Capítulo 61.

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61. Delirium. 

Uno de los aliados de Brad conducía uno de los dos Todoterreno que iban por la carretera. El otro, iba en el asiento del copiloto. Harry y yo íbamos en los asientos de atrás, mientras que en el coche que nos seguía, iba Brad.

El móvil que llevaba en el bolsillo comenzaba a avisarme de que la batería se acababa, y eso no era buena señal.

Mi frente estaba fruncida mientras que mi mirada no dejaba de mirar por la ventana.

Escuchaba los sollozos de Harry, aunque intentaba que fuesen disimulados.

Una tremenda angustia en el principio de mi estómago, mientras que presentía que el alivio presidiría los sentimientos de Harry.

—¿No me piensas mirar? – Preguntó, quizás con algún que otro quebradero de voz.

—¿Debo hacerlo? – Contesté, retando.

Me atreví a mirarle de refilón. Me di cuenta que Harry estaba negando con la cabeza.

—¿No entiendes que era el trato? ¡¿No entiendes que Brad era lo que me había jurado?! Mi fidelidad hacia él solo se debía a esto.

Me enfurruñé mientras escuchaba su versión, que aunque él lo intentase, era injustificable ante lo que acababa de hacer.

—Quería matarle yo, Abbie. Quería ser yo quien le arrebatase lo más preciado. Sin embargo, no lo he hecho. No lo he hecho por ti. Porque te quiero.

Le miré, algo más ablandada.

—¿No te ha pasado que has salido un día a la calle y has visto todo nublado? ¿Y que aunque tu esperanza de que a las horas saliese el sol, nunca salía? Sin embargo, tu esperanza nunca se pierde, hasta que las primeras gotas caen.

Arqueé mi ceja sin entender la metáfora de Harry.

—Yo no puedo cambiar mis sentimientos. No puedo cambiar el sentirme la persona más feliz del mundo por saber que Oliver está muerto. No puedo apagar mi sensación de alivio. Y, ahora, vamos camino a salvarte.  Vamos camino a liberarte y a la vez liberarme. Todo esto acabará, Abbie.

—¿Acabará de veras? – Pregunté.

—Intentaré que así sea.

Mi mirada bajó hacia la alfombrilla del suelo.

No. Seguía pensando que no era justificable que Oliver fue quien mató a su padre y eso le permitía a Harry matarle a él. Para nada. Pero, en lo más profundo de mí, sabía que podía llegar a comprender que Harry se sintiese aliviado porque Oliver estuviese muerto.

—Entonces, antes de que acabe todo esto, ¿Puedes contestarme a una pregunta? – Me atreví.

—¿A cuál?

—¿Quién es Lucy, Harry?

El Todoterreno en el que íbamos se paró en ese justo momento. Harry me miraba con gesto de sorpresa. Quizás no se imaginaría ni en un millón de años que yo pudiese hacerle una pregunta tan, quizás, personal.

Su ceño se fruncía y a los segundos dejaba de hacerlo. Su boca intentaba articular palabras que no emitían ningún sonido.

Ladeaba su cabeza y parecía estar muy nervioso.

¿Quién diablos era esa tal Lucy?

La puerta de mi sitio se abrió.

Acto seguido, miré, asustada. Encontré a Brad acompañado del amanecer que se ocupaba de comenzar a salir.

WHISPERSWhere stories live. Discover now