Capítulo 10.

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10. Harry y sus desquiciantes secretos. 

Lunes por la tarde. Mis pies se movían en el cojín de encima de la mesa.

Escuchaba los pasos ansiosos de Sharon, quien tenía una cena realmente importante con Leo.

¿A qué estarían jugando esos dos? ¿A quererse?

Resoplé y atrapé la lata de refresco.

Mi último contacto sentimental fueron los labios de Harry hacía dos días, e intentaba a toda costa olvidarme de todo lo que tenía que ver con él, incluso de Nick.

Esa apuesta se me había ido de las manos, y mi vida tenía privilegios antes que un simple juego.

Mi subconsciente se despertó: ¿O quizás no querías jugar porque sabías que estabas perdiendo?

Ladeé mi cabeza e intenté deshacerme de ese pensamiento.

¿Perdía?

Toqué mis labios. Harry aún estaba presente, y no debía de estarlo. Era un completo desconocido, quien se definía como peligroso y quien me encerró en un armario y, horas después, me ofreció una leve persecución.

¡¿Qué estaba haciendo?! Quizás estuviese jugando con fuego y era totalmente ingenua a ello.

Pero no podía hacerlo. Harry se había metido en mi interior, atando una cuerda sobre mí y tirando de todo mi ser hacia él.

Me había enganchado. Sus ojos no eran comparables con los de ningún otro chico, ni sus labios, incluso su respiración sabía diferente.

Después de todo lo ocurrido en el pasado, al fin encontraba a alguien que parecía transmitirme confianza.

—¿Estoy bien? – Exclamó mi mejor amiga, apareciendo en el salón.

Miré en su dirección y la vi con un vestido azul marino ceñido. Media manga y la espalda abierta.

Mis ojos se abrieron cuando me percaté de que ese era uno de mis vestidos. Favoritos.

—¡Sharon! – Exclamé, poniéndome de rodillas encima del sofá. - ¡Te dije que te prohibía coger mis  vestidos!

La chica sonrió ensimismada y me ofreció una vuelta sobre sí para que pudiese observar que el modelito –mi modelito- le quedaba bastante bien.

—Dicen que lo prohibido atrae, así que, ¡Atraeré a Leo!

Alcé mi ceja viendo como desaparecía. Obviamente iba a ser incapaz de convencerla para que devolviese el vestido a su sitio de origen, así que, decidí centrarme más en la comparación que había hecho.

"Lo prohibido atrae"

¿Quizás sería por eso por lo que me atraía Harry de forma tan abismal? Todos le describían como imposible, incluso él. Era algo diferente, como algo prohibido para mí.

—Gracias por dejarme el vestido. – Dijo Sharon, casi sofocada. – También te he cogido el bolso.

—¡Sharon! – La regañé.

—Te prometo que luego te lo dejaré todo tal y como estaba.

Puse mis ojos en blanco y suspiré.

—Pásalo genial. – Decidí decir.

—¡Eres la mejor!

—Y tú una pelota.

La chica me lanzó un beso en el aire y yo le sonreí. Atravesó el hall del pequeño piso y, segundos después, abandonó la casa.

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