EPÍLOGO

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Tomo un par de respiraciones de relajación como me enseñó mamá. Intento pensar en cosas positivas... Intento sonreír e imaginarme al público desnudo, Adelaine dice que eso siempre ayuda y estoy segura de que ella sabe de lo que habla, después de todo, ser modelo es exponerse día y noche a la presión de las cámaras. Si alguien sabía manipular a un conglomerado de extraños, esa sin duda tenía que ser Adelaine.

—Ginevra Woodgeth —me llama Antonio, el organizador detrás de todo el monstruo de Broadway—. Sales en diez.

—¿Minutos?

—Nueve... Ocho...

—Ay, mierda —mascullo mandando al diablo la poca cordura que me quedaba.

Es mi primera presentación oficial. Quiero decir, he tenido presentaciones antes, pero ninguna en Broadway. Ninguna con tantos críticos de arte reunidos en una misma sala de música.

Me sacudo un poco y me paro detrás del telón. Creo estar preparada hasta que siento la mano de Cody tirando de mí hacia atrás.

—Lo harás bien, Gin, nadie puede hacerlo mejor que tú —dice, intentando infundirme confianza a través de una mirada cálida.

La verdad es que nada me pone más de nervios que el sentir demasiada fe depositada en mí. Aunque, a juzgar.por el resoplido que Tinny acaba de lanzar desde su puesto al final de la última fila, me queda claro que a ella tampoco me hace mucha gracia la idea de depender de alguien tan... Inexperta como yo.

—Está celosa —me susurra Cody y, con una palmada en el dorso de mi mano, me deja ir.

Ojalá nuestra relación no fuera tan complicada. En momentos como esos, cuando sus enormes ojos oscuros intentan (vanamente) inyectarse confianza, es cuando realmente deseo que mi corazón lata con fuerza, como en las películas.

Pero no lo hace.

Maldita sea, no lo hace.

Porque solo hay alguien que ha podido hacer que mi corazón de volteretas en mi pecho, alguien que puede hacerme sonrojar con solo mirarme, alguien que... Está saliendo con mi hermana.

—¡Señorita alcoholes, deja de retorcerte las manos estamos por entrar! —me grita Antonio, que tiene la mala costumbre de llamarme "Vino Tinto" "Cerveza de Botella" o, su favorita: "Tequila Mexicano". A nadie le hace ni un pito de gracia, pero para el es la mar de divertido, aunque hoy está inusualmente nervioso.

Yo lo estaría si hubiera dejado al frente a una novata de primer año en Juilliard. Intento pensar positivo, intento hacerme creer que me he ganado ese lugar y no se lo he robado a Tinny y tampoco tiene nada que ver con qué mi prima sea la directora de la universidad o que mi padre sea el director de Harvard... O que mi madre sea la profesora de literatura a la que todavía sigan suplicándole volver a Juilliard, o que mis hermanos y mi padre sean un miembros activos del Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) o que mi hermana sea la modelo del momento... No, me he ganado mi lugar, merezco estar aquí.

Lo merezco.

Lo mereces, Ginny.

Lo mereces.

—Ay, mierda, no merezco estar aquí —digo antes de intentar huir, pero no llego demasiado lejos, Antonio me detiene a mitad del escenario.

Intenta hacerme volver por la mala y yo intento mandarlo al diablo por las buenas, pero no me lo va a poner sencillo. Tiene unas manos realmente fuertes cuando no se preocupa por su manicura o las arrugas de su traje.

—Escuchame bien, Bacardí de mala calidad, quiero que pavonees tu pobre y decadente trasero de regreso al centro o vas a verme enojado, y no quieres verme enojado, ¿verdad?

Lucky Love (LR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora