Cap. 59

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Había vivido tres días en un infierno terrenal. Había descubierto que Will nos tenía a todos en una especie de subterráneo bien asegurado. Jamás iban a encontrarnos.

Hacía tanto calor que mi sudor era lo único refrescante en ese lugar. Después de dos días, en completo silencio, Will me había enviado un pequeño aire que lanzaba con las aspas aire caliente, pero al menos era un soplo en el infierno.

No había comido demasiado. No tenía ni siquiera un poquito de hambre. En realidad, me dedicaba a pensar durante todo el día, en qué estaría haciendo si siguiera en casa con mis hijos, mis amigos y, sobre todo, Liam, luego terminaba de pensar en eso, para ponerme a pensar en qué estarían haciendo en ese momento sin mí. Me partía el alma imaginar a los niños llorando fuerte, aunque Adelaine seguramente se silenciaría cuando Liam la tomara en brazos... Pero ¿Adán? ¿Quién se encargaría de él? Las visitas no solían ser muy acogedoras con él, esperaba que Geneden estuviera salvando el día como siempre que tomaba a Adán en brazos. En secreto sabía que era su favorito, quizá porque le parecía una versión en miniatura de Liam o porque la escuchaba cantar con mucha atención o porque no eructaba y vomitaba a al mismo tiempo.

Estaba hecha un desastre, había perdido litros de agua en sudor y lágrimas que no había repuesto demasiado. Will enviaba comida y su soldado 363 (cuyo nombre no había podido descubrir) se limitaba a escucharme sollozar sin apartar la mirada fija de mí. Era como un maldito robot que no respondía a golpes (se limitaba a intentar frenarme cuando me estaba pasando), gritos, insultos o a las lámparas y sillas que volaban por los aires hasta su lado de la habitación. Honestamente me sorprendía la capacidad que tenía para permanecer quieto sin hacer una sola expresión.

Era incómodo llorar, comer o dormir frente a alguien que te mantenía la mirada fija la mayor parte del tiempo. Apenas podía ir al baño sin que me siguiera de cerca, pero después de tres días me había acostumbrado un poco a su sombra. Habría preferido estar sola, pero Will no iba a ser un buen anfitrión.

363 recibió un mensaje mientras yo me dedicaba a mirarlo fríamente desde mi posición sentada sobre la cama, con la espalda pegada a la pared. Habíamos pasado una eternidad sumergidos en un duelo de miradas. No sabía qué quería ganar con eso, lo único que me interesaba era recuperar mi libertado, pero estaba segura de que eso no lo iba a obtener de buena manera, así que todo se había convertido en una mejor forma de pasar el rato.

-El Capitán quiere verte.

Fruncí el ceño ante la etiqueta de Will. No tenía ni un pelo de capitán y que se congelé el infierno si no estaba deseosa de echárselo en cara. Había pasado los siguientes tres días sin saber nada de él salvo por llamadas que hacía a 363 y por la forma en la que él se dirigía a Will, me quedaba bien claro que no iba a traicionarlo ni aunque lo amenazara de muerte.

-¡Genial! ¿Entonces iré a casa con mi padre? -Me puse de pie y fingí alegría.

No tenía ninguna intención en ponerle las cosas fáciles al robot 363, ni iba a darle a Will un título que no se merecía. Si ellos estaban esforzándose por hacer de mi vida un infierno, yo no se los iba a poner mejor.

-Te sugiero que cierres la maldita boca y guardes tus malos chistes si quieres conservar los dedos -replicó muy serio.

Lo miré de frente y asentí con seriedad.

-Tienes razón, seré mucho más sensata en adelante. Lo siento.

Evidentemente esperaba una respuesta diferente, porque sencillamente se limitó a apretar la mandíbula y negar con la cabeza antes de señalar hacia la única puerta de salida en esa lacónica habitación.

En cuanto puse un pie afuera y Vi el oscuro pasillo frente a nosotros, supe que estaba en una especie de calabozo como los que salen en las películas de brujas malvadas y princesas secuestradas. Al parecer si servía eso de ocultar a las personas bajo tierra porque, por las telarañas en las paredes, Will tenía un buen tiempo viviendo de esa manera.

Lucky Love (LR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora