Cap 4

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(GENEDEN)

Cerré por cuarta vez la carta de Julliard, dejándola una vez más dentro de mi mochila. Ahí estaría segura un par de días mientras decidía que hacer con ella.

¿Debía quemarla y olvidarlo todo? Mi familia jamás iba a apoyarme y, aunque lograra conseguir una beca, jamás tendría el dinero necesario para sustentar lo mas básico en un lugar como ese.

¿Debía arriesgarme e intentarlo? A fin de cuentas las probabilidades de ser admitida eran peor que mínimas, pero siempre quedaba vigente la opción de la aventura.

Y la única persona que alguna vez me había apoyado estaba muerta.

Luce precia comprender todo desde un perspectiva mas optimista, pero de ningún modo podía superar la perspicacia y la alegría en la motivación de mi abuelo.

Justo cuando iba a tomar la carta del interior de mi mochila una vez más, la puerta se abrió de golpe, dejando entrar a un muy malhumorado Liam, con un pequeño camino de sangre en su mejilla y un popurrí de los colores verde, morado y rojo en la misma.

—¡Dios mio! ¡¿Qué te paso?! —ataqué poniéndome de pie de un salto.

—Estoy bien —se limitó a responder desapareciendo en la cocina.

Le seguí con la intención de no dejarme amedrentar ante su tono molesto. Lo encontré tomando una bolsa de hielos antes de caminar de regreso a la sala, donde se sentó y se limitó a mantener la bolsa de hielos sostenida contra su mejilla izquierda.

—Liam, que te pasó?

Sabía de sobra que mi tío no era un hombre de peleas, generalmente estaba tan ocupado firmando papeles, que difícilmente podía darse el tiempo de tener enemigos violentos.

Y aunque, siendo un hombre de negocios y el heredero mayoritario de la editorial Woodgeth, no le faltaban enemigos, ninguno de ellos haría estado dispuesto a arrugar su traje en un solo golpe.

—Necesito saber si estamos en peligro...

—No estamos en peligro, yo... Yo...

—¿Tú qué? —apremié sin paciencia.

—¿Quieres esperar a que este hielo haga efecto? Todavía duele —gruñó.

—No, estoy preocupada. Habla ahora.

Liam suspiró y, retirándose la bolsa de hielos, confesó:

—Fue Raimundo Webber.

Lo miré esperando más información al respecto.

—Es el padre de Luce —explicó cuando el silencio evidenció mi ignorancia.

Aunque ahora estaba mas confundida que asustada.

—No lo entiendo. ¿Por qué un anciano te golpearía?

—No es ningún anciano, se mantiene en forma, créeme, te sorprenderías si lo conocieras.

Arquee una ceja a modo de respuesta y retomé el tema, pues no tenía ninguna intención de cortar de tajo la noticia.

—¿Y por qué te golpeo el padre de Luce?

Silencio.

Liam se colocó la bolsa de hielo en la herida una vez mas, antes de responder.

—Fui a pedirle la mano de su hija.

Abrí la boca tan grande que de haber estado con la abuela Sarah, ya tendría en mis manos los siete tomos autografiados de «Modales para señoritas refinadas en América».

Lucky Love (LR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora