Lucky Love (LR #3)

Cap. 55

—Todo está en orden —dijo la enfermera mirando el expediente—. Al parecer solo fue un mal susto.

Liam la fulminó con la mirada y estaba segura de que iba a lanzarle algún comentario mordaz, pero le advertí con una mirada, que no estaba bien.

Ella no tenía la culpa de que tuviéramos un día tan desastroso.

—Gracias —le dije—. ¿Así que... los bebés...?

—Como ya te dijo el médico, parecen estar perfectamente. —Alzó la bata e inspeccionó el golpe que ya se había puesto morado y negó—. Fue un golpe fuerte, pero nada importante. Puedes estar tranquila.

Asentí.

Al menos ellos estaban bien.

—¿Y los demás?

—Katy recibió puntos de sutura en la frente y la mejilla —explicó Liam—. Dorian no resultó herido e Irina solo tiene una crisis de pánico, pero ya se tranquilizó.

Bueno, cuando les ofrecí mi amistad, ser perseguidos a muerte no era parte del contrato. Me sentía culpable por haberlos expuesto de esa manera. Estaba segura de que Will me quería viva... Pero no estaba segura de que a ellos los dejaría vivir si los tuviera también.

—Voy por un aceite para los golpes —anunció la enfermera antes de salir de la habitación.

—Liam, ¿qué está pasando?

Él suspiró y se pasó las manos por la cara, como quien no duerme en días, y se acercó a mí.

—Está pasando, Luce —admitió—. Hoy la CIA detectó el primer intento de Will... No se sabe con certeza si él estaba presente, pero detrás de todo estaba él, eso es un hecho.

Me estremecí.

—No tienes que preocuparte por eso ahora —dijo, posando la mano sobre mi mejilla—. Me estoy encargando de eso.

Arqueé una ceja.

Él sonrió.

—Bueno, hoy no hicimos un muy buen trabajo, pero el sol brilla todos los días.

Entonces se inclinó hacia delante y me besó.

Necesitaba eso, no supe cuánto hasta que lo tuve.

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2 MESES DESPUÉS

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Trataba de no llorar, pero era imposible. Había pasado la noche entera caminando de un lado a otro. El dolor era insoportable y, para colmo, Liam había tenido que hacer un viaje a Italia, me había quedado con Geneden dos noches enteras porque Liam no volvía hasta dentro de unas horas.

Geneden alzó la cabeza cansada, apenas capaz de mantener los párpados abiertos.

—Por Dios, Luce, solo respira como te enseñaron en esas clases raras que tomaste los primeros meses.

—¡No es tan fácil!

—¡No me grites!

—¡NO TE ESTOY GRITANDO! —exploté antes de dejarme caer en la silla frente a ella y echarme a llorar como una niña.

Sentía que alguien me clavaba un montón de cuchillos en todo el vientre y ese dolor se propagaba hasta mi espalda.

—¡Te estás poniendo insoportable!

—¡ENTONCES VETE!

—¡BIEN!

Se puso de pie, pero luego pareció pensarlo mejor y volvió a sentarse. Se llevó las manos a la cara, maldijo en otro idioma y golpeó la cara contra la mesa un par de veces.