Cap 36

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36.

Lamparas.

Elegir las lamparas de la boda no era especialmente la tarea más emocionante, pero no por ello menos importante.

La idea era elegir los arreglos de centro de mesa, pero después de varios intentos, Quenitn y yo (está bien, solo yo, pero me gustaba creer que era un trabajo colectivo) elegimos lamparas de aceite como centros de mesa.

Eran unas lamparas realmente encantadoras.

—¿Por qué no solo pones una pizza y ya? —de quejó Quen.

Lo miré mal. —Es mi boda, no voy a poner una pizza en el centro de las medas en mi boda.

Quentin descansaba cómodamente sobre una silla cara frente a una mesa repleta de un montón de arreglos florales, manualidades y artículos de cristal y madera realmente impresionantes.

Quen entrecerró los ojos en mi dirección e inclinándose al frente, uniendo las manos sobre la mesa, demandó:

—No me has traído hasta aquí para elegir los centros de mesa, Luce, ¿qué pasa?

Bien, está bien, lo admito, tal vez no lo había sacado de la cueva en la que se había convertido la guarida de su habitación, solo para elegir centros de mesa y ya que estábamos bien puestos en el tema de la sinceridad, tampoco estaba tratando de pasar un tiempo de caridad con mi primo.

Pero el chico era listo, no podía engañarlo tan fácilmente.

Suspiré y me preparé mentalmente para lo que estaba a punto de decir.

—Hace un par de días, mientras aún hacia la rehabilitación volví a leer la carta que James dejó para mí en Amsterdam...

Saqué la carta de la bolsa y se la entregué a él. Esperé un par de minutos a que la leyera, minutos en los cuales estaba debatiéndose entre la idea de correr lejos y huir de mis problemas y la idea de quedarme a hacerles frente.

Huir no era una verdadera opción cuando era yo quien tenía atrapado al chico.

Quentin se tomó una buena cantidad de tiempo para leer la carta. Suspiró y me la tendió de regreso.

—¿Qué quieres decir con esto?

Me encogí de hombros. —He estado pensando en ella estos últimos días y... Creo que James no quería dejarme esa herencia a mí... Y creo que tu tienes algo que ver con eso.

La guerrilla de miradas que se desató fue sustancial para el desarrollo y camino de nuestras siguientes confesiones.

—¿Qué quieres saber? —preguntó dejando caer la espalda en el respaldo de las sillas.

—Tengo la teoría de que James fue a hablar contigo antes de morir, antes incluso de hacer su testamento. —Como vi que el no se inmutaba, continué—. Tú no eres un hombre avaricioso, no eres tan impulsivo, no te dejas cegar por el dinero, aunque las personas piensen lo contrario. Yo te conozco bien. Sin embargo, es así como reaccionaste ese día, es así como actuaste cuando te enteraste de que quería regresar la herencia de James.

—Continúa.

—Yo... Creo que James quería dejar la herencia a Geneden, pero por alguna razón, pensó que dejarme la a mí seria mucho más viable, te puso a ti como coartada y tu... Bien, no se porque reaccionaste así, aun tengo lagunas, esperaba que me ayudaras un poco.

Quentin suspiró. —Sí James Woodgeth viviera y supiera que estoy diciéndote esto, me mataría.

Esperé a que continuara pacientemente, cuando en realidad lo único que quería hacer era sacudirle de los hombros hasta que soltara toda la verdad.

Lucky Love (LR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora