Capítulo 44.

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45. Oliver Franklin. 

—No es algo que le suela decir a mucha gente, Abbie. – Contestó.

—¡Solo me has usado para acercarte a él! ¡Sólo querías saber más de él usándome!

—Harry me ha amenazado. – Dijo, tajantemente.

Fruncí el ceño y le miré, preocupada y sorprendida.

—¡¿Qué?! – Exclamé.

El chico dio una vuelta por mi habitación, examinándola. De repente, cogió un cubo de rubik y se sentó en mi cama.

—Pobre ingenuo. – Añadió. – Si supiese que tú fuiste la que aceptó una apuesta de este descabellado Hallman...

—¡No se lo dirás! – Exclamé, poniéndome de pie.

—¿Por qué estás tan segura?

Fui rápidamente a su lado. Me puse enfrente de él y apoyé mis manos en sus rodillas. Le miré fijamente a los ojos y fruncí los míos, amenazantes.

—Porque no lo has hecho aún. – Murmuré, en su cara.

—¡Wow! Veo que juegas con tus dotes de mujer.

—Siempre lo hago.

—No lo he hecho aún, Abbie. Él me amenazó con matarme si contaba algo de lo que pasó a la policía.

—¿Y lo vas a hacer?

—¡¿Crees que no me han amenazado veces en mi trabajo?! Lo diré. Es mi obligación.

—Nick, me matarán. Y a él también. Escuché decírselo a Brad.

—No te matarán. Yo me encargaré de que no lo hagan.

—Por favor. Por favor. No lo hagas.

—¿Pero, por qué debería no hacerlo?

—Porque sé que no podrás defenderme y porque sé que no quieres verme muerta.

Mi mano acariciaba sensualmente la cara del rubito. Cogí aire y le besé la mejilla.

El chico no movió el rostro ni un milímetro.

 Quizás no era el mejor camino para atajar, pero era el  más efectivo en un momento así.

Mis labios se separaron de su cara y yo miré a Nick, quien se encontraba perdido.

—¿Por qué has hecho eso? – Preguntó.

—Necesito que me guardes el secreto, Nick.

El chico bajó su mirada y entrelazó sus manos mientras yo me puse de pie, intentado darle tiempo para que se decidiese.

—¿Y bien? – Repliqué.

—G-guardaré vuestro secreto.

Le sonreí y acaricié su pelo rubio que adornaba su cara.

***

Terminé de imprimir todos los artículos de esa página web, subrayando todo lo que me parecía destacable.

Salí disparada del apartamento, en dirección a casa de Harry, sin saber muy bien cómo hacer para que él cediese a hablar conmigo, cosa que se había negado a hacer desde aquel día.

Conduje por las calles de Baltimore hasta llegar al portal del chico.

En la entrada, me encontré a la madre y los niños que vivían en la puerta de enfrente de Harry, la que él siempre ponía como vivienda propia para controlar quién entraba y salía del edifico en su búsqueda.

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