Cap. 57

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(6 meses después)

Era imposible dormir a uno mientras otro lloraba. Creí que la escuela militar había sido mi reto más grande, pero estaba equivocada. Había descubierto un universo todavía más complicado.

Adelaine siempre era la primera en llorar y hacía que Adam le siguiera. Adán era el más tranquilo, generalmente miraba a sus hermanos llorando y los seguía solo cuando nos veía a Liam y a mí a punto de echarnos a llorar con ellos porque no se callaban.

¿Te digo algo importante? Empezar con tres no es una buena idea.

Entré a la habitación de los trillizos y encontré a Liam sentado frente a la ventana. Los veía intentando jugar con algunas figuras de colores. Me acerqué a él e intenté no parecer intrigada por lo que sea que estuviera haciendo viéndolos jugar a mitad de la madrugada.

Los había escuchado llorar, pero cuando Liam se levantó quise creer que lo podía controlar. Lo hizo, pero luego la culpa me arrolló como un camión de madera de árbol y no tuve más remedio que despabilarme y seguirlo.

—¿Así que ahora también lloran cuando quieren jugar?

Creí que solo funcionaba cuando tenían hambre, sueño o no querían que un extraño los tomará en brazos. Al parecer ya estaban comenzando a entender cómo funcionaba eso del llanto y la manipulación.

Hice una nota mental para después.

—Eso parece —respondió Liam como en trance.

Tenía la mirada perdida en el centro del tapete de esponja que habíamos conseguido para cuando comenzaran a jugar y a caminar.

Adam y Adán gateaban como si les pagaran por hacerlo y Adelaine los seguía muy por detrás... Hasta que se cansaba de no tener su agilidad y se echaba a llorar.

—¿Exactamente qué estamos viendo? —pregunté mirando a los bebés.

Liam sacudió la cabeza e hizo un decadente intento por sonreír.

—Todo está bien.

Intenté mirarlo fijamente, pero volvió la mirada a los niños.

—¿Por qué tengo la sensación de que ese "todo está bien" tiene un trasfondo? —No respondió—. ¿Hay algo de lo que deba preocuparme?

Liam negó, luego suspiró y señaló hacia delante, donde los bebés jugaban con figuras de colores.

Adam y Adelaine estaban juntos. Adam tenía frente a él todas las figuras colocadas perfectamente en su lugar, el triángulo amarillo estaba bien alineado dentro del hueco con la forma de un triángulo en rojo y las figuras más complejas como los círculos con esferas y conos estaban acomodados perfectamente en su lugar. Adelaine, en cambio, no había anclado ninguna figura en las celdillas correspondientes, de hecho, parecía demasiado ocupada babeando uno de los triángulos que le había quitado a su hermano, que no tardó en seguirle el juego y babear uno de los círculos, estropeando su trabajo sin ningún remordimiento.

Adán era un caso aparte, era quien tenía toda la atención de Liam. Estaba frente a sus hermanos, pero ni siquiera parecía notarlos. Tenía las mejillas sonrojadas, no sabía que un niño podía fruncir el ceño hasta que vi a uno de mis hijos hacerlo, mientras miraba fijamente al tablero de colores frente a él. El tablero estaba ordenado y, a diferencia del de su hermano, el suyo estaba completo, pero parecía que había algo que no lo tenía del todo contento. Comenzó a buscar con la mirada entre los juguetes alrededor y luego se echó a llorar como hacía cuando tenía mucha hambre.

Lucky Love (LR #3)Where stories live. Discover now