Capítulo 5.

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5. Aprisionada.

—Sharon, llegaremos tarde. – Exclamé desde el salón.

—¡No tardo! – Me contestó.

Me era imposible entender como, aun despertándose una hora y media antes que yo, siempre tenía que esperarla para ir a clases.

Resoplé y puse mis ojos en blanco, sentándome en el sofá y sacando mi móvil del bolsillo exterior de mi bolso.

Lo desbloqueé y miré la pantalla.

Ninguna contestación al mensaje que mandé a Harry preguntando que por qué se había esfumado. Ninguna contestación a las tres llamadas que le realicé mientras venía en el taxi de camino a casa.

Ninguna pista que me dijese dónde se había metido "el imposible" después de esa corta cena que ambos tuvimos.

—¡Ya estoy! – Exclamó Sharon apareciendo por el salón, casi sofocada.

Me puse de pie guardando de nuevo el móvil en su previo sitio.

¿En qué situación iría a estudiar? En mi cabeza no había dejado de aparecer durante todo el fin de semana Harry dándose la mano con la apuesta.

¡Maldita sea! ¡La apuesta!

Como siguiese así no podría ganarla.

Sharon se miró en el espejo del hall y abrió la puerta para salir disparada del piso.

La seguí el paso apresurado lamentándome de haber escogido a la compañera de piso errónea.

—¡Vamos, Ab! ¡Llegaremos tarde! – Exclamó, mientras bajaba a toda velocidad las escaleras.

Sacudí mi cabeza para intentar no asesinarla.

Andamos alrededor de tres minutos sobre nuestra calle hasta encontrarnos con Holly y Stela. Ambas estaban adentradas en una pequeña discusión de hermanas.

Todas nos saludamos como cada mañana antes de ir a la universidad, y emprendimos paso hacia ella.

Mis amigas se envolvieron en una discuta con Sharon, comentando a Leo. Yo, vivía ahora en un mundo paralelo, donde solo era consciente de los ojos verdes que seguían dibujados geométricamente perfectos en mi cabeza.

Mi móvil comenzó a sonar. Todas mis amigas miraron en mi dirección y, yo, instantáneamente cogí el teléfono, mandándoles una sonrisa forzada.

Me retiré un poco de ellas mientras forcejeaba con mis temblorosas manos para mirar la pantalla del teléfono. Aún cabía la posibilidad de que fuese Harry junto a una explicación de por qué su reacción anoche.

Pero no. Era Nick.

—Hola, Nick. – Contesté.

—¡Abbie! – Exclamó. – Una completa alegría escuchar tu voz tan esmerada.

—¿Por qué lo dices?

—Eso significa que pasaste la noche en casa, y no con Harry.

—Quizás te interesaría saber que salimos a cenar juntos.

El chico se quedó en silencio. Quizás más sorprendido de lo que él mismo esperaba.

—¿Saliste con él a cenar? – Exclamó.

—Casualmente es el sobrino de un hombre que trabajará en un proyecto con la tienda donde trabajo. Tuve que cenar con él para terminar de hablar nuestro negocio.

—¡Wow! – Exclamó. – Parece que todo te está yendo sobre ruedas.

—Si no fuese porque desapareció. – Añadí.

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