Cap. 40

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40.

—¡Odio a la prensa! —gritó Katy lanzando una mirada furiosa hacia la pared frente a ella.

La sala de la casa de Katy se había convertido en la cúpula que contenía toda nuestra ira.

Irina, Quentin, Katy y yo buscábamos una buena explicación a todo aquello.

—¡No puedo creer que hayan entrado a la casa sin que nos diéramos cuenta! ¡Eso es ilegal!

—No lo es si no sabes quien lo hizo, y no creo que ellos vayan a hablar —añadió Irina, bebiendo un poco de su limonada.

—Podemos pagar un buen investigador...

—No, Katy...

—Vamos a enviarlos a prisión...

—No es necesario...

—Haremos que lamente haber entrado a hurtadillas a mi casa...

—Katy, dejalo —pedí llamando su atención finalmente—. Hacerlo solo los animará, creerán que de verdad hay algo que ocultar. Además, Liam ya lo intentó, es casi imposible que revelen su fuente. Su gente tampoco vio entrar a nadie. Sea quien sea es demasiado astuto.

—¿Y si lo hizo Will? —sugirió Irina con una mirada de pánico clavada en la mirada fulminante de Katy.

Bueno, no lo había pensado, pero sin duda ahora que lo yacía no iba a poder dormir el resto de mi vida.

Katy golpeó el hombro de Irina con una almohada.

—¡Gracias Irina!

—¿Dije algo malo?

—No, está bien. —Negué—. Ya lo había pensado —mentí—. Es una posibilidad que no podemos descartar.

Katy se estremeció. —No me gusta la idea de tener a ese loco merodeando por la casa. —Se abrazó con ambas manos—. Quizá deberíamos de poner ratoneras y trampas de oso en los pasillos.

—¡Yo voy al baño de madrugada! —prptestó Quen.

Katy lo fulminó con la mirada. —¡Pues te aguantas!

—¡No puedo, tengo una vejiga caprichosa! —defendió logrando que Irina y yo riéramos por lo bajo.

—Podemos hacer un mapa, uno que solo conozcamos nosotros.

Negué con la cabeza. —Quentin es sonámbulo durante el invierno.

—¡Gra-cias!

Katy rodó los ojos y colocó la barbilla sobre el puño de su mano sobre la mesa. Se sentía impotente. Sabía lo que se sentía, en ese momento todos parecíamos igual de frustrados.

Bueno, en todo caso todos salimos mejor parados que mi mejor amigo.

—¡Dorian! —saltó Katy apenas Dorian cruzó la puerta.

Estaba tan apenada que ni siquiera pude acercarme a él lo suficiente. Por su expresión abatida estaba segura de que no le había ido mejor que a mí.

Dorian intentó sonreír y arrojó su maletín sobre el sofá. Había envejecido varios años en unas horas.

—Dor —me atreví a llamar, logrando que alzara su mirada enrojecida y me mirada directo—, lo siento tanto... Perdón.

Él negó con la cabeza y me envolvió en un fuerte abrazo, uno de esos que das cuando no has visto a alguien en años, uno de esos que te sacan el aire del pecho, pero no quieres romper jamás.

—No es tu culpa, Luce, está bien —juró sobre mi hombro, antes de apartarme para tomar mi cara entre sus manos y repetir aquella oración con su mirada taladrando la mía. Parecía querer tatuar sus palabras en mi subconsciente.

Lucky Love (LR #3)Where stories live. Discover now