Capítulo 14.

18.1K 953 69
                                    

14. Como el hielo y el fuego. 

Las siete menos cinco. Esperaba ansiosa que Harry apareciese por aquella colina del bosque. Mis pies se movían rápidamente en el suelo sin asfaltar, solo lleno de arena.

Mi mirada solo podía dirigirse al final del bosque, con la esperanza de que el chico de rizos apareciese.

Aproveché para sacar el móvil y revisar de nuevo mis mensajes. El primero que encontré fue el de Nick, ansioso de que mi apuesta estuviese yendo mal.

Sin embargo, iba demasiado bien, pero para mí.

—¡Lo siento! – Exclamó una voz fatigada enfrente de mí.

Retiré de un brusco movimiento el móvil de delante de mi cara y vi a Harry apoyado en sus rodillas, retomando el aire.

Guardé el aparato electrónico y sonreí.

Me levanté y, cuando él retomó la compostura, me abalancé sobre su cuello, ofreciéndole un gran abrazo. El chico posó rápidamente sus brazos en mi espalda, apretándome y dándome una tranquilidad que solo él sabía aportarme.

—He traído una cosa. – Musitó.

Me retiré de él, abandonando el abrazo. Fruncí el ceño cuando vi que en el suelo, justo a su lado, se encontraba una bolsa de plástico.

—No he tenido tiempo de conseguir algo menos común, pero espero que te sirva.

Agarré las asas de la bolsa y la abrí. Me encontré dos grandes envolturas. Una carcajada salió de mi interior cuando me percaté de que eran dos bocadillos.

El chico sacó también dos botellas de la misma bolsa. Dos botellas de refresco.

Tomó asiento en el banco y yo le imité, dándole su bocadillo y abriendo el mío.

—Espero que te guste el bacon, eres a la primera chica que le preparo un bocadillo. – Me dijo.

—¡Me encanta! – Exclamé entre una sonrisa.

—Sé que no es el mejor plan de cena, pero era lo único que tenía a mano. – Musitó.

—Es fantástico, Harry.

—Que aproveche. – Dijo Harry.

—Que aproveche.

Un silencio durante unos minutos se apoderó de nosotros. Ambos masticábamos nuestra apetitosa merienda que compartíamos en un banco lejos de la rutina. Un banco que era para él y para mí. Nuestro.

—¿Por qué has hecho esto? – Decidí a preguntarle.

—¿El qué? – Replicó, masticando.

—Siempre que haces algo conmigo dices que soy la primera chica con la que lo haces. Y, ¿Por qué? ¿Por qué conmigo? ¿Qué tengo de diferente?

—¿Acaso crees que soy idiota, Abbie? – Replicó. – Desde el encuentro de ese pub parecía que ya estábamos condicionados a estar continuamente encontrándonos. Y, si por si eso no fuese poco, tú te encargaste de hacer todo lo posible para que así fuese. Después de nuestro encuentro tan inesperado en aquella reunión, conseguiste una cena conmigo, convencerme para ir a tu casa, conseguiste mi teléfono incluso mi dirección. Conseguiste que yo fuese tras de ti. Y, tú, has intentado hacer todo lo posible para acercarte a mí. Quizás yo sea diferente a todos los demás, pero tú también.

El chico se quedó en silencio mientras yo intentaba asimilar todo lo que me estaba diciendo. ¡Wow! Jamás fui consciente de que hice todo eso por él.

—Te he advertido de que no soy como todos y, aun así, tú has seguido insistiendo para conocerme. No me tienes miedo, Abbie. Y eso es lo que te hace diferente al resto.

La confesión de Harry me había dejado anonadada. Mis ojos pestañeaban y mi cuerpo se había quedado sin acciones.

—Eres diferente al resto. – Añadió.

Mi cuerpo sintió un pequeño escalofrío al escuchar decir eso al chico. Pero quizás todo se derrumbaría si supiese qué me unió a él de verdad. Quizás todo se rompería si Harry supiese que hice una apuesta con uno de sus mejores amigos para conseguirle.

—¿Y por eso me besas? – Pregunté.

—Te beso porque me gusta hacerlo.

—¿Sólo por eso?

El chico dio un gran bocado a su bocadillo.

—Y porque me gustas tú. – Añadió.

Era exactamente lo que mi interior rogaba que dijese. Y lo dijo.

—Entonces, ¿Qué somos tú y yo, Harry? – Me atreví a preguntar.

El chico dejó un segundo de masticar y me miró.

—Abbie, he cedido en que nos veamos, en que estemos juntos. De cierta manera he descubierto que tú eres una tranquilidad que a mí me conviene, y aparte me encanta estar contigo. Me aportas felicidad y es algo que me hace falta. Pero no puedo ponerte en riesgo. No quiero. Considerarte mi novia es algo que me es imposible.

Stewart tenía la capacidad de llenarme la ilusión hasta arriba, para luego volverla a dejar por los suelos.

—Cuando tocaste mi espalda con tus manos, sentí un refugio el cual nunca antes había encontrado, y es por eso por lo que no quiero hacerte daño. – Añadió.

De nuevo con las estúpidas escusas. ¡Lo odiaba! Él era el chico que llevaba buscando tanto tiempo, él era el chico que había despertado mi lado que ninguno antes lo había hecho. Y su obsesión por el peligro parecía estar trabajando como obstáculo.

—Tu misma me dijiste ayer que eras fría. ¿Cuánto de fría? – Me preguntó.

—Fría como el hielo.

El chico sonrió y giró su labio.

—¿Sabes lo que pasa cuando el fuego y el hielo chocan? – Preguntó, interesante.

—¿Qué pasa?

—Tienden a destruirte. Y yo no quiero destruirte.

Mi ceño se frunció sin entender bien la comparación metafórica que acababa de hacer Harry.

—Por ahora, no puedo ofrecerte nada más Abbie. Esto es lo que puedo darte. ¿Lo coges o lo dejas?

Me sorprendí a mí misma cuando lo pensé. El estar con Harry me suponía llevar una relación atípica, fuese por las razones que fuese, las cuales desconocía.

Era arriesgarme a estar con alguien y sus secretos. Era arriesgarme a estar con alguien del que desconocía más que conocía.

Pero era estar con él, y con eso me conformaba.

—Lo cojo. – Contesté finalmente.

WHISPERSWhere stories live. Discover now