Cap. 23

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23.

En el avión el viaje no fue ni siquiera un poco más ameno. Parecía que Liam no estaba ni siquiera un poco arrepentido.

—Preciosa, relájate —pidió despegando la mirada de la ventana—, ya contacté a mi abogado, probablemente sólo tenga que pagar un millón de dólares.

—¡¿Sólo eso?! —casi se me salen los ojos de las orbitas— ¡¿Te parece poco?!

Liam sonrió abiertamente y clavó la mirada soñadora en el techo.

—Si tuviera que pagar otro millón por golpearlo una vez más, bueno, pagaría otros tres.

—¡Liam!

—Tranquila, tu demanda no procede —aseguró mirándome con seriedad—, lo golpeaste en defensa propia.

—Pero la tuya si procede.

—Luce, tranquilízate, sólo quiere dinero. Está asustado porque el dinero que les dejó mi padre no es suficiente para sostener su estilo de vida.

—¿Así que vas a pagarles los viajes por Europa cada vez que decidan meterse contigo?

Lían resopló. —Por supuesto que no.

—Bien.

—Este año se van a la India y el próximo a Asia...

—¡Liam!

¡Dios! ¡¿Qué pasaba con esa gente?! Mi familia sólo vacacionaba en la cabaña del tío Ben y algunas veces ni siquiera salíamos de la ciudad en todo el año.

—¿Por qué mejor no me hablas de ese manuscrito en el que estás trabajando? —pidió pendiente de mi reacción.

Lo miré estupefacta. No tenía idea de cómo se había hecho de esa información, pero era francamente vergonzoso. Nadie nunca había tenido información sobre mis manuscritos, nadie fuera de Katy y Dorian, ni siquiera Quentin lo sabía.

—Yo no...

—Llamaron de una editorial, tu manuscrito ha llegado y al parecer es bastante bueno...

—¡¿Y tú tuviste algo que ver con eso?!

—¡No! Luce, tienes talento, he visto tus trabajos como redactora, son realmente buenos...

—¿Y que hacia una editorial llamándote a ti antes que a mí?

—Curiosidad profesional —respondió— Querían saber como es que la novia del director ejecutivo buscaba una editorial diferente.

—¿Tu no batallas para parte el cuello, verdad?

Liam sonrió. —No, nunca.

Sonreí y me encogí de hombros. —No lo sé, quería... Probarme a mi misma que podía hacerlo.

Liam abrió la boca para protestar, pero le gané.

—Sin ayuda.

Liam entrecerró los ojos. —No te iba a ayudar.

—Sí, si lo habrías hecho —señalé— y lo habrías hecho antes de leerlo.

—Por supuesto que no, soy muy profesional.

—Sí, claro, lo que digas.

Él sonrió.

—Oigan —llamó Quentin desde el asiento detrás— ¿Sabían que puedes pedir vino a la azafata? Incluso me han traído pizza.

—No puedes pedir vino —le dije clavando la mirada en el asiento de delante—, aunque es bueno saber lo de la pizza.

—Siempre arruinas todo —farfulló el niño.

Lucky Love (LR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora