Capítulo 8.

20.4K 984 68
                                    

8. La dirección. 

Llamadas perdidas, mensajes sin respuesta, ninguna aparición de nadie que tuviese que ver con él, solo de Nick, quien tampoco sabía nada.

Estaba completamente desquiciada. Llevaba cinco días sin saber nada de Harry, y el tiempo corría.

Sin embargo, la apuesta había quedado completamente en un segundo plano cuando quizás me replanteé el intentar otras cosas paralelas a la estupidez entre Nick y yo.

¡¿Y si le había pasado algo?!

Una agonía se creó en mi interior. Intenté deshacerme de esa horrenda idea, y regresé a mis anteriores pensamientos.

Revisaba levemente los papeles que se había encargado de facilitarme Greg mientras esperaba que algún cliente entrase, en esa temprana mañana de sábado, a la tienda de discos. Pero, como era de costumbre, nadie aparecería.

Hacía una semana que conocía a Harry, y, sin embargo, había estado más presente en mi cabeza que personas que conocía desde hacía años, como por ejemplo, mis propias amigas.

Quizás estaba centrándome demasiado en un tema que debía de dejar pasar, o quizás estaba concentrándome en el auténticamente infantil comportamiento que se apoderaba de mí desde hacía tan solo días.

Otra de las cosas que se ponían en el podio de mi mente, eran las dos huidas. No podía borrar de mi cabeza aquel momento en el armario, ni aquella carrera tratando de huir de alguien.

No podía quedarme sin saber lo que pasaba. Necesitaba saber de qué o de quién huía Harry,  y, a su vez, huía yo.

Sin embargo, el saber que no había sabido nada de él en tanto tiempo, me hacía perder poco a poco mi esperanza de encontrar algo más que una relación comercial entre nosotros. Y la esperanza de encontrar el por qué a todas mis preguntas.

—¿Estás bien? – Me preguntó Ruth.

Subí la mirada de los papeles a los que ignoraba, y la encontré, cargada con una caja de cartón.

—Sí. – Contesté, sonriente.

—Pareces... ¿Enamorada?

Una pequeña carcajada salió desde el interior de mi garganta, con gran porcentaje de ironía.

—¿Bromeas? – Repliqué. – No tengo tiempo para estupideces de ese tipo.

—Mikel me contó que te vio agarrada de la mano de un chico. – Musitó, acercándose a mí y haciéndome un gesto insinuante.

¡Mierda! Olvidaba que Mikel y Ruth eran mejores amigos.

Mi vida estaba empezando a ser como una novela de drama. No dejaba de pensar en un chico que no debía ser más que un juego para mí, y, éste, a su vez, me ignoraba de todas las maneras posibles.

¡Me estaba desquiciando! Y no sabía por qué. Desde que conocía  Stewart tenía muchas preguntas sin resolver. Tenía muchas lagunas en mi cabeza que necesitaban deshacerse.

Solo necesitaba volver a verle, y, esta vez, no era por la apuesta, sino por necesidad propia.

De nuevo me fijé en que Ruth seguía mirándome insinuante mientras recargó la caja sobre sus brazos.

—Sigues siendo igual de reservada que siempre. – Comentó. – Pero tranquila, te guardaré el secreto.

Me soltó una sonrisa pícara y se dio media vuelta, abandonando mi campo de visión.

No tenía nada que ocultar a Ruth, puesto que en lo único que no mentía era en que Harry era tan solo... algo.

No podía denominarle amigo, no podía denominarle ni siquiera conocido. Era alguien que entró en mi vida sin ninguna razón, o quizás por demasiadas.

WHISPERSOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz