porque es igual a tu ex novio y eso -esclareció.

Victorio suspiró y se alejó del espejo para tomar una chaqueta del armario.

-Sinceramente, a veces sí -admitió- Hay momentos en los que mirar a Justin me hace pensar en Jason, pero supongo que es inevitable, tienen el mismo rostro.

-¿Y no es molesto tener un recordatorio constante de él? -continuó interrogando su interlocutora- Yo preferiría rapar mi cabeza antes que vivir recordando al imbécil de mi ex.

-No vivo recordándolo -repuso Victoria- Solo que pienso en él a veces y, honestamente, ya lo hacía antes de encontrarme con Justin. No creo que alguna vez vaya a olvidar a Jason. Él fue el primero en todo para mí, ya sabes... -declaró, sonrojándose- Eso nunca se olvida.

Mandy asintió, comprendiendo sus palabras. Justo entonces, su celular expidió un pitido y descubrió en la pantalla un mensaje de Justin indicando que ya estaba esperando por ella en el estacionamiento.

Salió de su apartamento junto a su amiga y ambas se despidieron en el rellano antes de que ella saliera al exterior y caminara en dirección al automóvil de Justin.

-¡Hola, Tori Tori! -la saludó él mientras la veía acercarse.

A pesar del frio, había abandonado la templada comodidad de su coche y la estaba esperando junto a la puerta de acompañante. La abrió para ella, como siempre, y esperó a que estuviera propiamente sentada antes de cerrarla y dirigirse al lado del conductor.

Victoria sabía que podría haber caminado a la residencia del chico, pues los separaba apenas una corta distancia, pero él había insistido en recogerla argumentando que las temperaturas eran demasiado bajas y no quería exponerla a un resfriado. Que se preocupara así por ella había causada una cálida sensación en su pecho, suficiente para combatir al crudo invierno.

Llegaron al edificio donde Justin se hospedaba quince minutos después, dentro de los cuales habían estado fingiendo pelear por quien decidía qué música sintonizar en su estéreo. Cuando estuvieron frente a la puerta del departamento, Victoria notó que la mano del muchacho temblaba mientras introducía la llave en la cerradura.

Verlo nervioso hacía que sus propios nervios aumentaran y aún ni siquiera estaba segura de porqué estaba experimentando esa sensación, pero la aliviaba saber que no era la única.

Justin indicó con un gesto que ingresara primero. Ella le sonrió y se adentró al lugar, observando los alrededores del mismo. Era más grande que su departamento, pero por los vestigios de desorden, se notaba que era compartido. Eso quedó evidenciado con mayor énfasis cuando su amigo la guió al amplio dormitorio.

Había dos camas. En el lado de una, era un caos de posters, guitarras, ropa y revistas. La otra estaba armada, con el suelo a su alrededor despejado y la enfrentaba un escritorio donde reposaba una computadora y varias cámaras. Parecían dos cuartos dentro de uno mismo y Victoria no tuvo que hacer gran esfuerzo por adivinar cuál pertenecía a Justin.

-Ven. Siéntate -la invitó éste, señalando la silla giratoria del escritorio.

Le hizo caso y él la sorprendió cuando se inclinó hacia ella por detrás. Asomó la cabeza sobre su hombro y pasó los brazos por los costados de su cuerpo con intención de prender la computadora, pero se detuvo en esa posición más tiempo del necesario. Sus mejillas estaban a pocos centímetros de hacer contacto y, repentinamente, la joven tuvo el impulso de moverse para que sucediera.

Finalmente, Justin se apartó, soltando un profundo suspiro.

-Ya vuelvo -murmuró, saliendo del dormitorio.

Fiel a su palabra, regresó pocos minutos después con un tazón de palomitas y dos latas de energizante. Así, se dispusieron a ver las diversas escenas que el chico había captado con su cámara días anteriores. Más que prestarle atención a los actores o a la linea argumental del corto, Victoria se encontró fascinada por las técnicas de filmación, pues sabía que esos eran los detalles orquestados por su amigo.

Cuando la reproducción terminó y la pantalla quedó negra, se giró a Justin, quien estaba sentado al borde de la cama, y lo encontró observándola.

-Los contrastes son tan bellos -aduló.

-Gracias, Tori. Creí que era lo adecuado para ambientar el drama, aunque tengo algunas dudas con las transiciones y era eso en lo que quería tu opinión.

La aludida frunció el ceño, desconcertada.

-No creo que pueda ayudarte mucho, yo no entiendo nada de edición, Jus.

Justin sonrió con amplitud y sacudió su cabeza lentamente. A Victoria le recordó la manera en la que Mandy lo había hecho más temprano cuando la llamó "inocente palomita".

-Voy a enseñarte -anunció él.

Durante el resto de la tarde, la muchacha realmente aprendió mucho sobre efectos, pero también compartió decenas de risas con Justin, en especial cuando encontraron diversas transiciones con la forma de Mickey Mouse.

-Quiero verlo cuando esté terminado -comentó.

El chico, que entonces se encontraba sentado en la silla frente a la computadora, sonrió y asintió.

-Por supuesto, después de todo, es tu co-producción.

Ella suspiró.

-Mi primer logro en el ámbito del cine.

Justin tomó una de las tantas filmadoras, la encendió y apuntó con ésta a Victoria mientras enunciaba:

-Si no tienes éxito con eso, podrías ser actriz, ¿sabes?

-¡Ni de broma! -se espantó su amiga, tapando su rostro.

Escuchó la risa del joven propagarse en el aire, y luego su voz ronca articular:

-Mírame

Victoria dejó caer sus manos de a poco hasta que dejó su cara el descubierto. Ignorando el lente de la cámara, que seguía enfocado en ella, clavó su vista en Justin. Él la estaba mirando con tal intensidad en sus ojos que sintió su corazón acelerarse.

Nerviosa, carraspeó y rompió el contacto visual. Comenzó a hacer muecas frente a la filmadora, ganándose unas buenas carcajadas de parte de su compañero.

-Espero que sepas que voy a agregar esto en el cortometraje -avisó él.

-Espero que sepas que voy a matarte si lo haces -contrapuso ella.

TwiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora